Malas Madres, de Lucía Etxebarría
Yo no soy una buena madre. Y probablemente usted, que me lee, tampoco.
Si usted ha decidido quedarse en casa y consagrase al cuidado de sus
hijos es usted una madre hiperprotectora, amén de un parásito, un ser
que vive a expensas de otro y a espaldas de las verdaderas
preocupaciones y dificultades de la vida.
Si usted trabaja fuera de casa entonces desatiende usted a sus hijos,
y nadie valorará el hecho de que tenga usted que hacer verdaderos
malabarismos para conciliar la vida familiar y la laboral. Lo peor de
Todo es que unas madres y otras van acusándose mutuamente: la que se
queda en casa arremete contra la que trabaja, y viceversa, como si no
fuera suficiente con recibir los ataques de los pediatras, los
psicólogos, los especialistas en sueño, los periodistas, las madres,
las suegras y las cuñadas.
Nosotras, las madres de hoy, aseguran ciertos psicoanalistas, somos la
fuente de todos los problemas de nuestros hijos, porque tenemos
demasiada fuerza y le hemos robado la autoridad a los padres.
Si su hijo es hiperactivo, si tiene rabietas, si insulta a otros niños
en el colegio, la culpa será siempre de usted, porque o bien le
consiente demasiado o bien no le atiende lo suficiente. ¿Y dónde están
esos padres a los que les hemos robado la autoridad? ¿Cuánto han
luchado para defenderla?
Nadie culpará al padre, nadie cuestionará nunca que el padre trabaje
fuera de casa o viaje. Pero ¡ay de usted si lo hace! No solo tendrá
que enfrentarse al goteo constante de comentarios más o menos
directos o indirectos por parte de su madre, de su suegra, de las
madres de los compañeros de cole de su retoño, sino, sobre todo,
tendrá usted que lidiar con su propio sentimiento de culpa, que no la
dejará vivir.
Yo no soy una buena madre.
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Trabajo fuera de casa y además viajo. Dejo
a mi hija con canguros. Tengo novios y vida social. No le he
proporcionado a mi hija ese entorno familiar estable que entronizan
los manuales de pediatría y las revistas de papel couché.
No soy una buena madre pero pago las facturas de mi hija (el colegio,
la comida, los canguros, la ropa, los juguetes, el pediatra y, muy a
mi pesar, las Barbies), apenas duermo para poder llevarla al colegio
todos los días, dedico la mayor parte de mi tiempo libre a su cuidado
y todo mi espacio mental a pensar en ella.
No soy una buena madre, como no lo somos ninguna. Es lo más parecido a
lo que vivíamos en la primera adolescencia. La que intimaba con los
chicos era una p**a, la que se resistía era una estrecha: no había
término medio.
El caso es que nunca llueve a gusto de todos y una mujer nunca hace
las cosas bien.
A la madre nunca se le valora lo que hace y para colmo no tiene
derecho a quejarse, so pena que se le diga que... es una mala madre.
Nuestra sociedad es perfeccionista y quiere individuos perfectos.
Superhombres que se afeiten con acabado impecable, que conduzcan
coches que apenas hagan ruido, que vayan al gimnasio tres veces por
semana.
Supermadres de brillante sonrisa y silueta juncal, triunfadoras en
todos los ámbitos, adoradas por sus maridos y respetadas por sus
jefes, criadoras de niños sanos y emocionalmente estables. Nuestra
sociedad ha convertido el goce en un modelo, y el goce inmediato en el
valor supremo.
Y un niño no es goce ni inmediatez. Un hijo implica renuncia y
perspectiva. Y sobre todo, implica aceptar que la perfección no
existe.
Usted, que me lee ¿está con los nervios de punta porque no le da
tiene tiempo para ir al gimnasio y, si lo tuviera, lo emplearía en
dormir?, ¿desearía que a veces fuera él el que se ocupara de la
compra, de la colada, de los biberones y de la visita al pediatra?, ¿a
veces se enfada, a veces está harta, a veces llora y a veces, mucha
veces, no está en condiciones de dar lo mejor de sí misma?
Estupendo. Bienvenida al Club de las Malas Madres. Recuerde: no somos
las mejores pero somos la mayoría.
PARA TODAS LAS MALAS MAMIS.
BESOS.
Buen aporte Xel! ;)
ResponderEliminarBueno, yo creo que la sociedad actual exige mucho, en exceso y creo también que hay que pasar muy mucho de ese exceso y ser mucho más auténtico. Un hijo necesita muchas dosis de cariño, comprensión y normas, atención en cuanto a alimentos, educación, higiene, vamos cubrir sus necesidades básicas y me reitero en mucho ser muy generosos afectivamente. Por lo demás una madre tiene que estar bien consigo misma sentirse bien, tener su espacio y pasar de los tópicos, de los típicos y de todo lo demás y ser única e intransferible...ja,ja,,ja...
Creo que Extebarría ha querido describir todo esto.
Un besorro de "mala madre"...ja,ja,ja...y nos leemos.
Arwen
En mi caso prefiero que la mujer trabaje... no que permanezca en casa.
ResponderEliminarUn gusto leerte.
Saludos.
Saludos Salvador y bienvenido por aquí. Un placer tenerte entre nuestros lectores.
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