Muy buenos días de Martes, amigos, Calados y lectores:
Voy a darle Sólo una Calada Más, para traeros por aquí en esta ocasión unas letras de mi puño y tecla que albergan un humo muy especial, el de las Semillas de la indolencia.
¡Que lo disfrutéis amigos!.
Sentado en el mismo banco público, como cada mañana, la somnolencia empapa por completo los párpados de su conciencia y la inercia de la desidia se apodera de él un día más, cansado de ver a los patos naufragar en los estanques y de observar a las aves surcar los cielos en sus delirios de grandeza como jamás él lo haría, por más que lo deseara, la desgana le sorbe el seso en una breve distracción de su conducta y recostado a la orilla de su propia existencia, se contempla en el reflejo de unos charcos deshabitados donde ya no nadan los peces de una ciudad que abandonaron la urbe siguiendo el curso oceánico de las tuberías.
Las cañerías clandestinas van dibujando el verdadero sistema circulatorio de la metrópolis, formando extensos vasos sanguíneos, donde venas y arterias confluyen transportando todo tipo de desechos hasta el epicentro mismo del suburbio, a las cloacas de un corazón que late tan deprisa como la vida de sus agitados transeúntes y en este viaje al centro de la tierra, sin submarinos, ni Julio Verne, en este concurrir estrépito, algunos van tomando partida en su propia realidad hasta ser conscientes de su complejidad y oxigenados por la alegría, la ilusión o la esperanza, son devueltos depurados, cargados de optimismo, y los puedes ver correr velozmente por las esquinas, canturrear, rugir palpitantes, sonriendo, besando todo lo que pueda ser besado.
Cerca de allí otro sistema linfático, conduce la idolatría, la envidia o el rencor y los expulsa desterrándolos sin piedad, son aquellos que caminan con los ojos marchitos, la mirada perdida y el no pensar peligro mortal puede leerse en miles de retinas. Junto a ellos el olor a humanidad se torna irrespirable y llegados a este punto sólo restan las semillas de la indolencia...
El hombre del banco se levanta rápidamente, vuelve a observarse en el pequeño barrizal y sin más se descalza los pies para súbitamente comenzar a saltar una y otra vez sobre el charco, haciendo resonar los ecos del agua, girando sobre si mismo, salpicando y bailando y riendo a carcajadas ante la mirada atónita de una pareja que camina frente a él...y en ese atisbo de hilaridad, abraza a la mujer que va de la mano del otro y la besa rabiosamente.... el resto de la historia, forma parte del expediente policial...
Saludos enajenados.
Arwen
Voy a darle Sólo una Calada Más, para traeros por aquí en esta ocasión unas letras de mi puño y tecla que albergan un humo muy especial, el de las Semillas de la indolencia.
¡Que lo disfrutéis amigos!.
Semillas de la Indolencia
Sentado en el mismo banco público, como cada mañana, la somnolencia empapa por completo los párpados de su conciencia y la inercia de la desidia se apodera de él un día más, cansado de ver a los patos naufragar en los estanques y de observar a las aves surcar los cielos en sus delirios de grandeza como jamás él lo haría, por más que lo deseara, la desgana le sorbe el seso en una breve distracción de su conducta y recostado a la orilla de su propia existencia, se contempla en el reflejo de unos charcos deshabitados donde ya no nadan los peces de una ciudad que abandonaron la urbe siguiendo el curso oceánico de las tuberías.
Las cañerías clandestinas van dibujando el verdadero sistema circulatorio de la metrópolis, formando extensos vasos sanguíneos, donde venas y arterias confluyen transportando todo tipo de desechos hasta el epicentro mismo del suburbio, a las cloacas de un corazón que late tan deprisa como la vida de sus agitados transeúntes y en este viaje al centro de la tierra, sin submarinos, ni Julio Verne, en este concurrir estrépito, algunos van tomando partida en su propia realidad hasta ser conscientes de su complejidad y oxigenados por la alegría, la ilusión o la esperanza, son devueltos depurados, cargados de optimismo, y los puedes ver correr velozmente por las esquinas, canturrear, rugir palpitantes, sonriendo, besando todo lo que pueda ser besado.
Cerca de allí otro sistema linfático, conduce la idolatría, la envidia o el rencor y los expulsa desterrándolos sin piedad, son aquellos que caminan con los ojos marchitos, la mirada perdida y el no pensar peligro mortal puede leerse en miles de retinas. Junto a ellos el olor a humanidad se torna irrespirable y llegados a este punto sólo restan las semillas de la indolencia...
El hombre del banco se levanta rápidamente, vuelve a observarse en el pequeño barrizal y sin más se descalza los pies para súbitamente comenzar a saltar una y otra vez sobre el charco, haciendo resonar los ecos del agua, girando sobre si mismo, salpicando y bailando y riendo a carcajadas ante la mirada atónita de una pareja que camina frente a él...y en ese atisbo de hilaridad, abraza a la mujer que va de la mano del otro y la besa rabiosamente.... el resto de la historia, forma parte del expediente policial...
Saludos enajenados.
Arwen
Que idea me has dado... está lloviendo, habrá miles de charcos y estoy hasta las narices de todo.
ResponderEliminarYa daré explicaciones después al Juez.
Gracias.
Besos.
Ja,ja,ja...Toro, yo creo que deberíamos saltar mucho "más" todos!!! ;)
ResponderEliminarUn abrazo!!
Arwen, nos das pie de nuevo para seguir reflexionando, eh?... no esta mal la idea de este hombre de salir por un momento de la velocidad de nuestras vidas, la rutina y cometer una pequeña locura, no sé si merecerá la pena si al final terminas en comisaría... ;)
ResponderEliminarPreciosa esta reflexión, saludetes!
Muy buenos días Málaga y un placer tenerte aquí dando caladas conmigo...
ResponderEliminarbueno, en su apatía, el hombre del banco sumerge sus pensamientos en el reflejo del charo y entre ellos hace una gran disección del ser humano...recuperada la lúcidez creo que se queda con los más ¿sanos?...;), comenter alguna locura alguna vez no va mal, el caso es que no siempre son bienvenidas por el resto...xDDDD
Ja,ja,ja...besazos princesa! ;D
Y que mal tiene hacer locuras que no hagan daño a nadie, que rompan estereotipos y rígidos esquemas. A veces las locuras son contagiosas y es bueno fomentar el pensamiento divergente. Es una manera de evolucionar, pero siempre hacia delante.
ResponderEliminarEstoy disfrutando de mi día libre, no sé si haré alguna locura.
Un hasta luego.
Totalmente deacuerdo contigo Mar y por supuesto que sí, aprovecha al máximo ese día libre y comete "muuuuchasssss locuras"!! ;P
ResponderEliminarBesos.
Esto es parecido a cantando bajo la lluvia ja,ja,ja,ja, buena calada Arwen
ResponderEliminarEs estupendo poder hacer maravillosas locuras...
ResponderEliminarMe encanta leer tus caladas!!
Besos desde el abismo
intensa calada nos dejas arwen,fantastico.
ResponderEliminarSombra, Abismo, Fredy, un placer como siempre dar estas caladas con vosotros y me alegra que os haya gustado. Una locura divertida! ;)
ResponderEliminarUn beso.
Arwen
Donde reside la locura ? en ese saltar en el charco y abrazar al de al lado ? o ese ir y venir enajenante de las ciudades que toda cordura destruye.
ResponderEliminarYo juez, lo absuelvo.
Un abrazo.
Esta noche lo leo tranquila...que he tenido al peque en casa y me ha dado justo tiempo de publicar ahora que se ha dormido...un beso
ResponderEliminarQue nunca nos falte un poco de locura, todos los días, para eliminar cualquier posibilidad de rutina.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias por seguir la iniciativa de la ayuda Haití.
ResponderEliminarBonito blog te seguiremos.
Saludos!
Me gusta la imagen del hombre del banco reflejada en los charcos. No lo hace como un narciso vanidoso sino como forma de análisis y contemplación. Cuando odiamos algo de otro, odiamos en su imagen algo que llevamos en nosotros mismos. Lo que no está en nosotros nos deja indiferentes. La rutina asfixia, nos hunde en la indolencia.
ResponderEliminarAl final, lo mejor es recuperar la alegría y cordura de los niños.. hacer saltar los espejos cotidianos y bailar sobre los charcos.
Besos, Arwen... me encanta calarme con tus relatos.
El final del relato me ha hecho sonreír. Que aburrida sería la existencia, sin locuras!
ResponderEliminarpd: me has provocado, lo que llamo: un knock out mental!^^
Un abrazo!=)
Muy buenas noches amigos, TR, Lola, Dean, Delio, Http501 y bienvenido a Cuéntame cosicas, me alegra que nos haya gustado el relato y que nos haya hecho reflexionar....saltemos juntos muchoooooossss charcos...que no quede ni uno sólo por saltar ;)
ResponderEliminarY sigo dando caladas para traeros próximamente más....
Un besazo gigante!!! ;D
Arwen
Ostras Arwen, es genial!!
ResponderEliminarHe podido sentir la emoción del personaje al estallar y saberse vivo.
¡¡Yo también quiero saltar en los charcos Arwen!!
Muuuuuuuchos besos, cielo ;)
Hola Emma, muy buenas, te leo ahora;) me alegra muchísimo haberte transmitido esa emoción y ese ¿estar libre?...ja,ja,ja...vamos a saltar muchos charcos...muchos!!!!...quédate cerquita porque el próximo martes habrán más...(bueno, mejor no desvelo nada) pero seguiremos dando Caladas...ja,ja,ja....
ResponderEliminarBesotesssss!!!!! xDD
Arwen
cada vez me llagas mas con tus narraciones.... a pesar de lo del expediente policial me siento optimista y alegre!! besos preciosa, nunca dejes de escribir.
ResponderEliminarGracias a ti Lola por pasarte y calarte. Un besazo y creo que jamás podría dejar de escribir... ;)
ResponderEliminarBesos gigantes, optimistas e inconformistas...xDD
Arwen
Siento admiracion por el hombre del banco...De verdad..Os dais cuenta de que haciendo balance ( al menos en mi caso) las cosas realmente reseñables,los recuerdos realmente inborrables,aquellos momentos inolvidables que finalmente son de lo poco que vale la pena al hacer recuento en nuestra vid,son justamente esos pequeños momentos de locura?
ResponderEliminarUn saludo.
Yo también la siento Athman y te entiendo perfectamente porque precisamente me ocurre como a ti y también como al hombre del banco, que con el pasar de los años, te vas dando cuenta de lo que realmente es reseñable en nuestras vidas. ;)
ResponderEliminarUn abrazo.
Arwen