Nos encontrábamos preparando la partida, acampados en un llano rodeado de suaves colinas surcadas por caminos que las marcaban como las cinchas a los caballos, firmes a la tierra, esperando a que las conquistáramos.
No eramos un grupo numeroso, pero en
cambio, nuestro adiestramiento había sido el mejor. Ante la
inminente movilización no necesitábamos ni siquiera un escudero que
nos ayudara. Prestos al primer toque ya habíamos protegido las
partes de nuestro cuerpo más débiles: los hombros, los codos,
espaldas y lumbares, así como las piernas y rodillas, envueltos en
una especie de armadura, cada cual destellando con variados colores,
como si tratáramos de identificarnos con las marcas de nuestras
heráldicas. Sin olvidarnos de nuestros pies, enfundados, prietos y
firmes, punto de apoyo y de equilibrio sobre nuestra montura.
En formación ya estábamos, héroes de
ronca sonoridad, jinetes contra el viento, conquistadores de la línea
del horizonte, moteros naturalmente y detrás nuestro cinco mil años de historia que nos
revelaban la imperiosa necesidad de proteger nuestra cabeza. El
legado de nuestros héroes nos dictaba su consigna: su cabeza no era
tan dura como su tenacidad, su determinación y sus convicciones, de
modo que yelmos, celadas y cascos se convertían en la caja fuerte
de sus valores, de su vida en pos de una lealtad asumida. Pero esas
no fueron nuestras guerras o quizás podríamos decir que para nosotros
carreteras y calles se habían convertido en un campo de batalla que
todos los días arrojaban su parte de guerra con el trágico balance de
muertos y heridos. Otra contienda al fin y a cabo.
Tras el gesto de colocarnos el casco,
en definitiva se esconde el más básico instinto de protección,
llevado a la más pura consciencia, a la ejecución de la imitación
de los logros de la evolución de Darwin de tortugas, armadillos,
puerco espines..., y a la sabia naturaleza que otorga la protección en
la cubierta de almendras, piñones, nueces, pistachos..., duros y
durísimos de pelar.
Sin embargo, disfrutando ya de nuestra
travesía nos hemos cruzado con una raza distinta, con seres
excepcionales, “los superheroes”, al parecer fuera de los
dictámenes de las leyes de la naturaleza que rigen a los humanos
mortales. Su melena al viento, su peinado intocable, su cuerpo de
exposición, así es, expuestos a las miradas y al protagonismo y sí, también
a los riesgos que sus superpoderes increíblemente podrán esquivar. Que la fuerza (o la suerte) les acompañe.
Queridos Calados y lectores, no pierdan la cabeza si no es por amor.
Las Gemelas del Sur.
Me parece una recomendación muy adecuada, ya que en breve, las calles de Valencia se llenan de motoristas, y no todos cuidan de si mismos. Esos "superhéroes" que, de vez en cuando, se quedan por desgracia sin super poderes. Bien traído Gemelas!
ResponderEliminarYa estamos entrando en las fiestas falleras, Emilio, extraordinarias y asombrosas y es un espectaculo más ver el enorme escuadrón de motos y ciclomotores que se ponen en primera fila en los semáforos en rojo al acabar la mascletá, el 99,9% con casco, por convicción o porque la policía está muy cerca...
ResponderEliminarBesos encasquetados.
Había cierto efecto en psicología, no recuerdo su nombre, pero que hacía que nos mostrásemos optimistas con el riesgo, una especie de sensación de "lo que le pasa a los demás a mí no me va a pasar".
ResponderEliminarNo sé cómo podría metérsele en la cabeza a la gente que por muy bien que conduzcan ellos, no están en absoluto exentos de peligro.
Un abrazo!
Ummm!! Ehse, puede tener una explicación física. Dicen que en los jóvenes el lobulo prefrontal no ha madurado lo suficiente y es ahí donde se aloja la capacidad de percibir el riesgo, de modo que nuestra estrategia es crearles el hábito y arrancarles el compromiso. Tarea nada fácil, si la presión de la sociedad o el entorno no es favorable, porque educar se educa con toda la tribu.
ResponderEliminarBesos.
simpre llevaba el casco. ahora tengo coche pero el cinturon de seguridad lo llevo puesto incluso en el aparcamiento de supermarket :))
ResponderEliminarNewshub es el mejor seguro de vida y asumido como el más puro instinto de protección, casi automatizado.
ResponderEliminarBienvenido a este Territorio Calado.