martes, 17 de agosto de 2010

SÓLO UNA CALADA MÁS: La pecera

Muy buenos días, amigos, Calados y lectores:

Vuelvo un nuevo martes con vosotros y con las letras mientras voy dándole SÓLO UNA CALADA MÁS, y permitiendo que el hombre del banco se tome una merecida tregua y se recupere de sus últimas desventuras, hoy os traigo por aquí un relato de mi puño y tecla, que lleva por título, La Pecera.

¡Que lo disfrutéis amigos!.

Saludos.

Arwen



LA PECERA

Cierra el libro de golpe. Le falta el aire. Dos minutos empleados en él. No perdidos. Las palabras se acumulan en su mente como pequeños riachuelos de caracteres extraños sin rumbo fijo, intentando alcanzar los senderos de una decisión no tomada todavía. Con torpeza, intenta levantarse, sin tener en cuenta la fragilidad de su propio cuerpo. Olfatea minuciosamente la estancia que la rodea y que huele a leche y a galletas, pero suspendido en el aire un nuevo aroma delata una presencia que no es la habitual, sin dudarlo se dirige hacia el tabique más cercano, la pecera sigue allí, tan próxima a la playa que si la marea subiera, se la llevaría. Pero en esta parte del mapa en la que se encuentra, las mareas apenas se aprecian por lo que tanto la pecera como su habitante siempre permanecen allí. Un golpe seco arroja un sonido de cristales fragmentados que dejan desparramar entre sus grietas todo el agua contenida que no tarda en bañar sus pies desnudos...el aleteo incesable del pez anuncia una muerte por asfixia entre su dedo pulgar y el espacio que queda entre las baldosas, pero peor que todo esto es que hoy no espera visitas. Mala tarde para morir y mal momento para los lamentos, así que sabiéndose acompañada retrocede con paso lento hasta el mismo sofá en el que prácticamente vivía...presa del pánico agarra su bastón blanco y encomienda a él su propia vida, cerrando los ojos en un sueño invisible que le devuelve la misma oscuridad que sólo puede ver abriéndolos y recuesta su joven cabeza en uno de sus brazos haciendo que dormía.

- Te he dicho que fueras con cuidado, es ciega pero no sorda - alegó una voz masculina-
- Calla que va a oírnos -respondió otro hombre-
- Llévate lo que puedas y vámonos.

Mientras la desvalijan Clara repasa imaginariamente los últimos momentos del pequeño anádromo, jamás había necesitado sus ojos, pero ahora deseaba más que nunca poder ver, alzarlo entre sus manos y llevarlo con ella a ese lado de la playa donde si la marea subiera se los llevaría...pero recuerda súbitamente que en esta parte del mapa las mareas apenas se aprecian por lo que ellos siempre permanecerán allí...bajo la ligera falda de algodón sus piernas temblorosas se doblegan ante el cálido líquido que se desparrama por ellas, mientras un charco de miedo y orín forma senderos marinos entre las juntas de las baldosas para desembocar junto al agua de la pecera en un pequeño archipiélago exiguo de humanidad. Tan sólo dos metros más allá una cristalera gigante anuncia la arena, la tarde templada bañada por los rayos de sol y el sonar de las olas acompasado por una brisa ligera, proyectan en los ventanales la visión de un acuario mayúsculo donde habitan eternamente, los peces ciegos.



3 comentarios:

  1. Alentado por el aroma de tus letras me paso a veros en mitad de mis vacaciones disfrutando esta pecera como nunca.¡Que grande Arwen!.¡Que grandes Calados!.Y enorabuena por ese 2º puesto que lleváis en el concurso de los 20blogs.Fredysaludos.

    ResponderEliminar
  2. ¡FELICITACIONES!por el escrito y por el puesto en 20 blogs,besos

    ResponderEliminar
  3. Gracias chicos y en breve (el día 30 de Agosto) regresamos de nuestras vacaciones y volvemos a nuestras posiciones con nuevos contenidos y con muchas, muchas ganas!

    Besossssss ;D

    ResponderEliminar