Era la primera vez que íbamos a una tienda de
auto lavado de ropa. Se han puesto de moda de un tiempo a esta parte.
Necesitábamos dejar como nuevo un edredón que llevaba todo el invierno con
nosotros. Encima de nosotros. Literalmente. Sólo de noche eso sí.
Otros años hemos recurrido a la tintorería,
pero por no sé bien qué motivo, esta vez elegimos usar uno de estos
autoservicios. Todo allí funciona a base de carteles y, por supuesto, de monedas
de un euro. Allí sólo estábamos nosotros y el silencio de las máquinas, como cíclopes mudos y muertos...
Pronto seleccionamos casi a la vez una de las
máquinas. Fue un flechazo… Algo extraño y casi sobrenatural de su enorme ojo de
buey que nos atrapó a las primeras de cambio. En mala hora. Sus botones, sus cromados… todo en ella la verdad, era
exactamente igual a las demás, pero sea como sea, fue ésta.
Así que decidimos que la número 1 sería
nuestra lavadora. Lo ponía en un adhesivo, y era además la primera empezando por la izquierda. Tras superar nuestra ignorancia al respecto a base de ir
leyendo todo lo leíble, (incluso todo lo que ponía sobre las máquinas que no
íbamos a usar, los consejos en caso de avería, cómo usar la máquina de cambio
de billetes en monedas, y hasta una invitación para abrir nuestra propia tienda
franquiciada de auto lavado) decidimos que había llegado la hora de meter el edredón
en aquella enorme boca…
Poco sospechábamos que a las primeras de
cambio y sin previo aviso, tras unos cuantos achuchones a nuestro edredón, unos
cuantos giros enloquecidos, y bastante agua y espuma, iba a surgir del enlatado
mar embravecido aquella enorme bestia como surgida del averno. Su mirada penetrante, hostil, implacable, terrorífica, aquella mirada desde ese ojo terrible…
Jamás podré olvidarlo.
Por supuesto, el edredón se quedó allí dentro
abandonado a la suerte que le deparase el leviatán. ¡A ver quién es el valiente
que hubiera esperado a que se abriera aquella puerta!
En todo caso y si os veis en la necesidad de recurrir
a un servicio de auto lavandería, aceptarme un consejo: no uséis la número 1.
Porque..., era un monstruo sin duda..., ¿o no?¿o era tan sólo el edredón agitado y revuelto, enrrollado sobre sí mismo? ¡Cachis!
Un saludo Calados!
Emilio
Porque..., era un monstruo sin duda..., ¿o no?¿o era tan sólo el edredón agitado y revuelto, enrrollado sobre sí mismo? ¡Cachis!
Un saludo Calados!
Emilio