Atraen mi mirada las casas en ruinas. Me turba poder mirar el paisaje íntimo y cotidiano de esos otros que miraron lo mismo, de tan distinta forma. Pienso en cómo sus ojos recorrerían los rincones que ahora se ofrecen, vacíos, indefensos,
desnudos y caídos, a las lascivas miradas de cualquiera. De mí mismo.
Imagino historias de amor y de desamor. Imagino
besos furtivos en los patios y jadeos en los dormitorios. Imagino manos cogidas
bajo los manteles. Imagino gritos y lágrimas tras los gritos. Imagino niños
creciendo y gritando y jugando. Imagino personas solas con la mirada
perdida sobre la angosta calle tras los cristales sucios.
Veo muros desconchados, viejos papeles pintados despellejándose de sus paredes, restos de cuadros, de cortinas, de inodoros, de espejos, de
vigas, de tuberías, de cables de la luz, de timbres. Veo los marcos de puertas
y ventanas y no puedo evitar imaginar a quienes atravesaron aquellos vanos.
Las ruinas cuentan cosas de la vida de otros.
Aunque sea tan sólo si uno es capaz de imaginarlas. Pero sobre todo, si uno se
para al verlas y trata de oír lo que dicen lo que queda de sus ladrillos, de su
cemento y su yeso. Quizá también y especialmente cuenten cosas de la ausencia
de esos otros. Al menos, es seguro, cuentan cosas sobre un final, su propio
final. Quién sabe si será eso lo que despierta mi interés por las ruinas. La presencia y la ausencia. La vida y la muerte.
Al fin y al cabo, dos caras de una misma moneda.
Al fin y al cabo, dos caras de una misma moneda.
Las ruinas es realmente la muerte, el olvido, el abandono total y absoluto. hermosisimo texto el que acompaña a esta foto de la sombra de lo que fue. Quizás por la misma razón a mí me atraen tanto las cosas, las casas, los animales, las plantas abandonados. por lo que fueron para alguien y ya no son.
ResponderEliminarEsa es la idea, la paradoja de algo que es para alguien, pero que ya no es lo mismo para quien viene detrás. La ruina es de algún modo una muerte, sí, ¿pero es el olvido?
EliminarUn saludo Amparo!
Y la de historias y vivencias, íntimas, que habrán tenido lugar en esas estancias. Alguien se equivocó de frenada al aplicar, de manera tan férrea, el segundo principio de la termodinámica. No sé yo, pero quizá la flecha del tiempo es demasiado contundente, o nosotros demasiado breves.
ResponderEliminarUn abrazo
La brevedad de la vida. Interesante asunto que nos debiera hacer otorgar mucho más valor a cada instante del presente. El tiempo, inexorable y contundente sin duda. ¿Nuestro paso por el mundo? Apenas un suspiro.
EliminarUn abrazo Valaf y gracias por pasar!
Siempre sabes encontrar fotografías a las que darles un sentido. Yo no veo ruinas en esa fotografía. , veo recuerdos de un pasado. Es una imagen que refleja vidas pasadas. Como siempre muy buena foto y mejor texto.
ResponderEliminarun abrazo
Así es m.carmen. Vidas pasadas es lo que se intuye bajo los escombros. En absoluto los recuerdos son ruinas, aunque estas, a mí, me traigan recuerdos de vivencias que no tengo.
EliminarUn abrazo y muchas gracias por dejar l ahuella de tu paso por estos lares!
Cuando me topo con estas demoliciones no puedo evitar mirar esas intimidades al descubierto, como cuando caes en la tentación de leer un diario ajeno abierto de par en par. Puedes leer historias cotidianas, viendo en sus paredes decoradas como una radiografía el escenario que las albergó. Me da la sensación de ser indiscreta.
ResponderEliminarUnas historias acaban y otras empezarán, ese es el devenir del mundo, porque sigue girando y girando.
Besos en construcción.
Ese puntito de morbo, ese ceder a la tentación de meter tus narices en lo ajeno, nada más y nada menos, que lo que pudo ser de esas vidas ajenas...
EliminarMuy bien pillado Gemelas!
Besos igualmente!
A mi me suele ocurrir cuando veo las ventanas iluminadas de los edificios, me pregunto que infinitas vidas discurren entre sus muros.
ResponderEliminarCuando veo esas casa demolidas, donde quedan al descubierto, sin protección de la intimidad, pedazos inconexos y mezclados de tantas historias, entonces, intento imaginármelas como eran y mentalmente las recompongo pegando y encajando los trozos rotos...
Triste cuando algo termina y ha formado parte de nosotros.
¡Qué buen ejercicio; cada foto.. mil historias...!
Sí, es parecido a montar un rompecabezas sin la muestra. Las piezas están ahí, pero el sentido de las piezas ha de surgir de tu imaginación. Las ruinas de las casas son ideales para dejar volar libre esa fantasía que nos convierte en descarados "voyeurs" de la vida del otro, aparentemente, sin violar ninguna intimidad.
EliminarEs triste cuando ha formado parte de uno, pero a mí también me resulta triste, en todos los casos.
Muchas gracias y un saludo Marinela!
Es algo que me viene a la memoria cuando en el campo veo casas medio derruidas ,solitarias, que un día albergaron ilusiones...y no están muertas...
ResponderEliminarUn cálido abrazo
Las ruinas en el campo tienen para mí un sentido un poco distinto. No forman parte de una urbe, más bien parece que la naturaleza recupera algo que le fue robado. Quizá por eso rebosan vida siendo ruinas. Pero es otro tipo de vida.
EliminarUn abrazo para tí y muchas gracias por pasar!
Me ha gustado mucho tu entrada, Emilio. Tu fotografía me inspira muchas ideas.
ResponderEliminarTu texto trasciende una cierta nostalgia que me llega muy adentro.
Lo que fue y lo que es, la vida y la muerte, como bien dices tú, las dos caras de la misma moneda.
Un saludo.
Me alegra latour que así sea. Nostalgias a raudales diría yo. Y si te llega será porque alguna nostalgia parecida andará revoloteando por tus adentros. En mi caso y en mi momento, no puedo separar una cara de otra.
EliminarUn saludo para tí!
A mi los restos de papeles pintados, las baldosas rotas, las marcas de los cuadros me inspiran tristeza. Un día esas paredes vieron, oyeron, contuvieron mucha vida y yo también intento imaginar como fueron esas vidas y a dónde están los que habitaron entre esas paredes.
ResponderEliminar¿Algún día mi casa mostrará, acaso, sus entrañas a otros ojos curiosos?
Besos
La tristeza va ligada sin duda a los restos del paso del hombre. Nos entristece la certeza de recorrer un camino semejante. Inquietante pregunta la que cierra tu comentario... Por si acaso trataré de dejar la mía lo más vacía posible.
EliminarBesos y gracias Jara
Reflexiva captura y estupenda tu exposición.
ResponderEliminarCiertamente estas escenas inspiran tristeza, pues no en vano cuantas historias han muerto con ellas, cuantas vivencias entre esas ruinas...sin embargo dan pasos a otras y otro calor de hogar, es la vida!.
Felicitaciones. Cordial saludo.
Ramón
Como bien dices, estamos condenados a caer para levantarnos, a quemar etapas para recorrer nuevos caminos, a derruir lo viejo para edificar nuevos proyectos, a reformar el hogar para adaptarlo a nuestros cambios.
EliminarMuchas gracias Ramón y un saludo cordial de vuelta.
Un placer siempre el contar contigo.
Es la desnudez, el que un escenario desmoronado se encuentre a la vista de todos, lo que me más me impacta. Siento una especie de pudor ante el desastre ajeno, ante lo que ya sólo es un tiempo terminado en el tiempo de alguien..
ResponderEliminarSin embargo la presencia en tu fotografía de la maquinaria y los trabajadores y ese trocito de cielo tan azul, todo tan dinámico, tan vivo, lo que me hace pensar es que a veces sólo cambiamos de sitio quizás porque deseamos hacerlo, porque una fractura inicia nuevos pasos, porque es necesario, porque está bien..
Me ha gustado mucho. Un abrazo.
Efectivamente y como muy acertadamente señalas, los vivos colores del trabajador y de la pequeña excavadora, y ese pedacito de cielo, forman un triángulo muy vívido que da sentido al tratamiento de la imagen, que por lo demás, muy bien podría haber limitado al monocromo. Ese triángulo de color aporta el contraste que, para mí, da sentido a la paradoja visual que planteo en esta foto: las ruinas frente al continuismo vital. Muy bien visto Nepalí, porque mucho de lo que lees quise escribir.
EliminarGracias y un abrazo para tí.
Al fin y al cabo, tarde o temprano, todos seremos ruinas. Al fin y al cabo, esto solo evidencia el paso del tiempo, que ni siquiera una casa, unos ladrillos, son lo bastante sólidos para resistirse a ello.
ResponderEliminarUn abrazo!
Correcto..., y hay quienes ya lo somos, y eso que aún nos queda para el "derribo final". La edad no perdona, no...
EliminarUn abrazo y gracias por comentar!