Uno de esos días en los que el trabajo te agobia, el cansancio es una losa y no ves el momento de alcanzar la plácida quietud de la noche, fue cuando un saxo "con alma" hizo de mi vuelta a casa, un viaje fugaz a otra parte.
Eran las diez de la oche, había tenido sesión triple de reuniones y debates, harto hasta desquiciarme, mi jefa me entretenía con las últimas notas de una presentación, que auguraba ser la "bomba" del año, haciendo la competencia a la mejor publicidad en Medios.
Al fin se le agotó la fuente de inspiración a la par que mi paciencia, ¡menos mal! Nos despedimos y salí a toda prisa de aquella insaciable oficina, en busca del que me llevaría a mi tan merecido descanso. Puse la llave en el contacto y mi coche se negó a pronunciar palabra. Se había quedado mudo, quizá la batería, un mal contacto, el motor de arranque, ¡yo que sé! cuantas veces quise hacer ese curso de mecánica, que nunca encontró fecha en el calendario. Bueno, segunda opción: ver a esta hora que medios de transporte están en circulación, para regresar a una hora "decente" a casa. Repasé, casi con desgana los horarios en la primera parada de autobús que vi, dándome por enterado a la tercera vez que leía sus indicaciones, el último había pasado a las 22:30 h. Había oído que el metro se retiraba un poco más tarde, quizá tuviera suerte...
No me gustaba viajar bajo tierra, me daba cierta sensación de angustia claustrofóbica, pero lo tenía que intentar. Dicen que el metro es el transporte más rápido y aunque no soy muy partidario de usar otro medio que no sea el coche, "cultura del coche", no tenía elección.
Hojee un plano del metro que me habían dado en el feria de muestras, en un stand de la Generalitat, cuya intención era airear "a todo trapo" las bondades de los adelantos que nos proporcionan nuestros gobernantes.
Me dirigí a la primera boca de metro que estaba a unas manzanas de donde me encontraba, y bajé directamente a taquilla. El empleado, cuyo aspecto cansino y desmejorado era semejante al mío, me dijo que venía uno ¡ya! en la dirección elegida y me apresuré a tomarlo bajando la escalera de dos en dos, apurando el fondo de energía que me quedaba. Lo que pasó, pensé y viví a partir de ese momento.... es otra historia.
En el vagón donde al fin pude sentarme, subió un muchacho cargado con un maletín y un artilugio con ruedas encapuchado. Me quedé mirándole, ¿qué haría?, sin ninguna inquietud dramática por los bultos que llevaba, me di cuenta como se apoyaba en la pared oscilante que une los dos vagones. Sacó del maletín un objeto, lo conectó al artilugio, algo semejante a un amplificador y aquel familiar instrumento, un saxo soprano, comenzó a hablar.
Me quedé embelesado mirando los movimientos de sus dedos, que con un magnetismo desconocido me atraían más y más. Por un instante, imaginé que también aparecía en escena, el mítico personaje de un "blog", acercándosele y dándole la entrada, con periódico en mano, a cada nueva frase. No podía dejar de escuchar, no podía apartar mis ojos que con plena autonomía e indiferentes a mi voluntad, seguían el movimiento de sus manos, totalmente armónico y acompasado, expresando cada nota, cada sonido, su música me envolvía... Me imaginé como había sido su vida hasta llegar hasta aquí, en otro lugar...
...Mi mente volaba lejos hasta una ciudad del Este de Europa, pisando la platea de un viejo teatro. -Un grupo de músicos se disponían, en un escenario incompleto, a afinar sus instrumentos para comenzar a ensayar su actuación. En una esquina del entarimado, se levantaba un muchacho de unos 20 años, que con un leve vaivén, iba acompañando el baile de las notas que sacaba entre sus dedos. Mientras sonaba una melodía y otra, continué imaginando al muchacho en ese teatro y descubriendo su destino. -Al atardecer, después del ensayo, le esperaba una triste habitación en un piso destartalado y frio. Pensé en mi acogedora casa, con calefacción, decorada con piezas de diseño, como la mesa de mármol italiano envejecido, con patas de madera labrada que tanto me gustaba y que me trajeron expresamente de Torano.
Mi imaginación seguía dibujando. -Su habitación era inquietante y lúgubre, ambientada con una luz amarilla de bajo voltaje. En mi habitación entraba el sol amortiguado a esa hora de la tarde, por la proximidad del crepúsculo, pero aún dejando como testigo, parte de la intensidad que la había acompañado durante el día.
Fantaseé aún más. -Su dieta forzosa se limitaba a una sopa prefabricada con un poco de pan, leche y café antes de dormir. Yo no tenía mucho apetito, pues mi tirana anfitriona me había, casi obligado entre debate y debate, a tomar galletas, frutos secos y algo de fruta por la tarde. Así que tomaría algo de fiambre y me iría a la cama. Me conectaría a la música, esa música que había escuchado en el metro y que tanto me había inspirado.
Él se iría a una especie de catre, sin quitarse la ropa para protegerse del frío de la noche.
El muchacho del teatro había decidido hacer ese viaje que le habían propuesto, iba a arriesgarse a viajar a otro país, para vivir de su música, aunque fuera tocando en el metro.
Al día siguiente, fui a ver a mi jefa, le presenté unas ideas que me habían ocurrido volviendo a casa en el metro la noche anterior. Había conocido a un músico que socavaba el alma de un saxo, expresando una melodía que rescató mi inspiración.
Comprobé que hay medios de transporte que te llevan a casa y que la casualidad y el momento, nos descubren a veces otras vidas, solo hay que saber mirar y escuchar cuando hablan.
Hasta yo descubrí un saxo "con alma".
Besos "con alma" queridos Calados y lectores.
Eran las diez de la oche, había tenido sesión triple de reuniones y debates, harto hasta desquiciarme, mi jefa me entretenía con las últimas notas de una presentación, que auguraba ser la "bomba" del año, haciendo la competencia a la mejor publicidad en Medios.
Al fin se le agotó la fuente de inspiración a la par que mi paciencia, ¡menos mal! Nos despedimos y salí a toda prisa de aquella insaciable oficina, en busca del que me llevaría a mi tan merecido descanso. Puse la llave en el contacto y mi coche se negó a pronunciar palabra. Se había quedado mudo, quizá la batería, un mal contacto, el motor de arranque, ¡yo que sé! cuantas veces quise hacer ese curso de mecánica, que nunca encontró fecha en el calendario. Bueno, segunda opción: ver a esta hora que medios de transporte están en circulación, para regresar a una hora "decente" a casa. Repasé, casi con desgana los horarios en la primera parada de autobús que vi, dándome por enterado a la tercera vez que leía sus indicaciones, el último había pasado a las 22:30 h. Había oído que el metro se retiraba un poco más tarde, quizá tuviera suerte...
No me gustaba viajar bajo tierra, me daba cierta sensación de angustia claustrofóbica, pero lo tenía que intentar. Dicen que el metro es el transporte más rápido y aunque no soy muy partidario de usar otro medio que no sea el coche, "cultura del coche", no tenía elección.
Hojee un plano del metro que me habían dado en el feria de muestras, en un stand de la Generalitat, cuya intención era airear "a todo trapo" las bondades de los adelantos que nos proporcionan nuestros gobernantes.
Me dirigí a la primera boca de metro que estaba a unas manzanas de donde me encontraba, y bajé directamente a taquilla. El empleado, cuyo aspecto cansino y desmejorado era semejante al mío, me dijo que venía uno ¡ya! en la dirección elegida y me apresuré a tomarlo bajando la escalera de dos en dos, apurando el fondo de energía que me quedaba. Lo que pasó, pensé y viví a partir de ese momento.... es otra historia.
En el vagón donde al fin pude sentarme, subió un muchacho cargado con un maletín y un artilugio con ruedas encapuchado. Me quedé mirándole, ¿qué haría?, sin ninguna inquietud dramática por los bultos que llevaba, me di cuenta como se apoyaba en la pared oscilante que une los dos vagones. Sacó del maletín un objeto, lo conectó al artilugio, algo semejante a un amplificador y aquel familiar instrumento, un saxo soprano, comenzó a hablar.
Me quedé embelesado mirando los movimientos de sus dedos, que con un magnetismo desconocido me atraían más y más. Por un instante, imaginé que también aparecía en escena, el mítico personaje de un "blog", acercándosele y dándole la entrada, con periódico en mano, a cada nueva frase. No podía dejar de escuchar, no podía apartar mis ojos que con plena autonomía e indiferentes a mi voluntad, seguían el movimiento de sus manos, totalmente armónico y acompasado, expresando cada nota, cada sonido, su música me envolvía... Me imaginé como había sido su vida hasta llegar hasta aquí, en otro lugar...
...Mi mente volaba lejos hasta una ciudad del Este de Europa, pisando la platea de un viejo teatro. -Un grupo de músicos se disponían, en un escenario incompleto, a afinar sus instrumentos para comenzar a ensayar su actuación. En una esquina del entarimado, se levantaba un muchacho de unos 20 años, que con un leve vaivén, iba acompañando el baile de las notas que sacaba entre sus dedos. Mientras sonaba una melodía y otra, continué imaginando al muchacho en ese teatro y descubriendo su destino. -Al atardecer, después del ensayo, le esperaba una triste habitación en un piso destartalado y frio. Pensé en mi acogedora casa, con calefacción, decorada con piezas de diseño, como la mesa de mármol italiano envejecido, con patas de madera labrada que tanto me gustaba y que me trajeron expresamente de Torano.
Mi imaginación seguía dibujando. -Su habitación era inquietante y lúgubre, ambientada con una luz amarilla de bajo voltaje. En mi habitación entraba el sol amortiguado a esa hora de la tarde, por la proximidad del crepúsculo, pero aún dejando como testigo, parte de la intensidad que la había acompañado durante el día.
Fantaseé aún más. -Su dieta forzosa se limitaba a una sopa prefabricada con un poco de pan, leche y café antes de dormir. Yo no tenía mucho apetito, pues mi tirana anfitriona me había, casi obligado entre debate y debate, a tomar galletas, frutos secos y algo de fruta por la tarde. Así que tomaría algo de fiambre y me iría a la cama. Me conectaría a la música, esa música que había escuchado en el metro y que tanto me había inspirado.
Él se iría a una especie de catre, sin quitarse la ropa para protegerse del frío de la noche.
El muchacho del teatro había decidido hacer ese viaje que le habían propuesto, iba a arriesgarse a viajar a otro país, para vivir de su música, aunque fuera tocando en el metro.
Al día siguiente, fui a ver a mi jefa, le presenté unas ideas que me habían ocurrido volviendo a casa en el metro la noche anterior. Había conocido a un músico que socavaba el alma de un saxo, expresando una melodía que rescató mi inspiración.
Comprobé que hay medios de transporte que te llevan a casa y que la casualidad y el momento, nos descubren a veces otras vidas, solo hay que saber mirar y escuchar cuando hablan.
Hasta yo descubrí un saxo "con alma".
Besos "con alma" queridos Calados y lectores.
Que saxo!!!
ResponderEliminarGenial.
Saludos.
Qué buen relato... Es lo que tiene el metro, que te transporta a otras vidas de la gente que tienes a tu alrededor... y qué bien sienta cuando entra alguien con un instrumento y te hace el trayecto más feliz... ;P
ResponderEliminardirty saludos¡¡¡¡¡¡¡¡
Menudo giro que ha tomado la historia, realmente me ha sorprendido, con aparición estelar de personaje de blog incluído, jejeje. Ha sido realmente maravilloso transitar este camino de hoy, esta vez en metro y con esa melodía de fondo. Besos!!
ResponderEliminarBuenos días madrugadores de Calados, esta semana teníamos ganas de música y el saxo nos ha deleitado, estoy de acuerdo contigo Toro, ¡¡genial!!
ResponderEliminarDirty, el metro es una ventana al mundo, a historias y a vidas que pasan por nuestro lado, que se cruzan, tocándonos a veces, el alma.(Hay que viajar más en metro).
Saludos Dirty
Málaga, ¡nuestra niña del Sur! El personaje del blog, tenía guardado su sitio en esta historia, nuestro protagonista no podía tener mejor compañero de viaje. Y con esta melodía ¡quien se resiste!
Besos a pares!!
Delicioso relato y no menos fantástico el saxo. A veces basta un cambio forzoso en el itinerario de nuestras vidas para comprobar la de cosas que nos perdemos a diario.
ResponderEliminarPor otro lado, no sabía de la eficiencia y calidad de servicio en los medios de transporte públicos que dan por el mismo precio música en directo.
Sigo cabalgando ...
Hola Jinete, que agradable sorpresa verte cruzar Calados a lomos de ese ejemplar...negro, blanco...es igual......
ResponderEliminarCreo que nos perdemos cosas por no tener la mirada atenta......y hay veces que "esas cosas" nos vienen a buscar.
Saludos Jinete, nosotras seguimos viajando.
Felicidades Gemelas por vuestro relato ante el cual me quito el sombrero. Está soberbio y como colofón de "inspiraciones" lo acompañais de Kenny G que me encanta (las veces que lo habré escuchado de fondo mientras estudiaba mis tediosas asignaturas :D).
ResponderEliminarDesde luego me he encontrado una muy grata sorpresa esta mañana en Calados.
Bss y bss!!!
Que maravilla de entrada la que nos habéis dejado hoy Gemelas y como mar me quito el sombrero y me quedo fascinada entre la música del saxo (que personalmente me encanta) y viajando en ese vagón mágico.
ResponderEliminarEnhorabuena y gracias por invitarnos a viajar con vosotras que siempre es un placer pero hoy si cabe más.
Besos a todos y doblemente para vosotras!!! ;)
Alucinando me habéis dejado Gemelas del Sur.Muy bueno.Fredysaludos.
ResponderEliminarDe nivelón chavalas de nivelón.Yo me voy con vosotras hasta donde haga falta viajar así es un placer.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias a todos por estar ahí.
Tuve la suerte de oir y ver en el metro de Roma una escena similar, un hombrecillo entró en el vagón con un artilugio con ruedas. Llevaba al cuello una armónica y un acordeón. Entonó Guantanamera... jeje.
ResponderEliminarPor otro lado, nunca sabes dónde te va a llevar la carretera o la línea 1. Excelente texto una semana más.
Vuestro,
Estimado lector.
Encantadora Arwen! tus palabras nos animan a seguir cada semana improvisando y a la vez descubriendo nuevos caminos, que nos lleven a lugares mágicos y ¡como no! sin vosotros/as, la magia desaparecería.
ResponderEliminarBesos agradecidos
Nos encanta que nuestro viaje en metro, (medio alternativo a nuestro ferrari, te haya gustado.
Saludos Fredy
Gemelas vuestras palabras ya animan por si mismas y es todo un lujo hacer camino con vosotras. ;D
ResponderEliminarBesos dobles!!!!
Sabemos Sombra, que contigo de viaje tendríamos aseguradas las risas, por eso y porque te lo mereces, puedes subir "al vagón". ¡Y que nos persiga la música!
ResponderEliminarDos abrazos
Estimado lector ¡era la línea 1!
Tus elogios nos pinta una sonrisa, y a veces hay que dejarse llevar......
Tuyas
Las Gemelas del Sur
De nuevo, gracias Arwen.
ResponderEliminarBesitos
Muy lindo relato Gemelas, he encontrado muy buenos artistas en el metro como en el tren. Hay muchisimo talento ignorado en este gran mundo.
ResponderEliminarEse video esta super.
Un beso doble.
Bienvenido TR. Este jueves en el que abandonamos el coche, hemos descubierto ¡un filón de arte! en el metro, al alcance de la mano y de nuestros agradecidos sentidos. Esperamos hacer muchas más carreras sentadas en ese vagón, donde esperamos encontrar más artistas, más música y "más alma"
ResponderEliminarRelato emotivo sin duda, Gemelas, y el saxo, un instrumento con sonido envolvente, misterioso seductor.........
ResponderEliminar¡Más música por favor!
Saludos
Es cierto, Marinela. La unión de la música y literatura es una explosión de emociones. Aventuraríamos que "has leído" el relato escuchando de fondo el saxo de Kenny G, sublime.
ResponderEliminarEmotivos besos.
Me ha encantado el relato muy entretenido como el viaje:un abrazo gemelas
ResponderEliminarUn viaje que hemos querido compartir con nuestros amigos/as de Calados, eligiendo el Metro, la imaginación y la música.
ResponderEliminarNos alegramos de haberte entretenido en este viaje.
Dos abrazos Fiaris
Sin duda, en el metro como en otros inesperados sitios, encuentras a artistas desconocidos que te dejan impresionado, sin embargo, si no fuera porque la vida es a menudo más sorprendente que la propia ficción, quizá el protagonista hubiera mirado a derecha e izquierda tratando de averiguar donde estaba la cámara indiscreta.
ResponderEliminarPor cierto,un consejo, después de atiborrarse de galletas, frutos secos y fruta, obligado por la tiranía de un/a jefe/a, es más saludable, para irse a la cama, beber un vaso de leche con miel que es más digestivo y conciliable con el sueño.
Abrazos crepusculares.
Cierto Jinete, te los encuentras y otros se descubren a si mismos, sin sospechar que son capaces de tener el duende del arte. Lo descubren por casualidad cuando algo o alguien de verdad les inspira.
ResponderEliminarNuestro protagonista no lleva una vida saludable, es más de la "dieta del colesterol".
Abrazos ¡nada más y nada menos!
Jinete Crepuscular no te has equivocado, tanto en ese mundo subterraneo del metro como en la ciudad a cielo abierto nos observan multitud de cámaras, indiscretas o no y a algunos ya no les importa.
ResponderEliminarEn cuanto a la cena, ¡Cuidado con la intolerancia a la lactosa!
Saludos nocturnos.