Todos los días la misma canción. Salgo a las 7:30 h. gracias al toque de corneta de mi despertador, porque dormido soy más duro de oído que Beethoven y me es infalible el recuerdo de la mili. Enlazo con la gran rotonda sincronizado con los habituales, creo que hasta nos damos los buenos días con la mirada a la vez que controlamos nuestra trayectoria. La mía por el carril derecho dibujando esa línea circular que algunos no ven, aunque esté dibujada en la calzada y todos a la par enfilamos la autovía de tres carriles, cada uno con su particular swing.
El día a día en esta surrealista pista de baile me lleva a descubrir el estilo propio de mis desconocidos compañeros de asfalto, a intentar intuir sus balanceos.
Contoneos nerviosos y rápidos como los del rok and roll en versión jive son los que marca ese joven volkswagen golf negro, buscando obsesivamente el carril izquierdo, tanta es su querencia que incluso permanece en él, aunque estén libres los restantes. Es un alivio verle desaparecer a lo lejos.
Monótonos y repetitivos avances al ritmo del charleston, permaneciendo a toda costa en el carril central, del conservador Rover azul que prefiere no deambular por la pista, que mantiene su mirada siempre al frente. Desconcertado me tiene cuando circulando por el carril derecho le adelanto al llevar más velocidad, pero qué hacer, no adelantarlo por la derecha y tener que posicionarme detrás de él para luego adelantarlo por la izquierda. Un incordio, pero me expongo a una multa por adelantar por la derecha.
Ese ritmo suave del bolero que marca ese entrañable y viejo Seat Ibiza, sin prisa, pero sin pausa, por su carril derecho, dejando un margen al límite de velocidad, porque para que gastar más gasolina si voy a llegar igual. Todos los días me lo encuentro por mitad del camino, lo adelanto por el carril central y regreso otra vez al carril derecho. Una delicia este compañero de baile que entiende este compás de la disciplina de carril.
El vals, ese es mi baile, el elegante vals con un ritmo ligeramente acelerado de tres tiempos. Eso es, tres movimientos, derecha, izquierda, derecha. Imagino todos sincronizados desplazándonos por la pista siempre por el carril derecho y al izquierdo para adelantar y vuelta a la derecha. Un baile universal para un acontecimiento social como es circular por nuestras carreteras. Un agradable espectáculo el deambular de los bailarines alrededor de la pista con sus giros y pasos compartiendo el espacio todos al compás.
Pero todo baile es una disciplina y quien no la aprende da pisotones. Este se ha llevado un chafón mayúsculo.
¿Bailas con nosotras? Prometemos no pisaros. Besos de las Gemelas del Sur.
Me he llenado de lo relatado, besos Gemelas a Pares.
ResponderEliminarHabeis estado hoy muy originales con el baile de coches que habeis descrito. Deciros que mi coche no está para muchos chá,chá,chá, pero mientras aguante, lo seguiré sacando cada mañana con mucho mimo.
ResponderEliminarbss y bss.
No solo hay que saber bailar bien, hay que saber bailar junto con los demás. Y la cosa se complica cuando cada uno lleva un ritmo distinto.
ResponderEliminarUn abrazo!
Encantadas, Diego, de haberte marcado un baile con nuestras ideas.
ResponderEliminarUn par de besos.
Me gusta bailar, aunque la autovía no es lo mío.
ResponderEliminarUn saludo.
Mar, no hay edad para marcarse un buen baile. El otro día presencié un baile dedicado a nuestros mayores y fue una delicia ver su elegancia y sus comedidos movimientos, todos a una. Al cuerpo hay que darle marcha en su medida justa, eso es salud. Tu coche tiene que durar que veo que le das buena marcha.
ResponderEliminarBesotes.
Efectivamente, Ehse, pero siempre hay alguno que prefiere el baile individual y exhibicionista que hace tirar de la pista al resto de bailarines, entonces se impone llamar a seguridad.
ResponderEliminarBesos a pares.
La verdad, Dean, que es más fácil coordinarse con pocos bailarines en una coqueta y pequeña pista de baile. Los grandes espacios invitan a desmelenarse.
ResponderEliminarUn acompasado saludo.
Que bueno... me encanta ese ritmo de bolero..
ResponderEliminarBesos abisales
Buen gusto,Abismo, es un amor de baile, el más romántico. Marcar ese ritmo en nuestra vida, pausado, deslizando los pasos y abrazados a lo que más queramos.
ResponderEliminarBesos al tempo de 2/4.
Hola, Gemelas.
ResponderEliminarEs curioso comprobar cómo se puede saber algo más de las personas a través de su conducción. Y, oye, llegan a sorprenderte. Incluso hay algunos que se transforman y son irreconocibles. Sacan lo mejor o lo peor de ellos mismos.
Me ha encantado el arte que le has echado al asunto. Una gozada.
Un par de besos muy fuertes.
Te confieso, Luisa, que siendo miope, llego a identificar a lo lejos a mis conocidos por el estilo de sus andares, así que tenemos nuestra impronta marcada hasta en nuestros movimientos y como no en nuestra conducción, pues el coche se convierte en una prolongación de nuestro ser. Ahora bien, encerrados en el anonimato de ese habitáculo, nos deshinibimos total o parcialmente según nuestra educación nos refrene, que hay algunos que ni recuerdan que llevan placa de matrícula y otros son caballeros con los que son una delicia acompañarlos al compás de sus movimientos.
ResponderEliminarBesos desenfrenados.
Me pasa como a Mar, que el mio ya no baila ni la conga... jaja... pero si hay que bailar este magnífico bolero, me sumo al ritmo que habéis marcado y aumento el movimiento.
ResponderEliminarBesos.
Arwen, ya sé cual es tu ritmo, el valls y estoy segura que tu coche llevará el compás con elegancia con los mejores bailarines de la pista.
ResponderEliminarBesos con el Danubio azul.