Se sentó en la cama despacio, observando la luz que entraba por la ventana en aquel atardecer dorado. Demasiada luz para sus ojos claros. Deslizó su mano sobre las sábanas blancas. Se quitó los zapatos lentamente y los dejó junto a la cama. Después comenzó a descordarse el camisón, como si cada botón requiriese un esfuerzo de voluntad. Echó los brazos hacia atrás y se desabrochó el sujetador, blanco, de algodón y tira bordaba. Estaba nerviosa, muy nerviosa. Al cabo de un momento escucharía sus pasos, sentiría la mirada de él sobre su cuerpo.
Le faltaba la respiración cuando la puerta por fin se abrió. El hombre se sentó junto a ella y sonrió. Ella le interrogó con la mirada sintiendo que su corazón latía cada vez más fuerte. La cogió de la mano.
- Los análisis han salido perfectos - dijo él-, sobre todo teniendo en cuenta que ya ha cumplido usted los noventa.
A las cinco de la tarde le dieron el alta.
II Parte
La hija esperaba en la aséptica cafetería del hospital tomándose un cortado descafeinado con un croissant reseco.
- ¿Qué te ha dicho el médico? -preguntó-.
- Era un niñato - repuso la anciana-.
- Vale pero ¿qué te ha dicho?
- Que los análisis están bien.
La hija sorbió un poco de café ya frío.
-¿El colesterol?
- Perfecto.
- ¿El azúcar?
- Dentro del límite.
- ¿Los triglicéridos?
- No me hables en latín que ya no estoy yo para...
La hija no quiso insistir más.
- ¿Quieres un poleo, mamá?
- ¿Un poleo?¡ jefe! -gritó- tráigame una cerveza doble, un bocadillo de jamón serrano y un pincho de queso y anchoas.
- Mamá ¿te has vuelto loca?
La anciana la miró desde sus ojos claros y aún luminosos.
- Hija- afirmó-. Creo que ya tengo edad para decidir con qué dieta quiero morir.
Y es que la vida son dos días.
Me encanta el relato
ResponderEliminarMuy buena respuesta de la madre, a esa edad ya puede decidir lo que quiere y debe tomar.
Un abrazo.
Gracias Rafaela. Con tanto anuncio que si el colesterol, que si los huesos, que si las defensas, nos vamos a volver locos. Debe llegar un día en el que por fin seamos libres para decidir.
EliminarComo te gusta jugar y sorprender (y vaya si lo consigues) no has puesto II Parte entre "La cogió de la mano" y "Los análisis han salido perfectos".... No sabes cuánto me alegro por la abuela, por sus análisis perfectos y la elección de su dieta. Pero yo, cuando se descordaba el camisón con esa luz dorada te aseguro que no pensaba en triglicéridos... A ver que pasa en la III parte..
ResponderEliminarChulísimo, como siempre.
Un abrazo.
Ja, ja. Yo creo que muy poca gente piensa en los triglicéridos. Es que sois muy mal pensados. Me encanta y me sabría descubrir las historias que vais escribiendo en vuestras cabezas mientras leéis la mía. ¿tercera parte? NI me lo había planteado. Tendré que meditar.
EliminarVaya giro!!!
ResponderEliminarDisfruté con tu relato :-)))
Un beso.
Gracias Minimal. Espero que ya estés bien del todo.
EliminarMuy bueno Amparo. Una abuela con temperamento y cabeza clara.A esa edad hay que elegir disfrutar hasta donde se acabe el hilo...
ResponderEliminarPrimero nos privamos porque no tenemos dinero, luego porque no tenemos tiempo, después porque no tenemos salud... Tiene que haber un tiempo para gozar.
EliminarComo se suele decir...No son los Años de Vida, sino la Vida que le demos a esos Años.
ResponderEliminarPodemos vivir muchos años a base de químicas pastillas, pero donde esté un buen pulpo a la feria o una ración de paella que se quite todo lo demás.
De vez en cuando también hay que darse un revolcón gastronómico.
Abrazos y Besines.
Pues sí. Es necesario mimarnos un poco, darnos algún que otro capricho gastronómico. Como bien dices, la vida es lo que llena los años. No nos la amarguemos. Un abrazo.
EliminarLa vida son dos días y nos solemos negar a pensar en por qué no hay tercero
ResponderEliminarUna gran entrada, da mucho en qué pensar
Besos
Gracias. La primera parte es para que seáis un poquito mal pensados, y la segunda, para tirar la casa por la ventana. Un abrazo y encantada de verte por aquí.
EliminarEl asunto está en lo que pagas y lo que recibes. Cada cual tendríamos que tener la oportunidad de decidir sobre ello. Pero la edad...
ResponderEliminarSaludos.
Ola Vela. Y cómo pasan los años. A velocidad de vértigo. Yo creo que los noventa deberían ser la edad de los caprichos y no de las dietas. Un abrazo.
EliminarUn relato vitalista aún a los 90 años... El "carpe diem" llevado al final de la vida. Ejemplarizador. No hay que esperar a los 90, sin duda, no...
ResponderEliminarFíjate que al principio, hasta "La cogió de la mano.", me parecía que ibas por otra línea... Simpático giro hacia el jamón y la cerveza.
Qué malos pensamientos has tenido, ja, ja. Esa era la intención, la historia paralela del lector. pero ya ves, se nota que me gustan las viandas y, si llego a los noventa, tiraré la casa por la ventana y me daré una panzada de colesterol.
EliminarBueno ya te lo han dicho todo...me sumo a las felicitaciones. Siempre nos sorprendes gratamente.
ResponderEliminarUn abrazo!
Hay que aprovechar el momento, no sabemos qué número llevamos en la lotería de la vida.
ResponderEliminarSalu2.