martes, 3 de agosto de 2010

SÓLO UNA CALADA MÁS: Tercer estante a la derecha.

Muy buenos días de martes, amigos, Calados y lectores:

Voy dándole Sólo una Calada más, para traeros hoy hasta aquí este relato corto de mi puño y tecla que en esta ocasión lleva por título: Tercer estante a la dercha.

¡Disfrutadlo!

Saludos.

Arwen


TERCER ESTANTE A LA DERECHA



La bibliotecaria cerró los ojos, retiró con mano firme sus gafas del abatido rostro y en apenas unos segundos se encontró caminando entre las librerías del sector norte del edificio, los pasillos largos anunciaban el silencio de la sala, podía olerse junto a la quietud del ambiente, las contraportadas polvorientas y el papel couché que impregnaban la estancia de un aroma único y perenne, como sus letras, su tinta...Platón frente a Descartés...el de la tapa burdeos Aristóteles...el crepitar de las hojas añadía la nota musical al lugar sólo invadido por los murmullos del agua en el exterior, los pájaros revoloteando en sus fervor estival o la chiquillería agolpándose entre los columpios de sólidos y coloridos hierros, cual monos o arañas en su ir y devenir por los correajes de una telaraña asimétrica desde la cual y una vez alcanzado su máximo prisma se lanzaban al vacío aferrados al mástil principal del artefacto y en su caída gravitatoria unos gritaban, otros reían y alguno hasta lloraba el golpe certero en una sinfonía aleatoria que mezclada con los cantos de los gorriones y el agua añadía una melodía eterna a la biblioteca.

Clara seguía deambulando por los corredores, esta vez le toca el turno a la literatura Universal, tercer estante a la derecha, tras la balda de madera de las "íes" con punto rojo, la mirada de un hombre se clava en ella y lo hace con la profundidad de una lanza, sobre su mano derecha sostiene a Cervantes, en la izquierda el peso de su chaqueta y ante la atenta mirada de la mujer comienza a desvestirse de arriba a abajo colocando gracilmente cada prenda sobre un libro.

- Hágalo- la reta- ¡estamos solos!, ¿quién podría verla?. Es pura libertad, sin ataduras, sin vestimenta...

Clara le sigue el juego, la blusa primero, seguido de la falda, a la que va sumando un libro por prenda despojada, entonces le toca el turno a su ropa interior, pero poco antes de que el Ingenioso Hidalgo rozara sus manos una voz la llama por su nombre...

-Clara. ¡Clara!. ¡Tápese, que hay niños delante! - vocifera una mujer ataviada de uniforme al otro lado de la larga cola que espera su turno de información y reservas de libros de la biblioteca.

Y Clara estaba allí, semidesnuda con la ropa desparramada por el mostrador, frotándose los ojos, abriéndolos de par en par al tiempo que despertaba de su sueño mientras una cincuentena de personajes divertidos la observaban perplejos desde sus posiciones.

Nadie más dijo nada...fuera la música de la chiquillería y el agua continuan sonando...,Clara agarra sus gafas, se las ajusta perfectamente sobre la nariz y añade:

- Siguiente por favor.



7 comentarios:

  1. Vaya con Clara...

    Lo pasa bien.

    Besos.

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  2. Estas teclas de los martes siguen enganchándome como la nicotina de los mejores libros.Enhorabuena Arwen y un abrazo Calados.Fredysaludos.

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  3. Bueno si lo recordaba... Imposible olvidar el relato y a la sugerente Clara.
    Un besazo!!

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  4. Ay Clara dulce Clara como me iba a olvidar de este relato...

    Un abrazo a todos y gracias por estar ahí.

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. Me ha gustado, se nota que el cansancio te puede hacer tener sueños extraños ^^
    saludos!!

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