lunes, 30 de marzo de 2015

LA GATA SOBRE EL TECLADO. Tiempo de juegos




No había llovido durante los últimos meses, pero aquella noche el cielo había sido generoso y el agua había caído a cántaros. Los dos niños se habían sentado junto a su abuelo que dormía relajadamente en su viejo sillón de mimbre.
-Abuelo -dijo el menor de los dos tirándole de la manga-, el río viene con crecida.
-Eso es estupendo -contestó el abuelo mientras se despertaba del todo-. Hacía tiempo que no venía riada.
-Abuelo, ¿tu de pequeño ibas al río cuando traía agua?
El abuelo buscó mejor acomodo en el sillón y se desperezó. Estaba claro que no podía seguir dormitando. 
- Pues claro -dijo-. Siempre ha sido una novedad que el río traiga agua. 
El hermano pequeño le miró con curiosidad desde sus ojos grises. 
- ¿Y que hacías para ir al río?
El abuelo le miró atónito.
-¿Y que iba a hacer? Buscaba a  los amigos y nos íbamos con las bicis, igual que hacéis vosotros.
Se quedó un instante en silencio.
-Bueno, igual que vosotros no -rectificó-. Nosotros íbamos sin casco, sin rodilleras, sin frenos e  incluso algunos, sin pedales.
El hermano pequeño puso cara de terror.
-¿Y eso no era peligroso, abuelo?
El hombre se encogió de hombros.
-Bueno ¿y qué  te podías hacer, una rozadura, un corte? Un poco de mercromina y otra vez a jugar.
La mercromina lo curaba todo, supongo. En las heridas se formaba una costra que, al caerse, te dejaba la piel rosa como la de un bebé...  Pero ¿cuál es el problemas chavales?
- Queremos ir al río y meter los pies en el agua, y tirar piedras...
-Pues venga ¿a que esperáis?
-No nos dejan y además como llevamos esto... - afirmó al tiempo que se señalaba el brazo-. 
El abuelo bajó la voz.
-Tengo una idea pero es un poco arriesgada de poner en práctica
-¿Qué idea?
El abuelo negó con la cabeza.
-No he dicho nada. Olvidadlo.
-Por favor -rogó el mas pequeño-.
El hombre cerró los ojos abrazados de profundas arrugas. Recordó los campos sembrados de vid, su bici, una Orbea de color verde heredada de tres hermanos, el agua del río turbulenta y fría, los gritos de sus amigos chapoteando aquí y allá, el día en el que Josemarieta se dio un resbalón en el lodo y se abrió una ceja...
- Abuelo, dinos tu idea.
El abuelo les miró primero uno y después al otro. Había tanta ilusión en aquellas miradas inocentes.
-Venid aquí -dijo bajando la voz-, pero como digáis algo de esto os corto las orejas.
Los tres se hicieron una piña y durante unos minutos solo pudieron escucharse susurros y risas nerviosas.
Media hora después los dos hermanos cogían el camino del río montados sobre sus bicis. A derecha e izquierda del camino crecía el trigo amarillo, vacilante con las ráfagas de viento.
Llevaban puestos sus cascos reglamentario, las luces de posición, los chalecos reflectantes. El riesgo era una palabra borrada del diccionario.
-Ahí hay una caseta, vamos -ordenó el hermano mayor-. ¿Tienes miedo?
-No -contestó el pequeño-, pero su voz trémula delataba que mentía.
Se quitaron las mochilas y las dejaron en el suelo. Sus miradas brillaban como si tuvieran fiebre.
-¿Dónde esta el tuyo?
- En el brazo.
- El mío también.
- Toma, ponte agua oxigenada. Será un momento.
- La sangre me marea.
- Pues no mires.
El hermano mayor sacó la navaja de la mochila e hizo una pequeña incisión en el brazo de su hermano. Este apenas pronunció un uy ahogado por el pudor. 
- ¿Te he hecho daño? 
- Da lo mismo. Vale la pena. 
El hermano mayor se hizo a sí mismo otra incisión en el antebrazo. Después, se miraron satisfechos. 
- ¿Vamos al río?
- Vamos. 

El abuelo se había quedado dormido en el sillón de mimbre, medio al sol, medio a la sombra. La tarde era plácida, suave como las alas de una mariposa, placidez que quedó destrozada cuando ella, su hija, se plantó frente a él. 
- ¿Has visto a los niños?
- Por ahí iban. 
- Te he visto hablando con ellos a través de la ventana. ¿Qué tramaban?
- Nada, que yo sepa. 
La mujer andaba nerviosa de un lado para otro. 
- Los localizadores no responden. Es como si no los llevaran puestos.
- Como no los van a llevar puestos -repuso el anciano-, si los llevan bajo la piel, como los perros.
- No hables así. Es por su seguridad.
- No te preocupes tanto, hija. Volverán pronto. 
La mirada de ella fue de fuego. 
- Estoy segura de que has tenido algo que ver con esto. 

Tiraron las bicicletas sobre un ribazo y se quitaron los zapatos y los calcetines. Sus ojos brillaban como esmeraldas al mediodía. Chapotearon, lanzaron piedras al agua, se pusieron de barro hasta las orejas. Jugaron con la tierra, lucharon con cañas de bambú, treparon a los árboles, escalaron muros, robaron peras limoneras. Nunca habían disfrutado tanto. 

El atardecer cayó de repente, como el telón de un teatro. Entre nubes rojizas y anaranjadas, el sol se fue a iluminar otras realidades. Los dos montaron sobre sus bicis y regresaron a casa. Pedaleaban en silencio. Sabían que la bronca caería sin remedio. Habían desafiado las normas en un mundo en que éstas habían triunfado sobre la vida. La libertad tenía sus riesgos y los riesgos eran sencillamente indeseables.
Su madre los esperaba en la puerta de la casa con el gesto torcido y los brazos cruzados bajo el pecho.
- ¿Dónde estabais?
- En el río - dijo el más pequeño de los hermanos-.
- ¿Y vuestros localizadores?
El hermano mayor miró el sillón de mimbre vacío.
- ¿Y el abuelo? - preguntó a su vez-.
- Contéstame.
- Contéstame tu.
- Serás...
- Lo habéis devuelto a la residencia ¿no?
La voz de la madre sonó nerviosa.
- Eso son cosas de las personas mayores. 
El hermano mayor se adelantó. Tenía la cara roja de rabia.
- Hemos estado en el río, mamá, nos hemos manchado de barro, hemos tirado piedras, nos hemos cortado con una caña, hemos robado peras...
- ¡Callad de una vez y pasad dentro!
- ¿Y el abuelo?
La mujer adelantó la barbilla y apretó las uñas sobre sus propios brazos cruzados.
- Está en la residencia.  Ahora mismo es un peligro para vosotros. Ya lo entenderéis algún día.


La tarde caía rápidamente como una fruta madura. Las nubes rojizas se habían vuelto azulonas y grises. Los dos hermanos se montaron en sus bicis y pedalearon camino abajo.  Hasta el anochecer, aún quedaba tiempo para jugar. 



viernes, 27 de marzo de 2015

EL GRAMÓFONO: "EL CISNE"




Le carnaval des animaux es una suite musical en 14 movimientos compuesta por el compositor romántico francés Camille Saint-Saëns. Originalmente, fue concebida para un grupo de cámara compuesto de flauta, clarinete, dos pianos, armónica de cristal, xilófono, dos violines, viola, violonchelo y contrabajo y es como broma para un día de carnaval, así que aparecen leones, gallinas, tortugas, canguros, burros y varios animales más y tiene toques de buen humor .El cisne es la única pieza de la suite, que se editó en vida del compositor. Tenía miedo que por el carácter frívolo y banal de la obra, su prestigio de compositor se viera  perjudicado.

Esta interpretada por uno de los componentes del dúo "2 cellos", Stjepan Hauser, el joven chelista croata que junto a Luka Sulic conforman uno de los dúos conocidos y ya asiduos de Calados. Interpretan por igual pop, rock o música clásica y lo hacen con la misma pasión, fuerza, sensibilidad y frescura que les caracteriza.



Espero que os guste.
¡Va por vosotros Calados!. ¡Feliz finde!

Marinela

miércoles, 25 de marzo de 2015

TE DIJE QUE VOLVERIA ............para poder volar.

   
             Fernando Fernández Páez.



           Solo pretendo amar o dejar de amar en libertad,
           sufrir por la distancia o manejarla a mi antojo,
           sentirme transportado  o anclarme al olvido,
           desear con una pasión animal o sentir el inmenso vacío.


          Solo aceptaría vivir un sueño, para luego recordarlo,
          caer en la locura, para confundirme entre los confusos.
          hacer el amor de manera salvaje para luego partir,
          comprar mi libertad para luego regalarla a cualquiera.

          
         Solo deseo recorrer tu cuerpo, desorientado, sin rumbo
         para luego soñarte, lejana, inaccesible, etérea...
         convertir cada momento en una eternidad irrepetible,
         y mirarte a los ojos, complices para mi amor..


        Solo quiero barreras entre tú y yo, infranqueables, crueles,
        para que caigan ante mi codicia, ante mi orgullo febril,
        nada podrá transformar el sueño en realidad,
        ningún escenario es posible, está hecho de sueños...


       Sólo sé que nada existe fuera de mis deseos y mis nostalgias,
       que la realidad es convencional y mata la  pasión de la tristeza,
       qué sólo soy libre cuando pretendo llegar a serlo,
       que tengo amor para inundar cualquier valle, para volar.

         

lunes, 23 de marzo de 2015

35 MILÍMETROS: "Con un Pedazo de Tiza",


Último lunes del mes de marzo, ya entrada la primavera, la propuesta que os hacemos en este espacio dedicado al cortometraje es "With a piece of chalk".

Se trata de un videoclip  cuyos autores no son directores de cine experimentados ni cuentan con un gran presupuesto, pero  han sabido combinar en un  cortometraje de movimiento lento,  el Breakdance y la exposición de la realidad familiar de un niño que encuentra su apoyo y evasión en  el baile. Además de tener grandes imágenes,  el protagonista de este cortometraje, Justine, que practica  Breakdance desde los 5 años, nos deleita con una sorprendente habilidad para la danza.

La pieza musical es deVincent Lee

En el corto, percibimos  la violencia doméstica,  la intimidación y persecución en la escuela, el acoso, la indiferencia de un profesor que desconoce la tragedia silenciosa a la que le someten otros niños. En este escenario, el niño crea otro propio, a su medida,  que construye con tiza, números y baile. Un universo en el que refugiarse cuando la huida de su infeliz realidad se hace imprescindible para sobrevivir. 



¡Qué tengáis una feliz semana Calados!

Marinela

viernes, 20 de marzo de 2015

FOTO POR TÍ_Selfiando, que es gerundio. O acabará siéndolo...

Salí a pasear un rato con Valencia rebosante de gente por los cuatro costados. La ciudad no es muy grande, y el casco antiguo era un auténtico hervidero. Las fallas en las calles, y las calles llenas de personas. Y las personas llenas de móviles. Y los móviles se han convertido en una auténtica necesidad para calmar los narcisismos. Para satisfacer al propio ego. Para anunciar a todos que estamos, y que estamos ahí, o allá o aquí.

Esta buena mujer, solitaria ella, llegó sin demasiados ambages móvil en mano, levantándolo mientras lo miraba en una postura cercana a la luxación cervical. Su interés se centraba en buscar su propia cara dentro de la dichosa pantallita, y en enmarcarla contra un fondo adecuado, vaya usted a saber cuál. Movía de modo bisoño su brazo y rebuscaba el ángulo concreto, convertida la pantalla del teléfono en retrovisor de la realidad que compartíamos, y que por otra parte, ignoraba con desvergüenza y despreocupación apabullante. Trataba a todas luces de aderezar la composición con la consabida guinda que, cómo no, había de ser ella misma.

Ocupaba yo un rincón de la acera, pegado a la pared y sin molestar a nadie, a la espera de las  sorpresas que sin duda me aguardaban entre la muchedumbre, y justo entonces fue que esta señora se posó, cual mosca en dionaea, a escasos tres palmos de mi cara. 
Invisible no soy ni transparente, y ante la insolente amenaza de su brazo cercano a mi parietal, me defendí encarando mi cámara y apuntándole directamente entre ceja y ceja. A decir verdad, no traté de disuadirla ni de impedir que culminase en su empeño, y como en efecto no desistió de culminar su tarea, sólo me dejó la opción de defenderme..., y disparar.
Darle, le di.

¿Gané?

Buen fín de semana Calados!

miércoles, 18 de marzo de 2015

PASABA POR AQUÍ: TARDE DE FALLAS




Este miércoles me he despertado con ruido y olor a pólvora, por lo que no puedo evitar hablar de una fiesta que en estos días impregna las calles, los barrios y la vida de muchos valencian@s, LAS FALLAS.

Oficialmente comienza con la tradicional "Crida" desde un balcón emblemático e impresionante, las Torres de Serranos, en su día una de las puertas de acceso a la ciudad. Es un  llamamiento a los valencian@s y visitantes. Esta "llamada" la hace el cargo más representativo de la ciudad,  el alcalde, en nuestro caso alcaldesa. Acuden desde  todos los barrios  y casales, (lugares de encuentro),  falleros/as congregándose delante del monumento fortaleza de Valencia.

No voy a mencionar la "anécdota" que corre  de boca en boca, y a través de las redes como la pólvora, lo que es evidente es que el respeto por la Lengua, los orígenes y el patrimonio cultural no se pueden poner entre dicho, ni pueden ser vapuleados como lo fueron desde El Cabildo, cuya representante, con total y absoluta falta de respeto por la Lengua con la que intentó expresarse, lanzó una invitación, que por si sola, fue todo un desprestigio.

Volviendo a ese mundo un poco cerrado y en ocasiones conservador de las Comisiones, (censo y lugar donde se adscriben falleros /as), existen algunas, que como baluartes, aportan luz y frescura a la fiesta. Una de esas excepciones es la Comisión que se sitúa entre las calles Cura Femenía-Càdiz-Puerto Rico, en pleno corazón del barrio de  Ruzafa. Es una de las pocas fallas que levantan su figura principal "al tombe" sirviéndose de cuerdas y de la fuerza y el empuje de los miembros de la Comisión.
"Noscarmientas", que así se llama, es una Comisión  con un presupuesto que no sobrepasa los 3000 euros destinados a crear, diseñar y "plantar" dos monumentos en la intersección de sus calles. Una Comisión formada por unos cien falleros que demuestran año tras año, que para "plantar"  falla no se necesita una desmesurada cantidad de dinero, pues para lograr su objetivo, la crítica, a través de la sátira, el sarcasmo, el ingenio y la gracia,   basta con poner esfuerzo, imaginación, ideas y liderazgo y muchas, muchas horas de trabajo, trabajo de todos ellos, que suman horas robadas a su tiempo libre para que esos monumentos puedan erguirse orgullosos y provocadores en terreno público y que llegado el día 19 por  sentencia firme, se sacrificarán, serán pasto de las llamas y  de sus cenizas, resurgirán, perpetuando el ciclo de su existencia, las primeras ideas del próximo proyecto...

El fuego purificador acabará con todo aquello que queramos que desaparezca sin dejar rastro. Las fallas, aunque ruidosas e incómodas para muchos, no dejan de ser tradición arraigada de este pueblo, una fiesta que derrocha luz, calor, color, música y arte...

¡Os invito a visitarlas!





Marinela

lunes, 16 de marzo de 2015

LA GATA SOBRE EL TECLADO. Tarde del viernes pasado.



Es viernes. Vuelvo de trabajar y estoy derrotada. Son pasadas las nueve y ya han encendido la iluminación de fallas. Atravieso el descampado que me separa de mi casa por puro placer. Lo cierto es que podría hacer el camino por una calle en condiciones y bien iluminada. Pero, desconozco el por qué, prefiero regodearme en mi desaliento, pasear mi lasitud sobre la tierra baldía. Me gusta ir esquivando guijarros y deposiciones perrunas a la luz intensa de una luna, que de llena, espanta.  Cuando llego a la calle, me sorprendo al ver las terrazas llenas de gente tomando cerveza y patatas bravas. Yo sigo caminando a buen ritmo a pesar de mi cansancio. Sospecho que en casa no me espera nadie. Mi hija tenía una reunión de antiguos alumnos y mi hijo se ha ido a cenar con una amiga. Pero me equivoco. Tito, mi gato, me espera tras la puerta con ojos ansiosos. A mis gatos no les gusta estar solos. Probablemente se sientan abandonados, olvidados para siempre, como  mis jazmines. Pero sin duda ellos también se equivocan. Me quito los zapatos con la misma rabia que si fueran aparatos de tortura y me siento frente al ordenador. Quiero saber de vosotros aunque mis ojos estén cansados y mis juanetes enrojecidos. Vaya, Toro salvaje ha tirado un poema por la ventana y casi le da a una de las musas que, previamente, había abandonado. Ester nos habla hoy de las clases de inteligencia, y mira que hay. Yo creo que sólo tengo esa que se relaciona con el sexto sentido, pero del que no ve muertos, por ahora. Ana Bohemia nos conduce a la historia de las velas, esas que quisimos encender junto a la chimenea antes de que se nos quemará el sofá y el abriguito azul de la niña. Y de su mano encuentro a su gemela. Creía que era una fantasía o una conspiración de las muchas que pululan por ahí. Pero no, la gemela de Ana existe y tiene  un bonito blog. De ahí, y de la mano de un Calado, Emilio, me interno en el barrio del Carmen y descubro un grafitti en ciernes que promete ser una obra de arte. 
Vaya. Cómo ha pasado el tiempo. Son ya las diez y media pasadas. Recorro los canales de la tele pero no veo nada por lo que valga la pena perder el tiempo. Es entonces cuando recuerdo que en la nevera me aguarda un exquisito plato precocinado de mercadona, de esos que abaratan porque están a punto de palmar. Compruebo que la cerveza está muy fría y caliento el pulpo a la gallega. Descubro, una vez más, que la felicidad está pegada cual moco a las cosas pequeñas, a esas que no solemos dar importancia, a las que sólo echamos de menos cuando dejamos de tenerlas. Miro por la ventana. La luna está inmensa, yo diría que incluso más grande que otras veces. Se escuchan petardos, uno cada segundo, más o menos. Pólvora para la paz -pienso-, y pienso también que así debiera ser toda ella. Mientras el pulpo se calienta en la sartén - el microondas también se rompió en aquella semana trágica de la que ya os hablé-, vuelvo a asomarme a la ventana. Escucho gritos en la calle. Suenan ahogados, débiles, como de alguien que ya no puede más. Entre dos coches aparcados descubro una figura vestida con una túnica blanca. Su rostro también tiene la lividez de lo terminal. Me mira y me sobrecojo. Lleva algo en la mano y me lo ofrece. Desde mi sexto piso es difícil saber que es, así que cojo los prismáticos y vuelvo a miar con atención. Es un poema escrito en un papel arrugado. ¡Dios!- exclamo en voz alta-. Es la musa que Toro salvaje abandonó y lleva en la mano el poema que tiró por la ventana. Ansiosa, nerviosa, excitada, salgo corriendo hacia la calle. Pero antes cojo un trozo de torta de calabaza y lo envuelvo en papel albal. Esa pobre musa abandonada debe estar muerta de hambre. ¿O será que las musas no comen?

viernes, 13 de marzo de 2015

EL GRAMÓFONO: Close your eyes and listen






Este viernes el Gramófono lo dedico a uno de mis "compositores contadores de historias"  Astor Piazzola y a Gerry Mulligan, figura legendaria del saxo jazzístico, ambos cuentan una historia lánguida y sentida, con regusto a tango.



¡Buen fin de semana Calados y lectores!

Marinela

lunes, 9 de marzo de 2015

35 MILÍMETROS:The Maker


Comenzamos la semana con una metáfora de 5 minutos, una metáfora que evoca la soledad,   y  la necesidad de buscar la inmortalidad inexistente en nuestra efímera vida.
The Maker (El creador/hacedor) es un corto dirigido por Christopher Kezelos. Es un cortometraje que atrae desde el primer momento introduciéndonos en un mundo mágico de creación, belleza, necesidades y sueños.
Una impresionante y trágica animación en stop-motion que nos muestra a una extraña criatura que comienza una carrera contra el tiempo para crear la más perfecta e importante creación de su vida. 
Toda  una metáfora que  plasma la necesidad de trascender a nuestra propia existencia, pero también del poco tiempo que tenemos para compartir con quienes nos importan.
El corto goza de  una fantástica estética animada  y se ejecuta sobre una  banda sonora repleta de dramatismo y melancolía que conduce perfectamente el ritmo de las emociones que nos provoca. La pieza se llama Winter (Invierno), del compositor australiano  Paul Halley.  
El emocionante  solo de violín, cerca del final del corto, es el momento clave de la animación, en el que finalmente, la nueva criatura cobra vida.
El acto de creación se convierte así en un un intento desesperado de mantener el ciclo de la vida, de pasar el testigo al que nos sucederá...

 

¿No es la vida un suspiro ? 
Una sucesión de acontecimientos, que nos hacen aprender...

El reloj de arena se ha activado...
¿ Que hay de nuestro legado cuando nos llegue el día de partir?
¿ Habremos sabido aprovechar bien nuestra existencia ?
¿ O por el contrario habremos malgastado nuestro tiempo ? 

¡Feliz semana Calados!

Marinela

viernes, 6 de marzo de 2015

FOTO POR TÍ_Muralista

Me lo encuentro al volver a casa, está en el barrio del Carmen. 
No puedo evitar interesarme por lo que hace. Me fascina la gente con dones especiales. Pintar lo es. Y hacerlo sobre una pared de cemento, vieja, húmeda y arrinconada (es un rincón de la calle Museo) tiene más mérito.
Se llama Carlos. Es de la terreta. Pero acaba de venir de pasar una larga temporada en México. Tierra de murales. Él pinta murales. 
Es un artista de los de hoy. De calle. De pincel. De pared. 

Su obra no va a ir a los museos, ni habrá que pagar para verla. La obra está ahí. Se la regala a la gente. A la gente que pasa y pasea, que vuelve o que va, agotada, abatida, gris como sus trajes. O quizás se la regala a gente feliz, alegre como los colores de ese mono que le mira con esos ojos que él mismo ha pintado.
Me comenta que la acabará hoy mismo, si no llueve y todo va bien. Le pregunto quién le financia. Pero más bien, comentamos, pinta por amor al arte. Literalmente.
-"Si no tengo los permisos necesarios para pintar en esta pared y pasa la policía, estoy vendido". 
Eso, además.
Le he preguntado y me ha dejado hacerle unas fotos.
Mañana volveré a verla acabada.
Mi gratitud a la gente que llena de arte las paredes viejas y oscuras de mi oscura y vieja ciudad.
¿Os apetece un paseo por la urbe descubriendo arte urbano...?
¡Felíz fin de semana Calados!
 
Emilio

miércoles, 4 de marzo de 2015

TE DIJE QUE VOLVERIA......con recuerdos y olvidos..


    Foto: Fernando Fernández Páez.
       



         Quizás no sea infinito tu horizonte,
         tal vez, sólo tal vez, ocultes algo
         la bruma que esconde a mi mirada,
         tu pasado, tu presente y tu futuro,
         tal vez, solo tal vez, sea vacío... 



        Quizás amar no es el camino,
        tal vez, sólo tal vez, todo se acabe,
        las olas que protegen tus secretos,
        el viento que se agita enfurecido,
        tal vez, sólo tal vez, sea el olvido...



       Quizás la pasión nunca regrese,
       tal vez, sólo tal vez, sea un reflejo,
       espejismos misteriosos en la arena,
       marionetas de sol sobre tus aguas,
       tal vez, sólo tal vez, estemos lejos...



      Quizás el corazón late olvidado,
      tal vez, sólo tal vez, sea la muerte,
      el azul traiciona al cielo de la noche,
      y esparce sus recuerdos sin sentido,
      tal vez, sólo tal vez, no estemos vivos...



     Quizás tu memoria y mi recuerdo,
     tal vez, sólo tal vez, sean mentira,
     los peñascos varados en tus playas,
     los naufragios escondidos en tu seno,
     tal vez, sólo tal vez, sean silencio.....

lunes, 2 de marzo de 2015

LA GATA SOBRE EL TECLADO.Palabras mareadas.



Salió de casa con tantos sueños que se quedó dormida en el autobús de línea. Cuando se dio cuenta de que se había pasado de parada se quedó parada, mirando un miró que un grafitero había pintado sobre un muro. Al llegar al banco se sentó y dejó que sus pies juguetearan con la yerba reseca. En los balcones la ropa seca se mecía al sol. Un niño hacía pompas de jabón mientras un coche de pompas fúnebres llegaba hasta la iglesia. A su lado, otro niño -tan pequeño como un garbanzo-, hacía un castillo de arena. A ella le decían que construía castillos en el aire, castillos etéreos, endebles, esfumados, como sus sueños. Castillos construidos sobre mesetas, sobre nubes, sobre sierras.  No sabía qué hacer con la sierra que le había enviado Amazon. Tenía de todo, árboles, flores y hasta un pequeño riachuelo que atravesaba todo el salón.  Ella sacó sus sueños del bolso y los esparció por el suelo, como migas de pan en busca de palomas picoteadoras. Le picó algo en el brazo, y se rascó hasta que la sangre traspasó la piel. El kiosco se traspasaba y también la zapatería y la lavandería. Dejando los sueños a los pies del banco, se fue hasta la fuente y se lavó la herida. El agua estaba helada, tan helada que, de pronto, le apeteció un helado, un helado en forma de cono, de triángulo, de trapecio. No había ido al circo esa navidad. Odiaba los circos porque tenían a los animales hambrientos y enjaulados. Sólo una vez había ido esperando que algún trapecista se cayera del trapecio, pero eso no ocurrió. Repasó la lista de libros que la lista de la bibliotecaria le había dado y decidió comprar La lista de los nombres olvidados. pero se olvidó del nombre y acabó comprando La lista de Schindler.
Volvió caminando por el camino más corto. El camarero chino estaba a la puerta del bar. Se hizo a un lado y la dejo pasar. En la terraza la gente no hacía sino hablar y hablar.
-¿Vino? - dijo-.
Y el camarero le ofreció una copa de vino rosado fresco y dulce.
Pero el que debía haber venido no había venido. Ella pensó que si hubiera o hubiese venido, todo hubiera sido diferente. Así que volvió a casa con los sueños dormidos en el bolso, la picadura en el brazo, el vino en las venas y una mancha de cono de helado en su blusa azul.
Aquella noche tenía tanto sueño que no pudo dormir.