Hoy quiero acercaros la historia de este hombre extraordinario. La del Dr. Hamilton Naki, un sudafricano con un coraje y un valor personal incalculables.
HAMILTON NAKI, EL CIRUJANO CLANDESTINO.
Hamilton Naki, fue un hombre sudafricano negro que murió a sus 89 años, en el 2005. Y su historia merece ser contada.
Naki era un gran cirujano, fue él quien retiró del cuerpo de la donante el corazón que fue transplantado a Louis Washkonky, en 1967 en la Ciudad del Cabo, Sudáfrica.
La primera operación de transplante cardíaco humano con éxito. Una operación muy delicada, debido a que el corazón donado tiene que ser retirado y preservado con el máximo cuidado.
Naki era el segundo hombre más importante del equipo médico e hizo EL PRIMER TRANSPLANTE CARDÍACO DE LA HISTORIA.
Pero no podía aparecer por que era negro en el país del Aparheid. Así que el cirujano jefe del grupo, el blanco Christian Barnard, se transformó de inmediato en una celebridad mundial.
Hamilton Naki, tampoco podía salir en las fotografías del equipo médico y cuando apareció en una de ellas por un descuido, el hospital informó a los medios de comunicación que se trataba de un empleado del servicio de limpieza del mismo centro.
Naki, usaba bata y mascarilla, pero jamás, repito, jamás estudio medicina, ni cirujía. Había abandonado sus estudios a los 14 años y era jardinero en la escuela de medicina de Ciudad del Cabo. Comenzó limpiando las jaulas, pero su curiosidad y su gran aprendizaje lo llevaron a adquirir la técnica quirúrjica, observando a los médicos blancos practicar los transplantes en perros y cerdos.
Se transformó en un cirujano excepcional, hasta tal punto, que el Dr. Barnard lo requirió para formar parte del equipo médico de transplantes, pero ese era un problema para las leyes sudafricanas. Un hombre negro no podía operar pacientes ni tocar la sangre de los hombres blancos. Sin embargo el hospital lo consideraba tan valioso que hizo una excepción con él y se transformó en cirujando...pero CLANDESTINO.
Esto a Naki no le importó y continuó ofreciendo lo mejor de sí, pese a la discriminación. Era el mejor médico del equipo y daba clase a los estudiantes blancos y ganaba el sueldo de un técnico de laboratorio, que era el salario máximo que el hospital podía pagar a un hombre de raza negra.
Vivía en una barraca, sin luz eléctrica, ni agua corriente en un gueto de la periferia, como correspondía a un negro.
Hamilton Naki, enseñó cirugía durante más de 40 años y se retiró con una pensión de jardinero que ascendía a 275 dólares al mes.
Cuando el Apartheid desapareció, le concedieron una condecoración y el título de HONORIS CAUSA de la medicina.
Nunca reclamó por las injusticias que sufrió a lo largo de toda su vida y pese a la clandestinidad y la discriminación, jamás dejó de ofrecer lo mejor de sí mismo: Su pasión por ayudar a vivir al resto.
Que esto sirva para dar a conocer la valía de un ser humano y uno de los episodios más vergonzosos de la medicina moderna.
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