TIJERAS EN LA MEMORIA.
No he sido una buena amiga, hubiera deseado serlo mejor…pero no lo he sido…muchos se quedaron por el camino, por el sendero largo que recorre los diminutos pasos que he vivido, los grandes ríos que entrecruzan montañas áridas del destino. Tal vez no escuché, tal vez no acompañé o tal vez pedí en silencio ser oída con un hilo de voz tan diminuto que la voz se ahogaba en mi garganta y no salieron las palabras adecuadas y mis ojos no expresaron lo que si debían.
Hoy lo se…y tengo la certeza, la vieja, desgastada y cruda certeza de que ha sido así siempre, pero poco puedo hacer ya a mis ochenta y tres recién cumplidos. Los celebro hoy mismo en mi anciana casa, con mi gato Angélico, mis taburetes vacíos y un pasado lleno de recuerdos marchitos…
Hubiera sido capaz de pedir perdón a tanta gente…pero todos se han muerto ya…todos, excepto yo misma…he perdurado al paso de los años, concluyendo mi vejez como destino fiel a mis actos, asesina voraz de los sentimientos ajenos, desnutridos de compasión y de misericordia.
Me queda la compañía fiel de mis libros, ochenta y tres largas estanterías cargadas de libros y más libros, una estantería por año de mi larga existencia. Tal vez ese haya sido el sentido de mi alargada vida, el de coleccionar libros y descatalogar amigos, no he sido buena amiga, deseaba haberlo sido mucho mejor, pero…voy perdiendo la memoria…olvidando los recuerdos…olvidando las palabras antes de poder pronunciarlas.
Hoy me he perdido en el salón de mi destartalada casa, he tenido que centrarme durante mucho tiempo antes de saberme agarrada a la mesa del comedor, cual naufrago agarrado a último rincón de madera que flota…¿a quién le cuento ya todo esto?...no he sido buena amiga, desearía haberlo sido mucho mejor…
Creo que una vez tuve padres, debí tenerlos o de otro modo no estaría aquí ahora, ¡eso ha sido una total gilipollez de mi vanidosa habladuría!, pero me duele no saber ni como eran, ni como se llamaron alguna vez…
Entonces, ¿cómo se que he sido mala amiga?...eso lo se por que me duele, de otro modo no me dolería…¿o tal vez me duelan los recuerdos de los que no consigo extraer gota?. No se quien soy, ni como me llamo, ni donde habito.
Por todas partes estanterías con libros, en un espacio hostil que huele a desconocido, con un gato gris a trozos como el silencio que escucho y tres cajas de pastillas de las que no recuerdo ni para que son, ni si son para mí, ni como debería tomarlas.
A veces recupero la memoria, entonces me doy cuenta de que no he sido buena amiga…y de que debería haberlo sido mejor…y se que en una de las ochenta y tres estanterías perfectamente alineadas en la pared derecha de mi salón, se encuentra uno de mis libros, uno en el que hablo de mi vida, de quien soy y de lo que fui. Sólo hay un problema y es que en breves instantes olvidaré de nuevo que se leer y ni siquiera podré escribir.
Guardaré esta carta, no se muy bien donde, por si en algún momento, recupero la lucidez y consigo volver a leer, quiero recordarme no obstante, que no he sido buena amiga…debería de haberlo sido mejor…
Por M.Martín
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