jueves, 1 de noviembre de 2012

CONDUCTORAS SUICIDAS: METRÓPOLI



En un artículo que he tenido ocasión de leer sobre la edición en castellano de  “La ciudad en la Historia” de Lewis Mumford,  extenso y profundo, me atrevo a hacer una reflexión sobre algunas ideas.
Lo que plantea Mumford  invita a cuestionar y no dar por hecho muchas cosas;  es una crítica a la sociedad y a la estructura  de ciudad moderna, a la que hace responsable de muchos de los problemas sociales.

“La historia de la ciudad del XIX es la de una enfermedad y la del XX la de un tratamiento que alivia los síntomas pero mantiene las condiciones que causan la enfermedad”.

Dice y hace alusión a la perdida y olvidada sociedad rural, aldeana, en la que los vínculos familiares eran los pilares de la sociedad,  hoy  desaparecidos  en esa expansión urbana de la ciudad moderna. Una ausencia de relación orgánica entre las personas y sus espacios de vida. Este rasgo, es una consecuencia de sustituir una organización de cooperación por una sociedad sometida a jerarquías institucionales. Abandonando  el diálogo, la palabra.

Cuando  dejamos  tanto, en manos de unos pocos, estamos perdidos,  sometidos a sus políticas de economía.. a favor de sus intereses.

Desligarnos y congregarnos masivamente en la  ciudad,  aislándonos completamente de ese medio de explotación de recursos, el campo, donde se encuentran los mecanismos de subsistencia,  nos ha hecho más débiles, obviar  los recursos naturales e imponer  en su lugar recursos artificiales que contaminan, nos convierte en enfermos. Crecer en ciudades  descomunales, con edificios infinitos, trazados de redes viarias impresionantes, dando crédito  a los urbanistas que defienden la densidad de las grandes metrópolis, nos lleva a habitar  en una ciudad que no es apta para vivir, en la que sólo cabe sobrevivir……….

“Esa  creación artificial de escasez en medio de una creciente abundancia natural fue uno de los primeros triunfos de la nueva economía, ahí nos convertimos en víctimas de una explotación civilizada”

El ciudadano ya no  utiliza su inteligencia para levantarle la mano al destino. Los ciudadanos pierden su voluntad de luchar por la libertad y reclaman compulsivamente artículos que pueden adquirir con dinero. En las grandes ciudades deshumanizadas y seccionadas por la especialización,  la sociedad abandona el encuentro, el conocerse a uno mismo, a los demás,  y acepta que el futuro de la ciudad sean la congestión metropolitana, la expansión descontrolada de los suburbios y la desintegración social……

Andamos muy lejos de la ciudad que proclama Mumford, cuyos mandamientos morales elementales fueran el respecto por el vecino y la reverencia ante la vida. Una ciudad en la que se estableciera  un orden que integrase  los avances tecnológicos,  con las necesidades biológicas y  unas razonables normas  de convivencia. Una ciudad donde las personas y el bienestar común fueran lo primero, lo legal, Lo que vendríamos a llamar una ciudad, sostenible, saludable, en un estado de espontánea armonía..

Pero es que andamos muy lejos de cualquier atisbo de cordura lógica, de justicia social, de valores y criterios, de conductas éticas……



¿Utopía, realidad o fracaso?

Saludos Calados y lectores
Las Gemelas del Sur

10 comentarios:

  1. La gran ciudad es un monstruo gigante que nos envuelve y nos aniquila

    Salud

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  2. Hola, Gemelas.

    Este artículo da para unas buenas reflexiones. La ciudad somos nosotros mismos. Si se pierde la perspectiva es imposible ver el horizonte. Somos consumidores porque somos voraces. Nos comemos el futuro y el futuro nos devora a nosotros. Los círculos viciosos mandan y ordenan. Y, sí, me temo que el caos reina nuestras vidas. La norma que nos rige es la de la supervivencia propia y el vecino no es más que un número que vive en el número de un portal, de una calle numérica que es un número de líneas en el mapa.

    No está todo perdido. Hay muchos que han preferido volver al terruño, y pueblos, hasta hace bien poco deshabitados, respiran de nuevo. Todavía hay memoria colectiva. Boguemos porque no desaparezca.

    Un par de besos.

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  3. Las ciudades tienen la paradoja de aislar al individuo por muy pobladas que estén. Digo aislar en el sentido de que un habitante de una ciudad interactúa muy poco con su entorno más directo que un habitante de un pueblo.

    Y por supuesto, estamos años luz de una ciudad/sociedad como la que propone Mumford.

    Bss y bss.

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  4. Una entrada para reflexionar...una lejana ciudad la que se propone...yo aún ando por mi pueblo, todo mas natural, cordial y disfrutando del día a día. Saludos Gemelas y buen fin de semana.
    Ramón.
    P.D.: Hoy me toca currar, en mi pueblo estarán celebrando "los santos" (día de campo para disfrutar en grupo y comer las castañas, nueces, higos y graná)

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  5. ´Menuda reflexión nos traéis hoy, gemelas.
    Veo a las grandes ciudades como monstruos que intentan devorarnos pero que también nos colman de personas y de historias. Soy un troll de ciudad y por muy malas que sean, nunca podría vivir en un núcleo más pequeño.

    Un beso, chicas.

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  6. A veces, si no lo controlamos, corremos esa suerte, pero hay que buscar la parte positiva y mejorarla.

    Saludos Anónimo

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  7. Volver a vivir en contacto con la tierra, ¡quien pudiera! pero de vez en cuando huir en busca de esa bombona de oxígeno, es muy necesario.

    Muchos besos Luisa

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  8. Los pueblos, son una gran familia, y aunque vivas solo, nunca lo estás, eso para las personas mayores que van quedándose solas es un amarre a la vida. En las grandes ciudades están como perdidas, invisibles..

    El concepto de ciudad habitable sería aquel en el que no prevaleciera la explotación del espacio interesada, sino la convivencia y el equilibrio del entorno, no se si la "Ciudad del futuro" será capaz de brindarnos eso, desde luego nada que ver con Mumford.

    Saludos Mar

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  9. ¡Que maravilla Ramón, disfruta del día de campo, de las tradiciones, de las castañas, del aire libre......

    ¡Que envidia!

    Saludos

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  10. Quizá es a lo que estamos acostumbrados, y nos movemos bien por calles y avenidas enormes, yo también soy de ciudad, pero cada vez más, disfruto rodeada de árboles y tierra. ¡Será la edad!

    Muchos besos Towanda

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