jueves, 17 de enero de 2013

CONDUCTORAS SUICIDAS. Mucho más que niños.




Desde nuestra perspectiva actual de adultos miramos a la infancia con añoranza y porque no decirlo con envidia sana, por supuesto. Quien fuera niño ahora, en esta parte del mundo civilizado, claro está.  Pertenecer a esa infancia que goza de una gran consideración y atención  y hasta llegaría a decir de sobreprotección, porque no sería para menos al sentirnos engullidos por una sociedad tremendamente compleja, hostil e invasiva en la que crecen nuestros niños. Nos da miedo dejarlos solos, queremos preveer todas sus contingencias, tenerlos siempre controlados y muchas veces infravaloramos sus capacidades y se llega hasta tal punto que no despegan el vuelo, no abandonan el nido, hasta más allá de los treinta y pico largos.

Por mi mente rondan algunas comparaciones a la hora de que aprendan a valorar el riesgo, a experimentar la realidad. Difícil es cuando los envolvemos entre algodones, cuando van al parque y juegan en ese rincón lleno de columpios de diseño, acolchados con un suelo de goma especial que amortiguan las caídas, frente a nuestros juegos de antaño entre cañaverales, tierra, piedras, muros que escalar y árboles a los que subir. Por cierto, ¿le hemos preguntado a los niños cómo quieren que sean sus parques, cómo quieren y con qué quieren jugar? Quizás nos sorprenderían pidiendo jardines, escaleras, plazas, sitios para esconderse, lugares no especialmente diseñados para el  mismo juego que al final aburren,  que no les dejan inventar juegos que les lleven a la sorpresa.

Sería estupendo que nos pidieran la ciudad entera para ellos. Una ciudad diseñada pensando en ellos que como nos dice Tonucci (pedagogo italiano), una ciudad para los niños es una ciudad para todos. 
Una ciudad llena de niños, visibles por sus calles y no solo a la hora de salir o entrar al colegio. Niños que viven su ciudad con gran autonomía, solos o vigilados de lejos por los adultos, que comprenden y descubren las necesidades de su ciudad.  Porque seguramente una ciudad con esa vida de barrio, con esa supervisión vecinal será más segura para nuestros niños y no exclamaremos al ver a niños de 7 u 8 años solos que sus padres son unos irresponsables, sino que esos hijos asumen su parte de responsabilidad y la ejercen y nosotros tomamos las medidas y velamos porque así sea. 

Señores alcaldes, escuchen a los niños, todavía no han acabado de aprender a pensar como adultos, son originales, creativos, libres de prejuicios, a mostrarnos a hacer de otra manera las cosas y pueden permitirse decir lo que piensan sin ser obedientes, buenos y quizás piense poco respetuosos. No considere que los niños no pueden votar y atrévase a asumir ese reto, a sentirse incómodo, a darle la vuelta al calcetín y a ver la ciudad ni desde la derecha ni desde la izquierda ni siquiera desde el consenso, sino desde la felicidad.


Increíble, pero cierto, la idea ha sido de un niño, no de un ingeniero de tráfico.


¿Será posible?





Besos a pares, queridos Calados y lectores.

Las Gemelas del Sur.


11 comentarios:

  1. Es lo que tiene que los niños no voten, que los políticos nos los tienen en cuenta. Así es.

    Lo de la sobre-protección, os doy la razón pero tambien hago una reflexión: a ver quien es el padre o madre que deja solo en el parque a un niño de 8, 9 años en los tiempos que corren. Nadie se fía. Yo me crié jugando en las calles con mis amigas y vecinos, y nunca sucedió nada, pero claro, era otra época.

    Bss y bss.

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    1. Anda, si se podía contestar por aquí! Te he respondido mas abajo glups!

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  2. Los niños no están contaminados.
    Que los escuchen.

    Besos.

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  3. Aquí en España, la Conferencia Episcopal, los Foros de Familias Como Dios manda, la Cospedal, el Rey y por supuesto el Ministro del interior ( representando al Opus por supuesto), debatirían en la Cope ( of course), etc., etc., el grado de ideología contaminante de este tipo de medidas anarquizantes...... de alguna manera comunistas en el sentido que dan decisión al pueblo en asuntos muuuy serios y despues....................NO HARIAN NADA DE NADA!!!!!!!!!!

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    1. Cierto, Latour, sintiéndose tan seguros en sus sillones del poder que incluso ya han echado raíces en ellos, no se atreven a saltar al vacío con estos proyectos para acercar a todos a un bienestar común, a compartir con todos un cachito de felicidad. Si no que se lo digan al Sr. Ministro Wert, los niños se deben preparar para ser competitivos (a producir al servicio de la economía)
      Pero las utopías existen y algunos de sus aspectos han llegado a realizarse en otros tiempos. Hoy he sido por un momento Peter Pan contra el capitán Garfio.

      Besos de rebelión.

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  4. Yo aun recuerd aquellos altísimos yoboganes de hierro en los que, si conseguías no abrirte la cabeza en la caída, siempre te esperaba un charco al final del tobogán. Y los columpios de hierro? Menudos cadenazos nos metíamos. Por no decir de las acequias, los descampados, etc. Lo del paso cebra, buenísimo,

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    1. Jajaja!! Amparo, mi rabadilla aún recuerda los errores de no frenar con los pies al caer de ese altísimo tobogán, pero la sangre nunca llegaba al río. Era un aprendizaje sin edulcorantes, ese sí que hacía que midieras los riesgos "reales". Los pequeños riesgos que corríamos de niñas nos preparaban para valorar los de adulto. Aquello si que era libertad infantil. Si nos hubieran preguntado entonces que cambiaríamos seguro que hubiéramos dicho NADA, nuestro territorio que no nos lo toquen, pero no nos lo preguntaron y ahora....

      Los niños nos pueden dar soluciones impensables para los adultos. Escuchemos a los niños.

      Besitos.

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  5. Quería decir toboganes, no yoboganes, ja, ja. Es que me resisto a pagar más a Iberdrola y aguanto hasta que no veo nada. La crisis.

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  6. Mar, si tienes oportunidad, lee "La ciudad de los niños" de Tonucci, descubrirás que es posible que los niños vayan solos, en principio por el camino de la escuela a casa. Con la transformación de la ciudad, ganando espacio para el ciudadano no para el coche, apaciguando el tráfico, la concienciación de padres, vecinos y comerciantes y por supuesto la escuela, es posible.

    Besos con la ternura de la infancia.

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  7. Si Toro, sus pensamientos son transparentes con una lógica muy natural, con su preguntas y respuestas pueden hasta poner en crisis nuestras creencias.
    Yo les daría voz y voto.

    Besos con sus porqués.

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