-¡Hoy llego tarde!- Busco las llaves metiendo la mano en mi bolso, buceo por sus bolsillos interiores, al tacto tropiezo con un monedoro, los clinex, la cartera, la agenda, las gafas. Intento un nuevo recorrido levantando los obstáculos que me impiden tocar el fondo, para nada, -¡no están! ¡cuántas veces le digo que no quite la llave de la cerradura!, ¡ya llego tarde!...
Por fin aparecen, doy un portazo y bajo las escaleras a toda prisa, -ya no hay tiempo para ir caminando, cogeré el autobús.- Ando a ritmo acelerado, persiguiéndome los pasos, me paro en la acera esperando el cambio del semáforo, veo el gusano rojo, un autobús flexionado en su mitad que está llegando a su parada, miro a un lado y a otro, no viene nadie, inicio el cruce, no pierdo de vista mi izquierda por si mi cálculo de velocidad, espacio, tiempo, no es el correcto, ya está en verde, apuro la zancada para no quedarme en medio de la gran Avenida y que el conductor del autobús pase de mi. Ya en la parada me uno al tumulto y como oveja que vuelve al redil, me subo al autobús de reparto....
Empiezan a orise los pitidos de la máquina al leer las tarjetas bono, hay codazos, algún pisotón, todos juntos, como un rebaño apretado, intentamos mirar hacia ninguna parte, cuando las caras de los que compartimos la barra asidero, se juntan hasta la incomodidad. Intento guardar mi cartera en el bolso pero el espacio es escaso y no lo consigo, así que cartera en mano, bolso colgado y mano en el asidero, me dispongo a pasar los siguientes diez minutos lo más abstraída posible. ¿Pero quién puede? oyendo la música desaforada que traspasa los auriculares del que está pegado a mi derecha, ¿quién es capaz?, distrayéndome con la conversación subida de tono del que está sentado junto a esa ventanilla, ¿cómo aislarse? si he de soportar, recién desayunada los efluvios malolientes de un halo de misterio situado a mi espalda. Me esfuerzo en oír la voz modulada y ensayada de la grabación que anuncia las paradas, -aún faltan cinco-, intento aguantar la respiración todo lo que puedo, la barra está pegajosa, -¡a saber por qué!- me sujeto con la yema de los dedos, -nada más llegar a la oficina, me lavaré las manos, ¡vaya asco!- Se van abriendo huecos en el tejido humano y una ligera brisa se cuela entre nosotros con cada apertura de puertas, me adelanto y me acerco a ellas, aquí respiro mejor, por fin me alejo del dueño misterioso de los efluvios que no he tenido curiosidad en conocer.
El autobús se va quedando vacío y ocupado de silencio, en cada estación ha ido repartiendo vidas, vidas que seguirán su camino y continuarán siendo desconocidos habituales, cada vez que decida subirme al autobús de las 8:10h. Desde mi posición, delante de las puertas, veo y dejo atrás el poliesportiu de la Petxina. Se agolpan los pensamientos, resuenan en mi cabeza frases que no termino, hablo mentalmente y me contesto, hago un repaso, tema a tema, me fijo en las caras de los privilegiados que han conquistado una plaza, sus miradas, tan ausentes como la mía, siguen perdidas en pensamientos libres, hasta que la voz anunciando nuestra parada, nos hace regresar.
En los asientos encarados para mayores, embarazadas y accidentados, está sentada una abuelita conmovedora, su pelo es de algodón y su cara porcelana, sus ojos claros miran al infinito traspasando el cristal de la ventana y el escenario que hay fuera. Ahora, su expresión habla de otro tiempo, tal vez, de personas cercanas y queridas, pues su cara esboza una sonrisa, ¡ay los mayores!, siempre ensimismados rebuscando en su pasado.....
...¡De pronto sale disparada de su asiento! y como en una catapulta, acaba estrellada contra el asiento encarado al suyo, cayendo aparatosamente de espalda en mitad del pasillo. Gritos, maldiciones... el conductor ha tenido que frenar para evitar llevarse por delante, un turismo que en el último momento se acordó que tenía que girar a la izquierda, cruzándose por delante del bus... Me apresuro a levantarla y me impresiona ver como su cara de porcelana cambia de aspecto, un hilo rojo resbala desde la ceja hasta su blusa, miro a mi alrededor y compruebo que alguien habla con emergencias, el 112......
Parados en mitad del puente, rodeados de sirenas, policía, Samur, vehículos y conductores crispados, espero a que la ambulancia se lleve a la mujer de porcelana y con suma tranquilidad, me bajo del gusano herido en su cabeza y me voy caminando a la oficina...
Seguramente, la imagen de cabecera, le resulte mucho más familiar y acogedora a nuestra "abuelita de porcelana" a pesar de los avances, la velocidad y el aprevechamiento del espacio, que pretende este proyecto de autobús futurista.
Saludos, queridos calados y lectores. Gemelas del Sur
Deberían llevar cinturón de seguridad los autobuses urbanos?
ResponderEliminarPorqué no?
Besos.
¿Por qué no?, por lo menos esos asientos para los más vulnerables.
ResponderEliminarEs una buena propuesta para mejorar la seguridad, aunque los trayectos sean cortos, se podría tener en cuenta, creo que llegaremos a verlo a relativo corto plazo.
Saludos Toro
Hola, Gemelas.
ResponderEliminarBuenas descripciones. He viajado en autobús sin pagar billete.
Pobre mujer.
Creo que para poner cinturones de seguridad en los asientos especiales de los autobuses deberían primero modificar los que hay en el mercado. A las personas mayores les cuesta horrores abrirlos y cerrarlos. A esto hay que sumar el deterioro que tendrían al ser utilizados por un gran número de personas. Es mi humilde opinión, basada en lo que veo a diario. Un modelo fácil, de sencillo manejo estaría fenomenal. Y sí, todos los autobuses deberían llevarlos.
Un par de besos muy fuertes.
Hola Luisa, como dices, a diario vemos las deficiencias del transporte público, que aún siendo bastante bueno puede mejorar. Es verdad que a las personas mayores, cualquier artilugio, les resulta difícil de usar y a veces incómodo, si se simplificara, sería muy útil en esos asientos para mayores. El mantenimiento sería otra historia , y a pesar del inevitable deterioro, sería cosa de todos, cuidar, lo de todos, como lo propio.
ResponderEliminarBesos x dos
Teniendo en cuenta que circular hoy es prácticamente como viajar sobre un torbellino de imprevistos y continuos sobresaltos, toda medida que sirva para fomentar o garantizar más la seguridad, sobretodo de las personas más débiles, debe ser bien recibida.
ResponderEliminarEntrañable la foto; sobre el bus futurísta ...
Abrazos crepusculares.
Gemelas, que descripción más realista de lo que puede ser subirse a un autobus en hora punta.
ResponderEliminarY como comenta Toro, no estaría de más poner cinturones en los autobuses. Creo que en los escolares si hay y que es o será en breve obligatorio.
Bss y bss.
No solo sera que pongan el cinturón también tendrían que poner dispensadores de desodorante por que a la hora punta huele a todo menos a colonia ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,por cierto que pesado el japones o chino mejor quitar el sonido del vídeo por que carga bastante pero la idea es BUENÍSIMA ya te digo muyyy buena si señor espero ver esta magnifica idea plasmada en realidad buen pos,
ResponderEliminarComo ya hemos comentado, a pesar de considerar aceptable el transporte público, no deja de tener deficiencias, y ciertas medidas de seguridad restarían riesgos innecesarios.
ResponderEliminarEl proyecto futurista, de China es poner medios a gran escala. Construirá autobuses gigantes que viajarán sobre raíles por las calles. Los vehículos, de seis metros de ancho y cuatro de alto, albergarán a 1200 pasajeros......
nada que ver con la foto de cabecera.....
Saludos jinete
Bueno Mar, ¿quien no ha sufrido alguno de las situaciones descritas?,
ResponderEliminarLo de los cinturones en autobuses escolares es obligatorio, sólo, en los asientos que dan al pasillo, en los primeros y los que dan a la escalera de la 2ª puerta, en el resto no es obligatorio para los autobuses fabricados antes del 2006. Pero a partir de ahí los nuevos autobuses llevarán la instalación de cinturones de fábrica. A la vez que se obligue a usarlos, según una directiva europea. Todo llegará.....
Saludos Mar
Bueno pues para tu información, apreciado Sombra, Europa compite también con un proyecto semejante, solo que para menos pasajeros. Incorporará tecnología para transportar hasta 120 personas. Además se conducirá solo, a través de una cámara que «leerá» las señales y marcas de la calzada, contará con un sistema de parachoques especializado en la reducción de daños en caso de algún golpe. Y lo más probable es que utilice combustible libre de emisiones de CO2 o una batería eléctrica.
ResponderEliminarLas nuevas tecnologías al servicio del ciudadano, esperaremos el 2020 para verlo....
Saludos..
Empezando porque la foto me ha encantado, el relato es más descriptivo si cabe y estoy con Mar y Toro, sí a los cinturones de seguridad en los autobuses.
ResponderEliminarUn placer viajar una semana más con vosotras Gemelas.
Besos a pares!! :)
Estamos de acuerdo, evitaremos sustos y algún que otro disgusto.
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado, seguiremos viajando por calados semana a semana hasta.................¿que se nos acabe el combustible?..........
Besos x dos
Muy bueno el texto Gemelas! no me vuelvo a subir a un autobús en mi vida!!!!!!
ResponderEliminar¡No, que no es para tanto!, eso con el cinturón de seguridad se arregla.
ResponderEliminarSaludos Latour