sábado, 15 de junio de 2013

FOTO POR TÍ_Contigo hasta el fin




La mañana vibraba brillante, el sol irradiando toda su energía evaporaba deprisa el agua de los charcos. La reina no puso uno, sino multitud de aquellos extraños huevos. Eran diferentes a los que habitualmente salían de sus entrañas, y por alguna desconocida razón, distintos eran los seres que surgieron de ellos. ¡Tenían alas!
Subía la temperatura, tanto que de golpe, la boca de la colonia se llenó de decenas, centenares de individuos. Se esparcían por doquier. Primero, con tímidos y cortos pasos. Después con altanería, orgullosos poseedores de algo que los distinguía de aquellos que, indiferentes a sus ostentosos apéndices, continuaban la eterna labor de explorar, aprovisionar, defender y mantener. Ellos, apremiados por ancestrales impulsos, se alejaban urgidos de encontrar el espacio suficiente para el despegue, y más aún si cabe ante la ofensiva indiferencia de sus ápteros hermanos.
Su misión era otra. Habían nacido para la pasión. Para amar y ser amantes. Unas y otros, ellos y ellas, surgiendo de aquí y de allá, volaban todos hacia el azul límpido de la mañana.

Los dos se encontraron a la altura de la sexta rama del noveno árbol de un cercano bosquecillo. Una mirada fue suficiente, y se supieron hechos el uno para la otra, ella para él. Todo ocurrió rápido. Sin saber en qué momento, acompasaron el batir de sus alas. Ella, mayor, volaba debajo, vigilando él la justa distancia en su vuelo. La brisa y el sol bañaban sus cuerpos de azabache, los reflejos irisados de sus alas deslumbraban aquí y allá a parientes y vecinos. El deseo volaba junto a ellos inundando la estela de su vuelo de ardientes promesas. Abajo, la pradera se calentaba bajo el implacable sol matinal, esparciéndose por todas partes los aromas de su pasión. Volaban muy próximos, hasta tocarse, juntaban sus cuerpos un instante, y otro, una, otra, otra vez…

Los escarabajos detenían su mordisqueo al sentirlos pasar. Las mariposas se apartaban azoradas y murmuraban sobre su descaro. Su lujuria no pasaba desapercibida ni siquiera a los grillos, que saltaban enajenados, excitados a su paso, para acto seguido redoblar la intensidad de su canto. Incluso una mariquita alocada cayó de bruces desde lo alto del tallo al que subía queriéndolos ver pasar. Tuvo suerte, no perdió ninguno de sus siete puntos.

El frenesí era incontenible. Mas sellando estaban su idilio cuando de pronto, al pasar sobre una pila, a la puerta de la ermita, en lo alto del monte, una traicionera ráfaga de viento los arrojó de golpe a la dura superficie del agua cristalina que contenía. Quedaron flotando y a la deriva, aturdidos y asustados. Ella le gritó que partiera, que salvara su vida, que apoyara sus patas en su cuerpo para poder tomar el necesario impulso y salir de aquella trampa mortal. Él en cambio se aferró a su amada y juró que no la abandonaría nunca. Los breves instantes de su vida en los que gozó junto a ella del sol y de la brisa, de la sensación de nacer con una meta, entregarse a la pasión y perpetuar su especie, esos instantes eran superiores a su instinto de vivir y en aquellos momentos postreros, decidió abrazarla con todas sus fuerzas mientras dejó que el amor decidiera esta vez: -contigo hasta el fin- musitó, mientras la vida se les iba, despacio, lentamente, hacia el fondo de la charca.

Y así fue que ahogaron su deseo recién estrenado aquella hermosa mañana, bajo el tórrido sol de verano, sobre la superficie verde esmeralda del aguadero, a la puerta de la ermita, en lo alto de aquel monte. 

Dedicado a mi compañera. También a mi hermano. Cada uno en lo suyo, inspiradores de este relato. Ella, de la sensualidad, la locura y la pasión que destila. Él, de sus personajes, la ambientación y los sucesos que me sirven de argumentario. Con toda mi admiración  para él, con todo mi amor para ella.



18 comentarios:

  1. Fantástica foto Emilio como siempre y muy romántica la historia, la verdad es que no apreciamos lo que la naturaleza tiene y si es pequeño no vale la pena. A mi me encanta tumbarme en el suelo y observar a las hormigas en su trabajo agotador y su sincronía, deberíamos observar más y aprender antes de actuar muchas veces. Un abrazo

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  2. Hola Emilio.¡Que fantástica foto y que bonito relato! Has reflejado como de costumbre tu arte y tu buen hacer con la fotografía y tambien tu arte de amar y de sentir, reflejando todo el romanticismo en esas dos hormiguitas voladoras despertando a la vida y al amor...¡precioso! Me has transportado al bosque, al cielo azul en esa mañana estival que tanto impresionó a la mariquita...Lástima que cayeran en la charca...Pero acabaron bien "siempre juntas hasta el final"
    Ojala supiéramos ver con sus ojos y acabar así, unidos para siempre. Gracias y un basote. Chelo.

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  3. Relato de rabiosa primavera, clase de Naturales, y foto increible, ¿cómo lo haces?

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  4. Sí, hoy me ha vuelto a salir esa vena, qué le voy a hacer.
    Y es que la vida no para en sus tareas diarias, y hasta las hormigas hacen de su humilde existencia una tremenda aventura. Mucho deberíamos de aprender, ciertamente.
    Gracias Carlos!

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  5. Pues si te he ayudado a volar hacia esa mañana azul, ya he hecho algo interesante. Espero lo hayas disfrutado. Esos tonos verdes de aquella pila y esas siluetas inertes, al verlas a través de mi objetivo, generaron esta historia que hoy he traído. Me alegra te guste.
    Un besote a tí, y gracias Chelo!

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  6. Bueno, no sé si clases, (por eso pongo el enlace, ahí sí saben, por si a alguien le interesa) yo sólo me limito a tratar de explicar las cosas que pasan a través de mi cámara, de mi mirada a mi cabeza. Y a contarlas aquí. Me alegra te gusten.
    Un saludo!

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  7. Magnífico. Magnífica la foto y magnífico el texto. He volado con esas dos hormigas. Sobran las palabras. Magnífico.

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  8. Esta vez las palabras han retratado espectacularmente ese ajetreo amoroso, he visto un cineasta imprimiendo carácter a esa escena y el The end ha sido el mejor broche.

    Te he de decir que a mi me ponen muy nerviosa cuando se cuelan en casa, se meten en todos los rincones, desesperaditas están. Hay que ver lo que hace el amor.

    Besos.

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  9. Querido Emilio, gracias por la parte que me corresponde en tu dedicatoria. Es un honor, igual que es una suerte para ti y para quienes te conocemos que puedas reinterpretar así un hecho impersonal pero objetivamente tan interesante como el apareo de la generación alada de hormigas, además apareo vano, dado su final. Así es la biología. Tú la has humanizado en esta bella fábula (porque es eso), y te felicito.
    En cambio a mí me sobrecoge la Naturaleza despojada de todo atisbo de intencionalidad, el milagro de la materia animada, la poesía de las mitocondrias y la clorofila, el inaudible crepitar de los cromosomas, y la certeza de que todo eso es, pese a quien pese, fruto completa y únicamente del gigantesco azar, el azar cósmico vacío y violento que no todos pueden asumir como "la verdad".
    Gracias, querido hermano, por esta simbiosis de imagen y palabra, al alcance solo de los talentos creativos, de las personas cuyos "ojos hacen algo más que ver" (relato que te aconsejo, por cierto).
    Sigue creando belleza!!!!!

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  10. Me alegra de nuevo que alguien me comente eso: haber volado con la pareja protagonista. Agradezco y celebro el provocar cosas así. Gracias Amparo por tu generosidad, porque si es de palabras, tú sabes mucho y es un honor para mí tu comentario.
    Un saludo!

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  11. El cine y la fotografía se dan tantas veces la mano... No en vano comparten tantísimo, siendo no obstante, y al tiempo, idiomas tan distintos. Comparto tu visión, es más, yo hasta le he puesto música.
    Gracias Gemelas, un beso!

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  12. Me alegra muchísimo recibirte por aquí y te lo agradezco. Con tu presncia y tus palabras no haces si no constatar lo que apenas apunto: tu enorme pasión por la vida y la Naturaleza, así, con mayúsculas, como tú la escribes y como tú la sientes y vives. Más aún, tu manera de entendernos como lo que somos, tan sólo y como dijo aquel, polvo de estrellas.
    Muchas gracias mi hermano, y tú que lo veas!

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  13. Qué chulo Emilio.
    Esta vez el texto me ha sorprendido mucho y me ha gustado más todavía.
    Teniendo alas, cómo no volar? Desde arriba se alcanza a ver lo inmenso que es estar vivo. El deseo, prueba misma de la vida. Un desastre inevitable solo cambia el final (sólo? Ese es el dato, diría quien observa desde la ciencia ..) Además de deseo, amor.. En fin, que sí, que yo quiero ser de las que tengan alas. Si acabo ahogada en una charca, que me quiten lo volado, no crees?
    Un abrazo.

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  14. Pues así es. Hay aspectos de la vida tan ricos en sí mismos, tan intensos y gozosos..., ¡cómo no elegir tener alas y pertenecer a la clase "reproductora"! Al menos, todo eso, desde la perspectiva de lo que somos: seres humanos. A lo mejor, pero no creas, como hormiga, vive más una obrera que un semental, así que habría que pensarlo mucho. Yo tan sólo he humanizado todo un poco y he usado la metáfora y el encuentro con aquellas dos pobres ahogadas para componer la entrada de hoy.
    Gracias Nepalí!

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  15. Que detalle, madre mía. Y que historia más bonita... Un tipo de foto que no toco para nada y tiene unos resultados fatásticos!
    Ya tengo ganas de ver la próxima foto! Danos más!!

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  16. Así es Laia, como bien dices, la "macro" es muy agradecida y se puede hacer muy bien con muy poca inversión..., y también con muy poco por delante del objetivo. Para muestra, la de hoy.
    Y respecto al futuro, paciencia, se está cocinando, aunque la verdad, aún ni sé qué ingredientes entran en el plato.
    Un abrazo Laia y gracias por pasarte!

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  17. Enhorabuena Emilio!
    La foto, como siempre, impecable.
    El texto me gusta, tiene ritmo, manejas muy bien las palabras y sobre todo, es muy original.
    Un abrazo calado!!!

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  18. Bueno bueno, se hace lo que se puede... Como siempre, muy agradecido viniendo de tí.
    Gracias Latour!

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