Mientras esperamos a que el reloj haga su trabajo y las rígidas y militaristas agujas de la esfera marquen su tic-tac impasible para acercarnos a esas Palabras Encriptadas con las que tenemos una cita oficial hoy Domingo a las 21h., vamos a repasar de la letra del gran Juan José Millás, una situación "clandestina" y muy curiosa acerca de la lectura. Mucho se debate sobre el amor por las letras y Millás corta magistralmente, con el cuchillo de sierra para la carne, y en mil pedazos el tema en cuestión.
No os lo perdáis amigos y que lo disfrutéis.
Nos desciframos esta noche.
Un amigo íntimo me pidió que acudiera el sábado por la noche a su casa para mostrarme algo. Al llegar, abrió la puerta con aire de misterio y me hizo pasar sigilosamente a su cuarto de trabajo. Mientras yo curioseaba entre sus libros, él iba de acá para allá, ofreciéndome té, café, whisky, como si le diera miedo entrar en materia. Tras dejar transcurrir un tiempo prudencial, le pregunté si tenía algún problema. Respondió que no estaba seguro y a continuación, colocando el dedo índice sobre los labios, me arrastró al pasillo, desde donde nos dirigimos con movimientos furtivos al salón, cuya puerta estaba entreabierta. Al asomarme, vi a su hijo, de 18 años, instalado en el sofá, leyendo tranquilamente Madame Bovary.
De vuelta a su estudio, me miró con expresión interrogativa. "¿No te parece alarmante?", preguntó. "¿Preferirías que leyera Ana Karenina?", pregunté a mi vez. "Por Dios", gritó, "es sábado por la noche y tiene 18 años; debería estar tomando cervezas con los amigos". No le dije nada, pero lo cierto es que la imagen del joven, devorando aquella obra clásica, me había perturbado. Quizá no fuera un psicópata, pero tampoco se podía negar que le ocurría algo. Se empieza con rarezas de este tipo, que al principio hacen gracia, y se acaba leyendo a Samuel Beckett. "La lectura es buena", le tranquilicé, "en eso está de acuerdo hasta el Ministerio de Cultura". "La lectura", respondió mi amigo, "es buena cuando tus amigos leen, como pasaba en nuestra época. Ahora es un síntoma jodido. Si al menos le diera por El Código Da Vinci, que no hace daño a nadie...".
Me pidió que hablara con su hijo. "Después de todo", añadió, "lo conoces desde que era un niño y te escuchará mejor que a mí". A los pocos días, me hice el encontradizo con el chaval y entramos en un bar. Hablamos de literatura y me pidió algún consejo para abordar la lectura de los clásicos latinos, que se le resistían. Le recomendé una edición bilingüe de la Eneida y me ofrecí para que la comentáramos juntos. Pagó él y, al despedirnos, me guiñó un ojo, diciéndome: "De todo esto, ni una palabra a mi padre, que está muy preocupado conmigo". Así que llevamos dos semanas leyendo clandestinamente a Virgilio. ¿Adónde vamos a llegar?...
(artículo de Juan José Millás, para El País, 2005).
Saludos clandestinos.
Arwen
Jajjaja, buen relato!
ResponderEliminarPersonalmente tengo más amor a la fotografía, aunque flirteo con las letras ^^
La verdad es que hoy día nos asustaríamos mucho de vivir una situación de estas, jovenes y lectura como que no es una buena combinación.
ResponderEliminarMuy agradable el texto de Millás.
Un saludo.
El relato es duro, más de lo que parece.
ResponderEliminarNo leen los jóvenes. Apenas leen algo en el instituto y ya está.
Vendrá una generación de ignorantes a dirigir el mundo?
Me temo que si.
Besos.
Buenos días, amigos y calados.. me encanta la fina ironía de los textos J.J. Millás. No me extraña que el padre esté preocupado, su hijo ha ido a elegir a "la madre" del género novela en sí.Posiblemente no va a tener escapatoria. Al igual que quien descubre una estrella irá, una a una, tras la constelación entera.Es lo que tiene "contaminarse" con el mal de las letras.. jajaja ¡qué bueno el párrafo final!
ResponderEliminarTengo la impresión que lo que ha cambiado es el medio y la forma de leer en los jóvenes actuales. El amigo-libro ya no está junto a la almohada, ya no se le espera impaciente en nuestro rincón favorito ni viaja en nuestro bolsillo como una llave maestra. Pero la necesidad de contar algo.. eso no creo que desaparezca.
A ese chaval hay que encerrarlo...Como es posible que algo tan corrupto y antinatural como el leer sea encubierto por un adulto? Pobre muchacho,que ha caido en las redes de esa droga tan marginal... :)
ResponderEliminarGrandisimo texto.
Ja,ja,ja...amgigos...que grande que es Millás!! y que buena crítica en unos breves instantes...yo creo que los amantes de las letras, las amaremos siempre, las devoraremos, las escribiremos...sea cual sea la época en la que vivamos, sólo cambiará la forma de acceder a ellas, el medio que utilicemos para leerlas o para escribirlas.
ResponderEliminarBesotes gigantes!!
Arwen
Muy buen escrito el de Millas, como nos tiene acostumbrados... pero la verdad es que asusta un poco. Besitos.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQué crítica tan sutil, me encanta como escribe Millas.
ResponderEliminarHasta luego ;) a ver si llego a tiempo aunque sea para hacer las tres preguntas ^^
Saludotes Málaga y Emma y os leo en un momento desencriptando....xDDDD
ResponderEliminarBesossssssss
No consigo saber el tema del texto, nose si es la poca existencia de jovenes amantes de la literatura, o rebajarse a estudiar a escondidas, alguien me puede ayudar?
ResponderEliminarSaludos y yo creo que lo que trata de transmitirnos Millás en este articuento a través de esa "clandestinidad" que nos describe es justamente la falta de pasión por la lectura entre el público más joven, aunque sinceramente yo creo que esa falta radica en general en todas las edades. No se puede generalizar, ni meter a todo el mundo "en el mismo saco", pero indudablemente Millás en tono irónico hace de la crítica un arte con el que desguazar la problemática de la desgana literaria.
ResponderEliminarSaludos.
Arwen