martes, 23 de septiembre de 2008

Os dejo con algo de mi cosecha...



Me gustaría que lloviera de verdad!...a lo salvaje!!!....con esos rayos increíbles que cruzan la montaña y lo iluminan todo y al momento un estruendo gigante, como el rugir del bosque lo amenaza con mojarlo todo, la oscuridad se apodera de las calles, de lo verde y en un momento una transformación mágica lo vuelve todo gris, solitario, con olor a fresco y a mojado y ríos de agua embeben los caminos a penas asfaltados...ese es el llover de verdad en un lugar que recuerdo bien y que huele como pocos.

Hoy aquí ni fu, ni fa....un grisáceo-polutivo achica la ciudad con cuatro gotas que me van a hacer sonreir de aburrimiento, que pocas veces oigo rugir aquí las tormentas y que pocas veces la ciudad desaparece como es debido...

Sigo mirando a través de mi persiana de palos de madera...amenazando al cielo con mi cara de lunes, aunque sea martes, con tantas ganas de escribir en la lengua, en los dedos y en la memoria,....que ¡si ahora lloviera...lloviera como nunca!...la magia desataría la mayor de las tormentas....

tal vez no muy lejos...entre sierras que conozco bien, a la altura donde las aguilas anidan en primavera, un rayo cruel y debastador irrumpa de golpe en el cielo para vomitar su furia más volcánica y regar de agua y de paz todos los senderos....

Ahora estoy segura de que si...no se ni como.... pero hay otoños en ciertos lugares que tienen un sabor especial, un olor y un color incomparables, extraordinarios , inalcanzables y sobre todo, tan libres, que ni siquiera se pueden comprar.

Os dejo con algo de mi cosecha, creado hace un momento, en ese instante levitatorio de mi conciencia con mi paraiso tan lejano y tan cercano al mismo tiempo...


OTOÑO

He oído que el otoño está aquí,

con la rosa de los vientos en la mano,

sentado esta noche.

He oído que huele a regreso,
a viajeros en el tiempo,
a anochecer temprano.

a distancia
y a lluvia
salpicando en los monitores…

He oído que el otoño está aquí,
tumbado a mi lado

mirando fijamente
mis dedos sobre el teclado,
vigilando cada movimiento que hago.

Lo he visto escurrirse

entre grietas pálidas de mi conciencia,

sollozar tal vez entre el recuerdo.

con las hojas de los libros marchitando
y sucumbiendo
hasta formar alfombras rojas por el suelo.


He oído que el otoño está aquí,
tras esas esquina que cruza el umbral

que nos separa y nos acerca

y que se podría cortar con cuchillos
cargados de indiferencia.

Sopla y gira el viento entre remolinos,
de un polvo que ya no conozco.
mañana abriré de par en par
los ventanales de mi alma,
por si en algún recóndito escondrijo
de mi dilatado yo,
se hubiera acomodado el otoño.

Por M.Martín

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