lunes, 21 de noviembre de 2011

SÓLO UNA CALADA MÁS: EL HIJO.


Lo meció en sus rodillas antes de perderlo para siempre, abrió de par en par las ventanas, se despidió del servicio y sentada en la mecedora se agarró firmemente a los barrotes, mientras vio partir bajo sus húmedos ojos el hijo que nunca existió.

7 comentarios:

  1. Que pena y que rabia.

    Que dolor también.

    Besos.

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  2. Vaya, un relato muy reflexivo y me gusta mucho la foto que has puesto hoy, me repele y me gusta a partes iguales ;P

    dirty saludos amiga Arwen¡¡¡¡

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  3. Lo que te he dicho ya me saltaron las lágrimas.
    abrazo

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  4. Triste para quien cifra sus esperanzas en lograr una meta, sea lo que sea que anhele. Mucho más triste aún, si existe el logro, pero este es tan efímero, que se llega a ser consciente del logro y de su pérdida, casi al mismo tiempo.

    Besosxdos

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  5. Si no llegó a existir, la pena no será muy grande.
    Un saludo.

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  6. Tal vez hemos sentido todos esa ausencia... aunque jamás existiera... o aunque alguien se lo llevara...

    Un gran beso a todos lectores Calados y un placer leeros siempre!! ;)

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  7. Fotografía y texto.......y un nudo de dolor en la garganta. Impresionante Arwen!

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