Pasos.
Dan pasos. Todos van o vienen. Nadie permanece quieto. Nadie posa para
mí. Es la fotografía en la calle, la fotografía callejera. Andas, cámara en
mano, atento a lo que pasa delante de tus ojos, tratando de ver en cada
banalidad, en cada cotidiano e insignificante gesto de todo cuanto te rodea, un
motivo para capturar un pedazo de tu propia historia, de tu propio paso por el
mundo, porque aunque tú no salgas en la foto, tú eres quien la hace.
El perro entrando por la izquierda del encuadre, con la mirada perdida en
su ensoñación perruna. Saliendo por la derecha el transeúnte que, en el plano medio, parece descubrir que
una cámara le mira pero la ignora, apresurado e indiferente. Entre ambos y en dirección opuesta a ellos, el hombre que
habla por teléfono y el amigo que camina a su lado cerca de la palmera central,
ajenos los dos a perros y a corbatas.
Todos, cada uno en su personal espacio y tiempo, vienen o van. Ninguno
es consciente de la presencia de otros, ninguno de ellos concede importancia al
resto de los personajes que coexisten en un escenario que sólo yo construyo.
Sin embargo, la cámara acecha, atiende sus diversas trayectorias, vigila
sus gestos, prevé sus posiciones relativas y absolutas. Modifico a cada
instante el encuadre, cambio sutilmente el ángulo de la cámara, me desplazo
unos centímetros, izquierda y derecha, hacia un sentido o el otro… En un
brevísimo lapso de tiempo, parecen coincidir todas sus inercias para colocarse
de la única manera en la que me resultan un todo armónico y único, pero un todo efímero que nace para
desaparecer tras el cientoveinticincoavo de segundo que dura el disparo.
Luego cada uno de ellos seguirá su particular ruta y darán otros pasos,
pero esos ya no coincidirán nunca más delante de mi cámara.
Si, es el anonimato humano, la indiferencia al otro. Cada uno en sus propias reflexiones...Pero alguién vé, a través del tiempo, a través de la historia alguién te vé y tú no lo sabes, no lo notas, pero está ahí. En este caso tu cámara vigilante y oportuna. Se pueden tejer historias de cada personaje, imaginar mil desenlaces pero siempre seguirá por encima del tiempo y de los tejados, alguién, tu propia conciencia quizá, que te vé.
ResponderEliminarSiempre querido Emilio, tus fotos van mas allá de lo que miras. Un abrazo.Chelo.
Me das ideas para otros sábados..., hoy empiezan a dejarse notar, pero no te extrañe que vayan germinando y algún día haga unas fotos de tejados, de tiempo y de miradas...
ResponderEliminarGracias Chelo!!
Me gustan mucho estas instantáneas del momento. De un momento siempre único del que solo tú eres consciente y en el atinas a captar una imagen armónica. Nunca volverá a repetirse, probablemente nunca tendrá transcendencia, pero un segundo lo ha convertido en inmortal.
ResponderEliminar(Me encanta la luz que tiene la fotografía)
Besos
Un instante atrapado por tu cámara se ha convertido en un instante liberado del olvido, no para quienes lo protagonizaron, pero sí para quien lo creó y para quienes lo vemos ahora.
ResponderEliminarEn un sentido más amplio y también más intimista una sucesión de instantes liberados son las imágenes de una vida, las fotos que cada cual conserva en su memoria.
Saludos Emilio.
Se percibe magníficamente aquello de congelar la realidad en un instante. Es curioso, al congelar se inmortaliza.
ResponderEliminarUn saludo
Cada uno en su espacio, su tiempo, sus vidas, caminando hacia su destino, pero por un instante, compartiendo el mismo escenario, formando parte de un cuadro de cotidianidad.
ResponderEliminarComo siempre, una instantánea con alma...
La foto eterniza el tiempo. Me encanta la captación del instante, la sombra de las palmeras, la luz de Valencia. Vida cotidiana hecha arte.
ResponderEliminarMe alegra que te guste y que valores lo que buscaba en esta foto, dar, no sé si inmortalidad a un segundo (menos), pero sí dotar ese instante de cierta atemporalidad. Gracias Jara por pasar y comentar.
ResponderEliminarUn saludo!
Es una de las grandes cualidades de la fotografía. Su curiosa relación con el tiempo y el hecho de que todo lo que se fotografía resulta por ese simple gesto, inolvidable. La verdad y la mentira, lo efímero y lo eterno. Dualidades íntimamente imbricadas en una fotografía. Es curioso, eso de que la vida se recuerda "en fotos"... Gracias por pasar y dejar tu comentario.
ResponderEliminarUn saludo Nepalí!
De nuevo llama la atención la cualidad inherente de una imagen fotográfica: su marcado carácter de eternidad...
ResponderEliminarMe alegra comprobar cómo se ha interpretado hoy la foto, tan sólo y ni más ni menos: es una fotografía de un instante. Nada más. Su esencia es tan sólo esa, la del instante que contiene.
Gracias Valaf y un saludo!
Sombra de palmeras, luz de Valencia..., bien visto Amparo, cualidades esenciales de la fotografía que he intentado poner de relieve: intensidad, características, color de la luz..., al parecer acerté. Lo otro se agradece, no creo que llega a tanto, pero en eso estamos.
ResponderEliminarMuchas gracias y un saludo!
Y lo mejor de todo: sin ser siquiera conscientes de ello. Estamos inmersos en nosotros mismos, aún cuando caminemos ente iguales.
ResponderEliminarMe alegra encuentres en el detalle cotidiano, un retazo de mí mismo. Eso busca siempre un fotógrafo. Y como en esta ocasión, sin más pretensiones que esa.
Gracias Gemelas!