Vicenta es en todo peculiar. Tiene una auto-escuela en el barrio y muchos la conocen por su afición a las letanías y a las frases hechas.
Se le puede considerar un tanto conservadora, no es religiosa en el fondo, aunque sí en las formas. En cada exclamación, el santo invocado fuera del santoral oficial, sube a los altares en un santiamén. ¡Ah! y tiene un problema de visión que se niega a reconocer. Con su cultivada miopía no hay nada que hacer, se arriesgó a operarse un ojo, que le dió complicaciones, ahora, se niega a pasar por taquilla de nuevo y convive con un disparidad que le causa una distancia visual, entre diestro y siniestro de ocho dioptrías. La gran descompensación que soporta, la lleva a veces, a confundir figuras.
El día de la tormenta, Vicenta iba en su coche con el limpiaparabrisas a toda marcha y aún así, las luces del coche de delante, que le hacían guiños sin parar, eran escasamente perceptibles, para hacer de lazarillo.
Los semáforos del primer cruce con la Avenida se habían estropeado, algo habitual cuando caen cuatro gotas en la ciudad, y el dispositivo de la Policía Municipal acudió raudo para solucionar el caos ocasionado, pues en estas situaciones ya se sabe, impera el ¡sálvese quien pueda y el que arriesga cruza la Avenida! Así que, en plan "kamikaze", Vicenta se lanzó al lío, rezando para que no se cruzara nadie en su camino, pero al iniciar la marcha, oyó un golpe sordo, unido a un chirrido entrecotado. Vicenta, toda una profesional de la conducción, aceleró en vez de frenar, todavía se está preguntando como pudo ocurrir, el caso es que entre las idas y venidas de las escobillas, descubrió las consecuencias de su error. Un grito ahogado por la lluvia y "el acojono" la petrificó:¡¡¡¡¡pareeeeeee!!!!!
Dió un frenazo, clavando el tacón en la alfombrilla y bloqueando el pedal del freno hasta darle una rampa. Sin poder doblar la pierna, intentaba con ambas manos, conseguir el ángulo recto que le negaba su rodilla. Al parar en seco, una cara aplastada contra la luna delantera, la miraba con terror.
-¡Santa Cleopatra sin burra! ¡Qué susto!- Bajó del coche y pudo ver entre tinieblas, a uno de los policías encaramado al capó de su coche, emulando al legandario Jhon Wayne. A su alrededor, una orquesta de voces, cláxones, pitidos y gritos, se adueñaba de la calle.
-¿Cómo se ha subido a mi coche? Alguien gritó lo último que hubiera querido oir: -¡Ha atropellado a un agente!- El pobre agente de la ley, no articulaba palabra, permanecía catatónico golpeado una y otra vez en el pescuezo por aquel despiadado "limpia", insistente y ronco. A los pocos segundos, llegó corriendo la pareja del jinete, la pareja de oficio, se entiende, que con la presión de la escena no acertaba en sus decisiones. La situación era cada vez más caótica; Vicenta recitando todo su repertorio de santos paganos, el cruce de la Avenida infestado de infinitos puntos, en el mismo eje de coordenadas y una buena cantidad de cabezas asomadas por las ventanillas, orquestando una retahíla de maldiciones e improperios. Mientras, la pareja de oficio, al borde de un ataque de nervios, intentaba sin éxito, desincrustar a su compañero, enredado con pelo y piel a aquel metrónomo acatarrado, que no dejaba de moverse.
Alguien iluminado, debió llamar por teléfono y pedir refuerzos. Al final, consiguieron bajar al suelo al pobre accidentado, que ahora sí, tenía las piernas más arqueadas que un chiquitín en un toro mecánico. Dos de ellos se pusieron a la "faena", y poco a poco fueron controlando la situación. Otros dos, atendían al compañero magullado y leían "sus derechos" a Vicenta. Ella hablaba y hablaba deshaciéndose en disculpas, pero aquel policía fue implacable, sacó el alcoholímetro y le sugirió que soplase, ¿iban a someterla a un control de alcoholemia?, Vicenta indignada se defendía:-¡Por San júpiter albino! ¿quién cree usted que soy?, me dedico a la enseñanza......el policía ya estaba haciendo el informe y le recitaba los cargos. -¡Yo, un borracha! Por San....
Parecía que la fluidez volvía a la Avenida. Y alli se enontraba ella, con su víctima y su verdugo, esperando que terminara las diligencias para acompañarlo a donde quisiera llevarla.
Al cabo de tres horas le daban el informe médico al escolta de Vicenta, que rezaba así: "La causante del atropello, Dª Vicenta....tras practicarle las pruebas pertinentes, no presenta síntomas de embriaguez, no obstante, se le somete a otras pruebas en las que se le detecta una miopía de cinco dioptrías en ojo derecho y una hipermetropía de tres dioptrías en ojo izquierdo, causante de su disparidad binocular".
El diagnóstico le sirvió de atenuante....
Estaba desolada, ¡seguro que se habían enterado en el barrio, ¿que dirían sus alumnos? Lo había decidido, se operaría del otro ojo, mientras, ¡a ver si se olvida el incidente!, pero lo primero que iba a hacer, era cambiar el slogan, pues ya se había producido suficiente cachondeo......."Hay que ver venir los problemas"
¡Hay que cuidar el sentido de la vista porque......... si aún viendo bien, nos confundimos!
Queridos calados y lectores: ¡A cuidarse la vista!
Las Gemelas del Sur
Qué entrañable la Vicenta, como tb la viejecita del vídeo, en que lío se ha metido sin comerlo ni beberlo... Hay que ver como a veces las circunstancias no hacen partícipes de la situación aunque nosotros no queramos...
ResponderEliminardirty saludos¡¡¡¡¡¡¡¡
Dirty, nos has hecho recordar la frase del Quijote "Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo" que Ortega y Gasset filosofeó dando una interpretación de la vida "es yo en el mundo, un escenario". Pero pobre viejecita, porque la perspectiva de la cámara de ese escenario no coincide con la de ella y tendrá que defenderse bien para salvar esa circunstancia distorsionada.
ResponderEliminarBesos desde el teatro de la vida.
Bueno Gemelas...creais expectación, por un lado ya es un hito el hecho de pensar con que cabecera ocurrente encabezaréis el post del Jueves, pero el que pongais nuestras cabezotas pensantes a reflexionar y más allá de esto consigais que pongamos a funcionar el pensamiento crítico no tiene precio...
ResponderEliminarLa vida es un escenario sí, de esto no cabe duda...pero ¿qué papel respresentamos?...
Besos gigantes y a pares!! :))
Arwen
Ja ja ja, yo tampoco veo muy bien, sobretodo confundo los verdes y los rojos. Buen texto.
ResponderEliminarUn saludo.
Jajajaja...vaya,vaya con la abuelilla...esta por lo menos se ve menos que la Blasa...jaja
ResponderEliminarMuy bueno.
Abrazos pa tosssssssss
Que slogan más agudo "hay que ver venir los problemas" jajajaja, ella no se lo aplicó. Y digo yo ¿como es tan inconsciente Vicenta de ir conduciendo sin gafas o lentillas con semejante nº de dioptrías? No me lo puedo creer... sobre todo haciendo gala del mencionado slogan :D:D:D ya lo dice el refrán "en casa de herrero, cuchara de palo"
ResponderEliminarMuy divertido el relato de hoy y con moraleja y todo. Gemelas, muy completito.
Bss y bss.
Es un buen camino el de la reflexión para tratar de encontrar la piedra filosofal y nos encanta hacerlo con vosotros/as.
ResponderEliminarArwen, el escenario es ya en si parte de nuestro yo, diríamos que es la mitad de nuestra persona. No podemos separarlos, ya que las circunstancias de ese escenario nos afecta y nuestro papel es convivir con ellas. El cómo lo haremos dependerá de la observación de la vida desde una perspectiva peculiar y propia que podemos transformar desde la experiencia.No podemos elegir el escenario, pero este nos ofrece posibilidades para inventarnos el papel que corresponda a nuestro ser.
Vicenta ha sabido salvar la circunstancia y ha cambiado el punto de vista del slogan y acabará operándose del otro ojo, la vida es transformación.
Besos de vida.
Perfecto...entonces elijo ser... Arwen... ;)
ResponderEliminarBsssssssssssss
Vaya, Dean, pues atente a las circunstancias, y cambia el punto de vista de los semáforos, arriba el rojo, en medio el ámbar y debajo el verde, o es al revés?....jejeje.
ResponderEliminarSombra, estamos seguras que la Blasa habría aclarado el equivoco con la gracia de las circunstancias de su bastón.
Besos a pares
Ay!! Mar, pensamos también que la vida es imprevista y nos sorprende a veces o muchas veces, pero lo de Vicenta es de Juzgado de Guardia. La experiencia y sabiduría en la conducción pensaba que le otorgaban una intuición divina, pero se interpuso la providencia de la lluvia y se obró el milagro, va a cuidar su sentido de la vista, para verlos venir.
ResponderEliminarBesos previsiblemente cariñosos.
Arwen, Bravo! Se tu misma.
Pues tenían razón ayer sobre eso de que la vista nos engaña, yo trato de cuidarmela, pero soy un poco pretencioso, jejeje, besos Gemelas
ResponderEliminarniñas mas tarde regreso a leer estoy con poco tiempo,besos
ResponderEliminarTodo el día esperando, Gemelas... qué casualidad. El texto, es muy pero que muy bueno, me he reído muchísimo con los juramentos de la prota, divertidísimo, chicas, os felicito una semana más.
ResponderEliminarY el vídeo, pues viene al pelo, sin duda, da un poco de penilla la abuelilla, pero sirve para darnos cuenta de que la vista no es un sentido tan fiable como pensamos.
Besos!
¡Has visto Málaga!, correo un hilo de conexión por el territorio Calados.........
ResponderEliminarPues sí, ese día Vicenta debió acabar con el archivo histórico de todos los santos oficiales y oficiosos.
Besos guapa!!!
A mi me pasó en una ocasión algo paracido a Vicenta, subí a un policia a lomos de mi corcel. Hay que tener cuidado a quien subes(sin pedirlo), sobre todo si es la autoridad, je,je. ¡Oh la vista! tan necesaria, entre otras cosas, para ver el crepúsculo en el horizonte. Muy bueno el vídeo.
ResponderEliminarAbrazos crepusculares.
El crepúsculo, un amanecer, y toda obra de arte sea artífice la naturaleza o el mismo hombre. El sentido de la vista nos hace, tanto disfrutar de la belleza, como horrorizarnos por la crueldad. Es uno de los grandes apoyos de la emoción.
ResponderEliminarAbrazos Jinete..
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDiscúlpame Diego, no se como ha podido ocurrir, ¡me salte tu comentario, ya me pasa como a Vicenta, ¡no veo!, la vista nos engaña a veces, otras, claramente necesitamos gafas.
ResponderEliminarSaludos a pares
Lo mismo te digo Fiaris, he bajado demasiado deprisa la barra de la derecha, tómatelo con calma, ya hablamos si te apetece.
Besos x dos
Gemelas, en la entrada Cartas (La Bitácora) teneis un temita que acompaña a vuestro comentario :)
ResponderEliminarBss y Bss
Hola, Gemelas.
ResponderEliminarAhora entiendo lo de la coincidencia de temas.
No quiero ni pensar en el cachondeo que habrán tenido los alumnos de esta buena mujer de tu relato, cuando se hayan enterado del atropello, je, je, je...
Y es que la vista es uno de nuestros vienes más preciados, sobre todo a la hora de conducir. Yo misma veo menos que Pepe Leches. Tantas horas al ordenador escribiendo me han pasado factura. A ver si hago un huequecito y voy a revisármela.
Un par de besos muy fuertes.
Pues ese mal, es de muchos, no se si es el ordenador o para otras la incipiente presvicia, pero la dura realidad es que ¡no sin gafas!, ¡Pobre vicenta!, se le viene encima una bajada de credibilidad, pero seguro que tira mano de frases hechas y demás refranes y sale airosa de la situación. ¡Ella es así!
ResponderEliminarBesos x dos.