miércoles, 30 de julio de 2014

TE DIJE QUE VOLVERIA....................CON OTRAS POESIAS.



Podemos quebrar la realidad
aunque sólo un instante,
podemos creer que mañana
por fin reinará la paz.  

Podemos dejarnos llevar
por una   ilusa esperanza,
podemos soñar  un futuro
accesible y conveniente.

Podemos creer que  sabremos
lograr la felicidad,
podemos pensar por momentos
que todo va a ser posible.....

Podemos ver reflejado
otro mundo más amable,
podemos seguir adelante
sin mirar en nuestro entorno.

Podemos volver y alejarnos
siempre, una y otra vez,
pero no podemos huir.
no podremos olvidar...
  




Queridos amigos de calados, nos vemos la próxima temporada...!!!!

lunes, 28 de julio de 2014

35 MILÍMETROS: EL MISTERIO DEL ÁRBOL DE MI INFANCIA

                 


Ultimo corto antes de nuestro "hasta luego" del verano, con él quiero acercaros otra despedida.....
Con esta exagerada imagen, el dibujo del rostro de un niño, expresando la inocencia con una dulzura infinita, pretendo que lleguéis a reencontraros con vuestro ¿olvidado? corazón infantil.

El de hoy, es un corto animado,  cuenta una fascinante historia que nos traslada  al onírico y fantástico mundo de la niñez...

"Cierta noche, mientras un niño duerme le es arrebatado su osito de peluche; el pequeño deberá emprender una asombrosa aventura, a través del inmenso árbol de su infancia, a la búsqueda de  su amigo".

Una aventura surrealista hacia el fascinante y mágico mundo de los sueños, cuyo destino es "El árbol de la Infancia", el universo mágico de cada niñ@. 

Cortometraje  elaborado por la joven artista rusa Natalia Mirzoyan,  con veinticuatro años emprendió (dirección, guión) de una obra maestra que ganó el Festival Suzdal como mejor ópera prima en el año 2009. Los dibujos, hechos con pintura al pastel sobre papel y animados por ordenador, son de una delicadeza exquisita.
Una rama de luz blanca que llega hasta el techo, una escalera que apunta al cielo...el niño sabe que debe subir por ella, para recuperar su oso. Vértigo, molestos pájaros.  En el  enorme y magistral árbol hay un agujero a  otro mundo, el oso de trapo parece cobrar vida, ya que se le escapa de las manos cuando cree alcanzarlo......

......Va tras él...y llega a ese otro mundo, vuelve a sentirse niño,....pero la aparición de alguien inesperado, congela la imagen, enmudece el sonido, la vida, el color. Todo se silencia y se convierte en un mundo imaginario, una historia de cuento, de papel, cuyas paginas se las lleva el viento.....pero, ¿dónde?....

Una preciosa metáfora, que encierra otras muchas metáforas que van explicando como se produce el paso, el abandono de la niñez...Nuestro castillo, nuestro mundo seguro y a medida donde solo los sueños pueden turbarnos...se desintegra.. El inexorable tic.tac, nos destierra de la niñez, nos lanza al vacío y el oso  (niñez) se escurre de entre nuestras manos, lo separan de nosotros, intentos desesperados por recuperar la infancia, y sin remedio, nos vemos abocados a crecer.....




Cada paso, cada año, cada etapa.......una renuncia, un abandono, una despedida....pero también una nueva aventura para vivir, disfrutar, olvidar, recordar... y nuestra mente benévola se pone a fabricar y acicalar  las dosis justas de recuerdos, para alojarlos como se merecen en nuestra memoria....

Ahora sí..... ¡que paséis un gran verano! y que podáis darle voz, algunos ratos, a esos corazones dormidos....

¡Besos y abrazos calados y lectores!, ¡Hasta Septiembre!

Marinela

viernes, 25 de julio de 2014

FOTO POR TÍ_Los calores del verano

Afuera en el callejón las sombras ocultan pasiones. El calor insoportable enciende la noche y el deseo se esparce como esporas en las corrientes profundas del océano. Una pareja se abraza sin reservas, invisibles entre los claroscuros de la estrecha callejuela. Sus labios recorren su piel entre sudor, lápiz de labios y colonia barata. Tras el cristal sin embargo otros ojos les observan. Ellos dos sonríen nerviosos. Para ellos la batalla se desarrolla en mitad del restaurante, pero por debajo de la mesa en la que aún reposan los platos de su cena inacabada. En ese submundo oculto a las miradas son sus manos las que buscan premios escondidos.
Otro día acaba y el calor no amaina al caer la noche, los más terrenales instintos corren sin freno en todas direcciones. Las llamas incontrolables e incontenidas de sus desbocados sentidos consumirán seguro sus pasiones en esta madrugada.
La oscuridad arropa a los amantes y las sábanas blancas se tenderán mañana, al aire de un verano como tantos, borrando entre el sol y la brisa las huellas de otras tantas orgías...

Felíz verano, no sé si tan "tórrido" será, pero caluroso, seguro...
Nos vemos para cuando las mochilas de los peques paseen de nuevo por las calles.
Besos Calados!

miércoles, 23 de julio de 2014

CONDUCTORAS SUICIDAS. Conducción Zen


Matías, autónomo de un pequeño negocio de jardinería, superviviente todavía de esta acosadora crisis, ha meditado la idea de cómo abordar las vacaciones. Se ha dejado llevar por el pensamiento Zen que impregnó su vida cuando contactó con esa filosofía para crear esos relajantes jardines japoneses. No tuvo que hacer grandes esfuerzos para entenderla, porque Matías ya era una persona sencilla, que buscaba saborear sus vivencias cotidianas con su aquí y su ahora, conectado con el flujo de la naturaleza. De modo que alejándose de esos indicadores macroeconómicos y de su incomprensión y estupefacción por la gula monetaria de muchos innombrables, sigue a su intuición y ha decidido marcharse de vacaciones, eso si, dentro de sus posibilidades, de vuelta a sus orígenes, al pueblo que por fortuna tiene playita y todo.

Con el carácter pragmático de los japoneses, Matías planifica detalladamente su salida.

Deja a su mujer en el centro comercial para que prepare la intendencia y él se dirige al taller de su mejor amigo “el tuercas” con su concienzuda lista de control sobre su inestimable coche, prolongación de su ser.

Primer paso para ser un Conductor Zen, deshacerse de los sufrimientos que llevan los imprevistos, llámensen averías y así gozar de la tranquilidad de una buena conducción. Revisar los niveles de los líquidos, frenos, refrigerante, limpiaparabrisas, batería y el nivel de desgaste de los neumáticos (1,6 mm, mínimo)y su presión, así como la regulación de las luces.

Sigue con el segundo paso, encontrar su postura zen, imaginándose un Buda sedente con las piernas ligeramente flexionadas y las manos al volante en posición de las diez y diez; con el confort del aire acondicionado, revisada su carga de gas; con el suave discurrir del coche, gracias a unos amortiguadores en buen estado; sintiéndose protegido por el cinturón y el reposacabezas y regulados los espejos retrovisores para tener ojos en la nuca (el tercer ojo de Buda).

Como el destino es entrañable y conocido, su trayecto está más que claro por lo que se desembaraza del móvil, el GPS, desconecta la radio y prepara el clima para una meditación conductora, para activar una mente que no se mueve y cuando hace algo, simplemente lo hace, fluye con el tráfico en movimiento armónico. Encuentra su espacio, respeta la zona invisible que rodea a cada uno y no se pega al de delante.

Su principal máxima, la amabilidad, ayudando a los demás te ayudas a ti mismo, siguiendo la enseñanza del Gran Amor, la Gran Compasión y el gran Camino de Bodhisattva.

Pero toda meditación tiene una técnica y Matías practica la meditación de la Mente Clara, simplemente ser consciente de lo que está ocurriendo en ese mismo instante, esa mente oye a los coches yendo y viniendo, el viento que roza, el movimiento de las ruedas, el ronroneo del motor, el clic,clic del intermitente, todo ello acompañado con la técnica de la respiración abdominal, contando las inspiraciones hasta 10. En la mente clara no existe ningún sonido que sea considerado ruidoso o molesto, todo es como es.

Ahora bien, Matías reconoce que todavía es principiante para mantener esta técnica , se ha puesto a prueba cuando ha llegado a un hermoso y monumental atasco, circunstancia que ha superado claramente a su mente zen.

Viñeta  de www.e-faro.info
Con la mentalidad mística y oriental de Matías o con la filosofía occidental y práctica de su señora, nos vamos de vacaciones, el cómo ya nos lo dictará el fluir del universo o el de nuestros ahorros.

Nos leemos en septiembre y hasta entonces disfrutad de unas buenas vacaciones, queridos Calados y Lectores.

lunes, 21 de julio de 2014

LA GATA SOBRE EL TECLADO. Frente al espejo.

 

Aquel día lloré hasta quedarme sin lágrimas. Era una calurosa tarde de verano, de mediados de agosto. El son caía a plomo sobre las calles paralelas de aquel pequeño pueblo anclado en un estrecho valle.
Mis amigos me miraban en silencio, sin atreverse a decir nada. Yo había suplicado durante todo el día, lo había intentado de todas las formas posibles, incluso poniendo aquella carita de niña dulce que en más de una ocasión me había librado de una buena reprimenda.

Pero no convencí a nadie. Mi torrente de lágrimas fue a dar sobre tierras impermeables que no pudieron filtrar mi inocente pesar. “Es lo que siempre se hace cuando una niña ya ha tomado la comunión- me habían dicho- es lo que dicta la tradición”. Pero yo no entendía nada de estúpidas costumbres ancestrales que no encontraban respaldo en ninguna ley escrita.

A las cinco de la tarde me llevaron, como los toros a la arena del circo. Mis amigos me acompañaban en aquel breve paseo que me separaba del cruel sacrificio. Mi prima me tomó de la mano intentando darme ánimo. Ella ya había pasado por aquello hacía apenas un año.

La sala era oscura y destartalada y tenía sólo una pequeña ventana que daba a la calle. En la pared, había un espejo enorme que reflejaba mis ojos hinchados y mi rostro enrojecido por el llanto. Y sobre el espejo colgaba un retazo de guirnalda navideña pintada de purpurina que nadie se había preocupado de quitar.

Escuché unos pasos que se acercaban. Eran los de una mujer recia como un roble que entró en la habitación dando grandes zancadas.
- Siéntate frente al espejo -me dijo-
Pero yo no me moví.
- Siéntate guapa -volvió a decir en un tono más irritado- o tendré que atarte a la silla.

Su sonrisa era fría y fingida. Y creí descubrir, en el fondo de su mirada, un placer infinito que se nutría de mi dolor.

Me senté a regañadientes en aquella ajada butaca de skay, mientras mi pequeño séquito seguía observándome sin decir nada. Aquella mujer abrió un cajón de la cómoda que había bajo el espejo, y sacó una especie de sábana blanca que me puso alrededor del cuello. Parecía una minúscula doncella dispuesta a ser entregada como ofrenda a algún dios irascible. Después, cogió las tijeras mientras yo rompía de nuevo a llorar.
- Ni que te fuera a cortar la cabeza -dijo la mujer entre risas-
Primero cayó una y luego la otra. Sobre las desgastadas baldosas hidráulicas yacían mis dos trenzas, brillantes, gruesas, de un color cobrizo con múltiples reflejos.

Aquel día de verano sentí que la infancia comenzaba a alejarse de mí.

viernes, 18 de julio de 2014

EL GRAMÓFONO: "The Way We Were"/ Dave Koz / Vanessa Williams


El talento de Dave Koz, su personalidad y su capacidad para el espectáculo, son sólo algunas de las muchas cualidades de este saxofonista intérprete de jazz ligero, urbano y contemporáneo.
A veces, se adhiere a fórmulas de producción de fusión, voces de fondo, sintetizadores y cajas de ritmos, y un  mínimo  espacio en solitario..

Qué decir de la intérprete femenina, Vanesa Williams.  Es una de las artistas más respetadas y polifacéticas. Ha hecho  musicales en Broadway, videos musicales, televisión y  cine, cosechando elogios  de la crítica como actriz en el escenario, en el cine y en la televisión. 

Ambos interpretan un tema emblemático de una gran película, "Tal como éramos", película estadounidensede del 1973 dirigida por Sydne Pollack y protagonizada por Robert Redfford y Barbara Streisand.

Un película que recuerdo  con nostalgia,......

"Los recuerdos iluminan el fondo de mi mente, 
la llovizna empaña los recuerdos, de cómo eramos. 
Fotografías esparcidas de las sonrisas que dejamos atrás 
sonrisas que nos dimos el uno al otro, por como eramos, 
sera que era todo tan sencillo entonces.. 
¿o el tiempo ha vuelto a escribir cada linea?
Si tuviéramos la oportunidad de hacerlo de nuevo
dime, lo haríiamos, podríamos?,
los recuerdos deberian ser bonitos 
pero lo que era demasiado doloroso recordar 
decidimos simplemente, olvidarlo,
por lo tanto, las risas son lo que recordaremos
cada vez que recordemos, cómo eramos.."



¡Buen fin de semana Calados!

miércoles, 16 de julio de 2014

TE DIJE QUE VOLVERIA.....DE NUEVO CON EL MAR







Una vez más, el mar
como principio y fin de todo argumento,
como encuadre para el amor y por él,
congelado en imágenes, pero vivo....

El mar reproduce su azul una vez más,
en su color, en su presencia,
como única explicación,
como frontera abierta y generosa.

El amor obedece a un tiempo,
pero no a su medida.
Todo lo explica, pero no lo razona,
el mar empapa y envuelve lágrimas y risas.

Es la única ventana al infinito,
la única verdad que podemos vivir,
su existencia es la nuestra,
su inmensidad nuestro sueño...

El mar como metáfora del amor,
del deseo, de la libertad,
de las emociones que nos animan,
del transcurso en la existencia...

El mar como símbolo de fertilidad,
de abundancia desbordante,
bárbaro y sutil, enamorado....
azul para la vida....



lunes, 14 de julio de 2014

35 MILÍMETROS: "DJI. DEATH FAILS"




Un divertido cortometraje de animación, para este lunes de mediados de Julio, se acercan las vacaciones y nuestra propuesta es ponerle buena cara al tiempo.

En clave de humor..........negro, nos saca la sonrisa este personaje temido, oscuro y despiadado que puesto en escena de esta manera, no parece tan temido.

Apenas cuatro minutos bastarán para desmontarle el plan al  señor de la guadaña.


El cortometraje es guión de DMITRI VOLOSHIN de Moldavia

Sinopsis:
"Dji es una muerte inusual. El Caballero Oscuro ha aparecido de forma diferente. No, no es que sea blanco y rellenito, sólo es terriblemente desafortunado. Todo lo que tiene que hacer es llevarse el alma de un hombre moribundo. Pero se encuentra con muchos obstáculos por el camino. Dji tiene una terrible mala suerte.  Los guionistas le prepararon un camino difícil... ¿Logrará superarlos? Ya lo verás".



.Es que no es fácil ser el ángel de la muerte ...!!

Qué tengáis muy buenas vacaciones amigos calados!!

Marinela

viernes, 11 de julio de 2014

FOTO POR TÍ_Quién fuera...

…periquito.

Le miro a través de los barrotes de su jaula.
Lleva con nosotros algunos años, no hace falta recordar cuántos, y no porque sean pocos ni demasiados, es simplemente porque no acostumbro a recordar ese tipo de cosas, como no recuerdo tantas otras. En cambio mientras le observo sí vienen a mi memoria otros momentos, otras vivencias que casi parecen otras vidas pero que sin embargo son parte de la mía.

Recuerdo a mis hijos cuando eran más pequeños. Una época no tan lejana en la que el periquito acababa de llegar a casa y "amaestrarle" era uno de sus mayores entretenimientos. Me recuerdo a mí mismo en un tiempo en el que el explicarles tantas cosas, incluido el proceso de domesticación de un periquito, era algo que podía hacer por ellos y algo que ellos esperaban de mí.
Vienen a mí todos esos momentos mientras observo la mirada despierta, al tiempo que extrañamente ininteligible de mi periquito, y me pregunto por sus recuerdos. Eso me ayuda a mitigar un poco al menos, el regusto triste que me han provocado los míos.

Así que olvido de nuevo aquel pasado y me planteo qué será capaz de almacenar el animalito en su memoria. Qué tipo de recuerdos es capaz de guardar su minúsculo cerebro, o en qué oculto rincón de sus micro circunvoluciones cerebrales tendrá lugar quien sabe qué extraño proceso neuronal… ¿él me recuerda mientras le miro y me mira? ¿Me conoce? O mejor, ¿qué piensa de mí…? ¿Recuerda cómo le privé de la comida hasta que conseguí que comiera de mi mano? ¿Me guardará rencor por ello? ¿Desearía acabar conmigo si su pico fuera grande y poderoso como el de un águila real? ¿Sabe, intuye o imagina qué es lo que hago mientras le apunto con un objeto extraño, de un sólo ojo, negro y metálico, que además no deja de emitir chasquiditos?

Hay días, bastantes, en los que sincera y desgraciadamente envidio su tranquila y apacible vida enjaulada. Envidio la simplicidad y sencillez de su mundo de barrotes y mijo. Envidio la honestidad de sus días y cómo se enajena, feliz en apariencia, golpeando con su pico en salvaje frenesí los cascabeles con los que adorné su jaula. Envidio su inquieta mirada cuando sigue con sus ojillos los movimientos de los gorriones, esos que picotean en el suelo del balcón hasta el último resto de la comida que él siempre deja caer. Pero lo peor no es eso.
Lo peor es que hasta envidio a veces el mismísimo tamaño de su cerebro.

Hablando de la memoria...
Un saludo calado!
Emilio








miércoles, 9 de julio de 2014

PASABA POR AQUÍ: "AUSENTE·"


Ayer hablaba de "Vivir el momento", hoy me refiero a "olvidar lo vivido"......

"Su voz se ha silenciado, no hay emociones que le arrebaten el alma. Los sentimientos se le han dormido en un sueño profundo y quieto. Quizá mañana despierte con un fugaz roce o siga dormida, ausente y activa en esta vigilia que contempla desde fuera, desde donde dibuja el paisaje y a veces, se une a él.
Con más facilidad se aleja, y más le cuesta volver, sigue viajando a su mundo de historias, música y poemas, de cielos, árboles y tierra, de paz, silencio, allí donde  la realidad y el sueño tienen el mismo rostro . Sigue estando en ningún sitio y no sabe a dónde va, solo la llevan sus pasos, ellos saben….. ella, no..."


Por suerte aún existen verdaderas historias de amor y respeto que crean la magia en cada regreso......



¡Qué tengáis una semana plena de vivencias y recuerdos!

Marinela

lunes, 7 de julio de 2014

LA GATA SOBRE EL TECLADO. Una extraña junto al mar.



Me habían dejado las llaves de un apartamento junto a la playa. Era a principios de noviembre pero algunos días, el sol aún intentaba hacernos creer que seguíamos en verano. Quizás no hacía tiempo ya de meterse en el mar hasta que el agua llegase a la barbilla, pero sí se podía pasear por la arena con los pies  descalzos y leer un buen libro bajo una sombrilla de paja. Así que no lo pensé más. Acepté las llaves con una tremenda sonrisa y llamé a mis dos amigas del alma, Carmen y Laura.
Ambas me hicieron la misma pregunta:
- ¿Nosotras solas? ¿sin hijos?
- Exactamente.
- ¿Todo un fin de semana?
- De viernes a domingo.
A través de la línea telefónica pude oir sus gritos de entusiasmo. Parecían colegialas el último día del curso, o el primero. Hacía décadas que no salíamos juntas. Miento. En los últimos años habíamos coincidido, en hospitales y entierros, entablando las conversaciones habituales en estos casos;: "Ya ves, siempre nos vemos en malas circunstancias. A ver si quedamos un día",pero luego, por pitos o por flautas,  no quedábamos, y el tiempo pasaba con la rapidez de una estrella fugaz. La vida cotidiana nos apresaba con sus hilos invisibles, y sólo de vez en cuando, mientras hacíamos la cena o poníamos la última lavadora del día, hablábamos algunos minutos por teléfono, apresuradamente.
Hice acopio de provisiones e incluso me atreví a añadir a la cesta una botella de ginebra barata. Seguro que había una noche para contar historias de miedo, o de desamores  o de decepciones. Y para arrancar una sonrisa entre lágrima y lágrima, nada mejor que dejar que el alcohol resbalara por nuestra garganta intentando anular nuestra consciencia.
Pero las cosas se torcieron dos días antes de nuestra partida. A Carmen le surgió lo que ella llamaba un ineludible encuentro familiar, y Laura perdió pie mientras cambiaba una bombilla subida a un inestable taburete, y se hizo un esguince en el tobillo que ya acumulaba  antiguas lesiones. A mí el alma se me cayó al suelo, lo confieso. Allí estaba yo, rodeada de víveres suficientes para alimentar a un ejercito de orcos y con unas prometedoras llaves en la mano que podrían abrir la puerta de muy buenos momentos.
 Aunque nada estaba  saliendo como yo quería, después de pensarlo un poco, decidí irme. Era una ocasión única para tener tiempo para mí, leer, pensar, recordar, pasear junto al mar y decidir qué hacer con la vida que, posiblemente, aún me quedaba por delante.
Había tráfico en la carretera .La costumbre de ir a visitar a los respectivos difuntos el Día de Todos los Santos disparaba las salidas y todavía no sé por qué razón un porcentaje alto de ciudadanos tenían a sus tristementes desaparecidos parientes a cientos de kilómetros de sus vidas cotidianas. De todas formas, me lo tomé con paciencia y a eso de las cinco llegué a Peñíscola, escondida entre un mosaico de sol y sombra.
El apartamento era pequeño. Una cocina americana, un cuarto de baño minúsculo, una habitación donde apenas cabían dos estrechas camas pero, eso sí, una gran terraza con vistas al mar. Salí y apoyé los brazos en la barandilla mientras pensaba que sería maravilloso vivir allí, en aquella terraza amplia, y supuse que, al menos por la mañanas, soleada.  Deshice el breve equipaje y lo introduje en uno de los armarios empotrados. Qué distinto hubiera sido si hubieran venido mis amigas. Ahora estaríamos saltando sobre las camas como alocadas adolescentes y dándonos almohadonazos en la cara unas a otras. Pero hacía tiempo que tenía una enorme capacidad de resignación y sabía que había que contar con lo que realmente tenía entre las manos: una enorme bolsa de provisiones.
El frigorífico daba asco. Algún imbécil lo había dejado cerrado y al abrir la puerta el olor a moho se extendió por toda la cocina. Abrí la ventana de par en par,  busqué unos guantes de goma, una botella de lejía y me puse manos a la obra.
En principio, no era el fin de semana con el que yo había soñado.


II



A las cinco de la tarde aquella guarida comenzó a parecer un hogar. El olor a cerrado se había escapado por las ventanas y la luz entraba a raudales por la terraza cuya puerta había abierto de par en par. El mar apenas se movía. Parecía una de esas postales en las que el cielo siempre sale exageradamente azul. Había llegado la hora de salir,  pisar la arena caliente y correterar por la orilla de la playa saltando la espuma de lo que antes habían sido grandes olas.

La playa estaba desierta a aquellas horas de la tarde. Se había nublado y el agua del mar había adquirido un suave tono gris. Extendí la toalla sobre la arena y me senté al tiempo que sacaba un libro de mi bolso: La Extraña, de Sándor Márai. Leería un rato y después daría un paseo hasta la ciudad para detenerme en cada tienda de ropa y tomarme una cerveza muy fría en cualquier chiringuito. Echaba de menos a mis amigas, a mis hijos, a mis vecinos.  Necesitaba a alguien con quien hablar, con quien compartir aquellos momentos de ocio que cada vez se parecían más a profundos instantes de soledad. Si al menos tuviera un perro.
Alguien tosió cerca de mí, intencionadamente. Cerré el libro y me volví en esa dirección. No podía ser.
- ¿Daniel?
- Rosa, cuánto tiempo.
Quince años, quizás veinte, Toda una vida que parecía fundirse en apenas dos segundos. Me levanté de un salto mientras me sacudía la arena de mi falda.
- ¿Qué es de tu vida? ¿Qué haces por aquí?
Sonrió de aquella forma que me cautivó siendo todavía una adolescente. Apenas había cambiado.
- Ya ves, pasear.
Reí abiertamente.
- Eso ya lo veo. ¿Qué haces en Peñíscola fuera de temporada?
Pude advertir un instante de duda.
- Mi empresa celebra una convención. Estaremos todo el fin de semana aquí. ¿y tú?
 Le expliqué el plan desde el principio: el apartamento prestado, las amigas que no habían podido venir a causa de sus desventuras, la ocasión de cambiar de aires, el deseo de descansar. Cuando acabé apenas tenía aliento.
- Entonces ¿tienes tiempo para dar un paseo?
Fue como volver al pasado a grandes zancadas.  Los recuerdos surgían a borbotones, como el agua de una tubería reventada. Nos conocimos en un campamento, a finales de los años ochenta. Fue un amor a primera vista, un amor que cambió el color de las cosas, el sabor de las comidas, la duración del tiempo. No recordaba haber vuelto a amar de aquella forma tan ciega. Y veinte años después estaba con él, paseando por una playa ajena, olvidando que ya algunas arrugas surcaban mi rostro y las canas habían desterrado el color cobrizo de mi cabello para siempre.
Comenzaba a caer la tarde, y la brisa, antes cálida, se volvió húmeda y fresca. El me tomó de la mano mientras seguía hablando de larguísimos viajes a Paris, a Alemania, a Londres. Yo callaba por no decirle que apenas salía de casa y lo más lejos que había ido en los últimos años era a Cuenca, en una insoportable excursión organizada por la asociación de vecinos del barrio.
Después de una larga caminata nos sentamos al abrigo de unas barcas que dormían sobre la arena. Nos miramos y no hizo falta más. La pasión que habíamos sentido años  atrás volvió con la fuerza de un huracán joven y feroz. Me besó en los labios, en el cuello. Me besó las manos como si yo fuera un bebé. Acarició mis mejillas como si no pudiera creerse que estábamos juntos, de nuevo, y que el concepto  del tiempo había cambiado por completo.

III

Abrí la puerta con sumo cuidado, como si temiera romperla.  Le dí al interruptor de una pequeña lámpara que había sobre la mesilla y me dejé caer en el sofá como un pesado fardo. Aún ardían mi cuello y mis labios,  y un hormigueo excitante recorría todo mi cuerpo.
La transformación anímica que  había sufrido parecía haberse contagiado a todo lo que me rodeaba. La pequeña estancia que daba a la terraza, y que antes me había parecido desolada y cutre, ahora semejaba  acogedora y tierna como un oso panda. Me quité los zapatos y dejé que la arena que guardaban se escurriese hasta el suelo.  ¿Cómo podían recuperarse en un par de horas sensaciones que creía perdidas, olvidadas para siempre? Miré mis manos y recordé sus besos suaves, como inocentes lametazos de chiuaua. Acaricié mi cuello y noté una protuberancia ¡Dios mío! un chupetón en toda regla. Aquello si que era la adolescencia recuperada. Afortunadamente, en mi ligero equipaje guardaba un pañuelo de seda que me acompañaba en cualquier desplazamiento.  Si aquella evidente prueba de pasión no cedía en las próximas horas, me vería obligada a hacer uso de ella.
Habíamos quedado a las diez para cenar y tomar una copa, así que tenía apenas dos horas para parecer la más hermosa diosa del Olimpo. No había tiempo que perder.
Me duché, me lavé el cabello a conciencia para quitar cualquier rastro de arena, me maquillé con esmero y salí a la terraza para ver si aquel mar en calma conseguía transmitirme algo de sosiego. Me hubiera gustado ver una puesta de sol, pero evidentemente, el sol nunca se pondría por el Este. Además, densos y oscuros nubarrones habían cubierto el cielo hasta dejar oculta la más brillante de las estrellas.
Me pondría el vestido azul de punto, gasa y tul. Había copiado el modelo de la exitosa serie sexo en Nueva York, y lo cierto es que me había salido clavado. También es verdad que antes de ponerme manos a la obra, había recorrido toda la ciudad hasta encontrar los tejidos que creía más adecuados.  Después, lo había cosido en mi vieja máquina Singer y el resultado había sido espectacular. Cualquiera que no fuese un entendido en moda, hubiera pensado que aquel precioso vestido había salido directamente de la tienda más vintage de la Quinta avenida.
Las diez en punto. Tal y como habíamos quedado, Daniel llamaba al timbre de la portería. Sentía mis mejillas pálidas y frías, aunque mi corazón latía velozmente. Antes de abrir, y en busca de una seguridad que no llegaba a sentir, quise darme la última miradita en el espejo. Quería comprobar que realmente estaba preciosa. Abrí el armario de luna y me puse frente al espejo.¡ Dios! la falda de tul me hacía aparecer como un escarabajo pelotero entrado en años. Los michelines habían invadido lo que antes era mi cintura y se marcaban escandalosamente en la ligera tela de punto. Tenía el cabello crespado y sin brillo -maldito champú de marca blanca-, y unas suaves ojeras violáceas sitiaban mis ojos cansados. ¿Quién era aquella extraña que me había sustituido y con la que ya no me identificaba?
El timbre seguía sonando con insistencia, pero no abrí la puerta.


No era el fin de semana con el que yo había soñado, pero en algunos instantes fue aún mejor.

viernes, 4 de julio de 2014

EL GRAMÓFONO: JOHN ZORN, "BESOS DE SANGRE"




Buenos días Calados, os traigo una propuesta del compositor y saxofonista  John Ziorn; "Besos de Sangre".

Es un músico de gran creatividad que ha asimilado multitud de influencias y siempre ha sentido predilección por la escena "underground",  movimientos contraculturales que se consideran alternativos, paralelos, contrarios, o ajenos a la cultura oficial y ha apostado por propuestas extremas y arriesgadas.

Zorn se introdujo en el jazz llevado por su pasión hacia la música contemporánea. Ha trabajado en múltiples proyectos,   Masada ha sido uno de ellos, un grupo de jazz con influencias muy variadas abiertos a la improvisación

Edita sus propios discos, además de los de multitud de artistas de la escena vanguardista.

El hecho es que John Zorn se ha convertido en paradigma y estandarte del Jazz creativo,  a veces,. demasiado vanguardista.

Qué disfrutéis con este vídeo, que además de la música tiene unas imágenes que os mantendrá distraídos durante unos minutos...




¡Que tengáis muy buen fin de semana!

Marinela

miércoles, 2 de julio de 2014

TE DIJE QUE VOLVERIA .............CON NUEVAS METAFORAS


   Fotografía: Fernando Fernández Páez.






 Hay un muro intangible e imperceptible,
 más allá de nosotros mismos,
 de nuestros pensamientos.

Un vacío inmenso y turbio
nos separa de todo cuanto nos rodea,
tras cada gesto, cada intención y cada movimiento,
hay una nada absoluta que nos aísla.

Solo queda un silencio entre dos mundos,
un horizonte cercenado y nebuloso,
un infinito discontinuo,
partido por esa barrera que se ubica
entre nosotros mismos y nuestro alrededor.

No hay comunicación,
no hay razonamiento ni intercambio,
soledad y silencio, planos distintos,
realidades paralelas que nunca convergen.

Formamos parte de una existencia virtual,
sin contacto real en el tiempo y el espacio,
vivimos nuestro propio transcurrir,
como una continua interacción
con el mundo que nos rodea.

Sin embargo,  todo es una construcción mental,
urdida por un universo que nos dirige.

Desfilamos por entre unos decorados,
acordes con nuestras vivencias y situaciones,
como distintos niveles de un juego
infinito y absurdo, obligados a jugar eternamente.

Este es el gran secreto de la vida,
el gran objetivo de la existencia,
nuestra razón de ser......

Intentamos encontrar sentido,
desde nuestra propia perspectiva,
a lo que está fuera de nuestro alcance.