Calados, vamos a sacudirnos un
poco el polvo del camino, y abandonar la inercia de nuestros pasos. Tenemos
frente a nosotros un horizonte más que incierto, transformándose y
materializándose literalmente en un cristal opaco, ¿Qué os quiero decir? Me
explico, ¿habíais oído eso de "tanto tienes tanto vales"? Cuanto menos tienes, menos te ven. Nos hemos convertido en porcentajes, cifras…pues detrás de esos
números se encuentran etiquetadas personas que sufren, y no parece importarnos demasiado que
su futuro sea abanderar un número en cualquiera de las listas crecientes que
van apareciendo en el panorama social de este país; Cinco millones de personas en paro, familias que se ven
obligadas a vivir en condiciones de habitabilidad que rozan el hacinamiento,
deficiencias alimenticias severas, altos
porcentajes de personas viviendo en riesgo de pobreza o pobreza extrema, no
parecen ser datos alentadores y no olvidemos que la transmisión de muchas de
las enfermedades de declaración obligatoria se potencia en ámbitos de extrema
precariedad.
Uno de estos números es Cecilia, inmigrante, una de las 873.000 personas que han perdido su tarjeta sanitaria este año y que sufre el abandono a manos de nuestro sistema sanitario.
Pero seguro que hay voces que gritan y niegan
Pero seguro que hay voces que gritan y niegan
”¡no es para tanto!, además, es el riesgo que se corre por salir de tu
país e irte a otro a probar fortuna. Aquí no tiene cabida tanto inmigrante, vienen
y tienen más derechos que nosotros, los auténticos ciudadanos de primera clase,
ellos son extranjeros y tienen que
conformarse con lo que sea”
La igualdad de derechos que tanto proclamamos, aquí no se pacta. La gran mayoría de nosotros tenemos mente
capitalista, somos posesivos, y en el fondo, racistas, aunque no nos guste
reconocerlo. Siendo peligrosamente benevolentes, en casos puntuales, podríamos
quejarnos, hacer un alarde y tildarnos de primeros colonos del territorio, pero……
¡con la salud no se juega! y es lo
que está haciendo este sistema sanitario que se esta convirtiendo en
arbitrario, insolidario, materialista y cruel.
El Real
Decreto Ley RDL 16/2012, ha significado el abandono de la
universalidad que caracterizaba a nuestro sistema público, al que han sucedido otros que han ido acentuando la exclusión. Con
su aplicación, se pone contra la pared casos sangrantes, personas
con enfermedades graves de tratamiento crónico, como es el caso de Cecilia, enfermedades transmisibles, de vigilancia internacional
establecidas por la OMS, es decir, personas
con enfermedades que pueden ocasionar un
grave riesgo para la salud pública por su enorme facilidad de transmisión, que
por no tener tarjeta sanitaria ni corresponderle, según el Decreto, desisten
del “Vía crucis” que supone conseguir la documentación necesaria, arbitrada por unas instrucciones ambiguas y desconocidas
por muchos sanitarios o carecen de recursos, por lo que se abandonan a su
suerte. Inexplicable el alcance de un RDL que no ha contemplado estas
problemáticas.
Un grupo de
científicas y científicos del London School og Hygiene & Tropical
Medicine de Reino Unido, en un estudio publicado en junio de 2013 en la
revista especializada “British Medical Journal”, han advertido de un
posible repunte de casos de VIH y tuberculosis en España.
Otro efecto pernicioso del RDL es el abandono de políticas
de prevención, factor preocupante que puede acarrear consecuencias graves de Salud
Pública a medio plazo. Por ejemplo, el cobro de vacunas “opcionales” como la
de la meningitis, imprescindible para la prevención de casos de otra de las
enfermedades de declaración obligatoria como lo es la enfermedad meningocócica
Y para rizar el rizo, contamos con la aportación de nuestra ministra, dando discursos oficiales acusatorios tras el anuncio de las nuevas medidas. Frases de Ana Mato diciendo “la tarjeta sanitaria es para los españoles” o cuando desde su consejería se acusaba con recurrencia a la población inmigrante, de abusar de los servicios públicos de salud.
Con la convicción de que se está vulnerando un derecho que
atañe a toda la ciudadanía, La plataforma “Yo Sí Sanidad Universal “ha
constituido una respuesta ciudadana que busca extenderse por todo el Estado
español a través de acciones desobedientes descentralizadas, tendentes a que
nadie, a que ninguna persona, sea privada de su legítimo y constitucional
derecho a recibir asistencia sanitaria pública, sin discriminación alguna.
Siguen tejiendo una red desobediente entre pacientes y personal sanitario,
acercándonos, reconstruyendo ese vínculo fundamental entre ambas partes que la
inmoralidad de un RDL inhumano y excluyente se empeña en cortar.
Porque si la sanidad es un derecho, desobedecer es un deber…
Desde Yo Sí Sanidad Universal siguen luchando por la atención de todas las
personas y la derogación del RDL 16/2012.
¡Hay que actuar, implicarse….. decidir!
Marinela
¡Ay, son tantas las cosas que esta crisis nos está destrozando! La sanidad es una de ellas. Muy importante sin duda, ya se sabe que con la salud no se juega. Pero a mí me preocupa más otra de las cosas que me están robando cada día, mucho más: la esperanza, la ilusión en que el futuro guarda algo bueno en algún recoveco del camino.
ResponderEliminarApoyo tu alegato y cómo no tomo partido a favor claramente de tus palabras. No estamos para otra. En mi casa ya casi somos de los que dibujas en tu primer párrafo, y no sé dónde vamos a llegar. La deseperanza humedece mis ojos cada vez más a menudo.
Hoy por hoy, no es la sanidad lo que me agobia, es levantarme imaginando algo, tan sólo esperanzador.
No lo consigo.
Un abrazo!
Es cierto que allá donde miremos se aprecia cierto ambiente de desánimo, y estamos cansados de tantas vueltas de tuerca. Cuesta, a algunos más que a otros, ponerse la sonrisa para hacer buena cara a esos que están en casa y que esperan que seas tú el que les digas..... ¡todo va a ir bien! Pero hay que hacerlo, porque nos merecemos una salida, hay que seguir intentándolo y cazar la esperanza allá donde se esconda.
EliminarUn abrazo Emilio
Resultada desesperanzador ver con cuanta facilidad se está destruyendo algo que yo creía inamovible y de lo que debíamos sentirnos orgullosos: el sistema sanitario español.
ResponderEliminarLa salud es básica para todos, sin distinción, como la educación, la seguridad, la vivienda... y tantas cosas que están echando abajo de un plumazo.
Desaliento, eso es lo que siento cada día.
Besos
Es lo que sentimos la mayoría Jara, pero hay que levantar la voz y gritar alto y claro todo lo que llevamos dentro, denunciar lo que ocurre, contaminarnos de valor para defender y reclamar nuestgros derechos, no dejar pasar ninguna oportunidad, no bajar la guardia, ahora más que nunca no podemos estar de brazos caidos, Hemos de protestar, denunciar, condenar y no esperar que nada cambie, sino hacer todo lo posible para que cambie..
EliminarHe tenido la fortuna de encontraros gracias a la fiesta de las tazas de mi amiga Jara. No me queda más que darle las gracias por traerme hasta vosotros. Siempre que me lo permita mi escaso tiempo recalaré por aquí, me gusta el aire que se respira. Y ya que hablamos de respirar, ponéis un granito más a la tarea que tenemos encomendada hace ya demasiado tiempo: no permitir que nos asfixien. Totalmente de acuerdo con vuestra entrada y con la plataforma que nos traéis. Como siempre, el poder ataca a los más débiles y, en este caso, a Cecilia, una persona que vino de otro país a trabajar aquí y que, cuando ya no sirve, el estado la abandona, además, con el consentimiento y el apoyo de una gran parte de la población de este país. Así nos va. De eso se valen. Tenemos que seguir gritando, es lo único que nos queda.
ResponderEliminarDe verdad, un placer conoceros.
¡Besazos!
Luis Miguel, te damos la bienvenida a territorio calado. Te he visitado y ya puedo decir que sé algo de ti. Tú también "pasabas por aquí" y has tenido el detalle de dejar tu comentario.
EliminarY además, estoy de acuerdo contigo. Tenemos que seguir gritando, aunque me niego a pensar que es lo único que nos queda.
Soy bastante pesimista en este tema... España es una punta de lanza que desgarra en nuestra convivencia y en otros países que vengan detrás la atención y el cuidado de todos cuantos estamos físicamente en este país seamos de donde seamos.
ResponderEliminarEl neoliberalismo tiene una filosofía terrorífica sobre el desarrollo y la civilización además del uso de recursos.
Demasiada globalización para lo malo y miras estrechas para cualquier desarrollo constructivo.
Un beso Marinela.
Parece que el pesimismo es tendencia esta temporada. Es verdad, creo que cuando te encuentras en situaciones como la de Cecilia y tantas otras cuyos protagonistas podríamos ser cualquiera de nosotros, la sensación es desgarradora, pero tenemos que resistir y en la medida que podamos abrir grietas, a ver si rompe por algún sitio....
EliminarLa salud no tiene precio. Hay que preservarla al precio que se necesite mantenerla para todos y por todos, tengan o no tengan. Has expuesto grandes razones para seguir esa desobiendiencia civil y es que no nos queda otra.
ResponderEliminarPrecisamente esta tarde he estado de hospital con mi hija y en la desesperante espera he rumiado tu artículo y hasta he pensado " en el límite, en la defensa de la vida, por mi hija, mato " o por lo menos eso creo, aunque sorprendentemente me convierta en Belén Esteban por esta vez. ¿Llegarán a sacarnos nuestros instintos más viscerales?
Besos y salud, Marinela.
Sin dudarlo.todo menos resignarse. Belén Esteba o no, que no nos pongan al límite.
EliminarMagníifica entrada. La salud, el derecho a la atención sanitaria no se puede cuestionar, sobre todo cuando hay dinero -perdón por la expresión- para gilipolleces. Viajes en primera clase, despachos que parecen sacados de Arabia saudí, comilonas, gastos estúpidos que pueden evitarse. Si hay que apretarse el cinturón, hay que hacerlo en los caprichos y no en las cosas necesarias. Estoy con Latour: globalización para lo malo, para ir hacia atrás, como los cangrejos.
ResponderEliminarParece que todos estamos de acuerdo hablando del tiempo, pero no saquemos el paraguas y ya está, tenemos que salir a la calle y mojarnos si es preciso, hasta que desaparezca la tormenta.
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