martes, 12 de febrero de 2013

LA GATA SOBRE EL TECLADO. Osos de peluche y tartas de trufa




La canción suena machacona entre coles de Bruselas y pizzas de peperoni. Las cajeras del supermercado están hasta los mismísimos céntimos de escucharla durante todo el día. Hoy es el día de los enamorados, taratata taratata. Una y otra vez. Y todo para que la gente compre tartas de trufa en forma de corazón y embriagadores perfumes de vainilla y jazmín. Hoy es el día del amor y en los escaparates de los bazares chinos se amontonan los dulces peluches con enormes corazones rojos donde puede leerse un te quiero y, en el peor de los casos, un I love you. Y eso que los sentimientos, ya sea amor u odio, se generan en el cerebro, no en el corazón. Pero claro, regalarle a alguien un cerebro de nata sería, además de asqueroso, ofensivo. Y no, no me he olvidado de las rosas, de los enormes ramos de tulipanes o de margaritas, o aquellos otros más pequeños de delicadas violetas. Flores para perfumar la vida cotidiana donde ya sólo se habla de facturas impagadas y de patéticos subsidios. Bombones para endulzar una tarde ventosa de invierno que acaba demasiado pronto porque el tiempo corre como el mismo viento.

Lo admito. No quiero tartas de fresa ni regordetes osos de peluche. Ni siquiera bombones de caja roja o una solitaria orquídea para adornar el batín de terciopelo. Renuncio a un dulce perfume de precio medio para clase media. Este año de profunda crisis voy a ser realista y voy a pedir un regalo que cambie el color de la tarde, o quizás de la propia vida. Quiero, por ejemplo, un cheque en blanco. ¿Es demasiado? quizás sea mejor pedir una esperanza, un paseo por la playa, una tortilla de patatas, un anochecer de nubes rojas, un trabajo digno, una tarde de lluvia junto a la chimenea (la chimeneas la tengo; la tarde de lluvia es difícil por estos lares), un “profe” de matemáticas para mi hija, una sonrisa, un recibo de la luz que no sea de infarto, una caricia recuperada, una cerveza muy fría, una canción que me devuelva los sueños, una buena noticia, una mañana soleada, una película de amor, un buen libro, un suspiro, una mirada cómplice, un correo inesperado, un geranio francés, una larga siesta, una palabra siempre esperada, un chocolate caliente, ver anochecer en el balcón, la luna, el sol, el mar, la tierra, la luz.

Y si es posible, una rosa roja, enorme como una luna llena, y cuyo perfume se extienda sobre esta tarde de febrero como un buen presagio.

9 comentarios:

  1. ¿Día de los enamorados o día del consumo?
    En los anuncios destinados a promocionar el día de los enamorados se nos muestran, más o menos sutilmente, los regalos de distintos productos como forma obligada de demostrar unos sentimientos.
    El amor este sentimiento, además de ser universal, es tan antiguo como la propia raza humana.
    El día de San Valentín es más una excusa para consumir que un motivo para celebrar que estamos enamorados.
    Para mi el amor se demuestra cuidándolo durante todo el año.

    ResponderEliminar
  2. La fiesta esta es una muestra más de la tremenda estupidez en la que vivimos sumidos. Qué pena.

    ¡Qué lista de deseos más bonita la tuya!
    Me apunto a todos ellos.

    ResponderEliminar
  3. Maravillosas las apetencias que te han inspirado la rosa,la tarta y el mero día, amén de la cancioncilla cansina que al fin y al cabo fue bonita mientras estuvo en vigor. Coincido contigo en todo y más cosas en las que se podían trocar todos esos osos, tartas y corazones. Pero como la imaginación y los sentimientos están ahí, vamos a imaginar que todo es como nos gustaría un año más.

    ResponderEliminar
  4. Yo tampoco puedo con los regalos de San Valentín, ni con marcar un día para celebrar el amor.
    Cualquiera de tus peticiones en buena compañía en una tarde cualquiera me gusta mucho más.

    Besos

    ResponderEliminar
  5. me gustaría contestaros uno por uno, pero la nueva plantilla no lo permite, así que gracias por vuestros comentarios. Es verdad que el día de San Valentín es una excusa más para hacernos consumir; por eso, ¿qué mejor que un paseo por la playa con la persona que amas? El amor es sensiblería, es algo fuerte y duro, a prueba de todo.

    ResponderEliminar
  6. El sentido comercial del día de...los enamorados en esta ocasión, parece que ningunee los pequeños detalles cotidianos que nos están demostrando que nos están queriendo todos los días y ese siempre no es percibido hasta que un día nos falta.
    Tienes toda la razón, Amparo, hay regalos que no se pueden comprar...para todo lo demás (no voy a hacer publicidad).

    Besos y flechas de cupido.

    ResponderEliminar
  7. Ja, ja. Por favor flechas de cúpido no, que no tengo tiempo. El amor tiene mucho que soportar, así que tiene que ser recio como un roble. El enamoramiento -estado de enajenación mental transitorio- pasa, pero el amor permanece.

    ResponderEliminar
  8. Me encanta tu relato, consigues no caer en convencionalismos y estás un poco "loquita", bien, nos llevaremos bien.
    Lo de regalar un cerebro pastelero puede llegar a ser una buena idea, al final la gente se acostumbraría...al fin y al cabo "el amor lo puede todo"
    ( y el Corte Inglés, Carrefour, etc., etc)
    Un abrazote Amparo!

    ResponderEliminar