Bien, y continuamos abriendo esta CAJA NEGRA, llena de historias sorprendentes y oscuros secretos, como el que nos ha enviado en esta ocasión ONMINAYAS. Un relato repleto de sentimiento.
¡Vamos con él!.
Con un vidrioso celeste difuminado en sus ojos, aquel vigilante de seguridad del metro no pudo evitar derramar una lágrima mientras observaba con impotencia como desmantelaban aquella vieja máquina expendedora de tickets. Nadie hubiera podido interpretar aquel dolor; nadie hubiese adivinado que en todas aquellas interminables noches de vigilia, durante más de diez años, fue su única y más fiel confidente. En sus momentos más decadentes, nadie como ella le supo escuchar...
Precioso relato Omminaya, y bonita e íntima historia sobre confidencias.
ResponderEliminarUn abrazo y un placer haberte leído.
Saludos.
Arwen
Hola, Arwen.
ResponderEliminarYa te conocí, hace algún tiempo, cuando entraste a comentar en mi anterior blog. Ahora, por circunstancias desde el anonimato, vuelvo a saludarte de nuevo.
Gracias por tus palabras y por publicarme este pequeño sueño.
Un abrazo.
Un abrazo Omminayas y de nada, el placer es nuestro. Es la hora de los sueños....
ResponderEliminarSalu2
A saber lo que le contaba el segurata a la maquina expendedora de tickets... Buen relato¡¡¡
ResponderEliminarY ya vi que el mío tb estaba ya publicado, qué rápidez¡¡¡¡ gracias por los comentarios recibidos¡¡¡
dirty saludos¡¡¡
Muchas horas de soledad, y pocos amigos... supongo...
ResponderEliminarMuy tierno omminayas ^^
Hola, Dirty.
ResponderEliminarSeguro que hablaban de cosas tan íntimas que a ningún otro se atrevió a contar.
Un saludo.
Hola, Emma.
ResponderEliminarA veces esto tiene el mundo en que vivimos: nos sabemos rodeados de tantas personas que sin embargo no tienen ningún tiempo para escuchar.
Saludos y gracias.
Fito (de Fitipaldis)...al que le tengo un gran cariño por sus letras, tiene una frase muy buena que dice: "muy pocas personas, demasiada gente" y bueno creo que esto, resume y concreta muchas cosas... ;)
ResponderEliminarBesos.
uando te desprendes de "algo" que ha significado mucho durante mucho tiempo es cuando sufres y siente añoranza por se "algo", pues mientras lo tienes no te das cuenta de su valor.
ResponderEliminarEn este mundo vivimos tod@s y nos juntamos, hablamos...nos vemos...jugamos, dialogamos, amamos...
y que sol@s estamos la mayoría de las veces.
besos :-)
El de Fito es un soberbio tiro al alma, Arwen... Cinco palabras para una gran reflexión.
ResponderEliminarHola, Vangelisa.
ResponderEliminarMe agrada verte por aquí. Así no sentiré esa soledad a la que aludes. El fín de semana postearé el microrrelato que te prometí: va dedicado a tí, no lo he olvidado.
Besos.
Bueno, pues saludos también para los nuevos y bienvenidos por aquí...arriba el telón y como siguen llegando microrrelatos de amigos, mañana contaremos con uno muy peculiar de Phatom...estar atentos! xD
ResponderEliminarMuy bueno.
ResponderEliminarEl amor no tiene límites.
Entiendo al vigilante.
Saludos.
Bienvenido por aquí Toro Salvaje y al igual que con Vangelisa, y por ser vuestra primera visita, os invito a que léais el resto de relatos que nos envían otros lectores. Es muy interesante contrastar los puntos de vista diferentes y lo que cada uno es capaz de construir con tan sólo tres palabras. Durante los próximos días, continuará apareciendo un relato por día de diferentes "creadores".
ResponderEliminarSaludos y a disfrutar de la estancia.
Arwen
Desde luego en la sencillez demuestras que eres capaz de hacer todo un relato de sentimientos...
ResponderEliminarMe ha encantado
Besos desde el abismo
Gracias Toro, gracias Arwen...
ResponderEliminarUn abrazo a los dos.
onmi
ResponderEliminarno tenes remedio (por suerte) sos un genio. que no se termine nunca tu locura y tu delirio y tu sensibilidad
y esa luz interminable que baña tus letras ! :)
q la fuerza te acomapañe (?) jaja!
un beso! :)
Jajajaja
ResponderEliminarTú si que eres especial, Charlie.
Un beso y un abrazo.
Muuy bueno y gracias por estar por aquí Onminayas
ResponderEliminarComprendo perfectamente las lágrimas de ese hombre, porque aunque yo no soy muy aficionada a las máquinas, admito que muchas veces en mi trabajo me he sentido como él: sola y desamparada, salvo por la silenciosa compañía de las máquinas expendedoras. ¡Enhorabuena por el relato! Un abrazo.
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