Nadie sabe por qué dejamos de
usar sombrero.
Hacía mucho tiempo que no paseaba
por el centro de la ciudad, literalmente me movía en su pleno corazón y sin
pretender ir a ningún sito en concreto, tropiezo con esa pequeña tienda casi un anticuario, una regia sombrerería,
compartiendo fachada con modernas tiendas de grandes y panorámicos escaparates. Contemplar su colección de
sombreros de todo tipo me hizo retroceder en el tiempo. Sombreros que parecían
que esperaban una eternidad a esas cabezas que tuvieran una personalidad tan
alejada de la moda, de las tendencias actuales que otorgarían a su persona un
perfil peculiar, atemporal, atípico. Parecía el último reducto de esa antigua
costumbre de usar sombrero, de frases hechas que ya casi no se usan “la cabeza
está para algo más que para llevar sombrero”, de saludos a la gente con que se
cruzaban con el toque de su sombrero, encerrados en esa antigua biblioteca de
viejos tiempos de una elegancia muerta.
No pude resistirme y entré en
ella, acariciaba la textura de sus telas, sus lanas y realmente eran cálidos, sin duda
un complemento para el invierno que nos protegería de los fríos, que atraparían
a ese calor que se escapaba por nuestras cabezas, que en ciertos días parece
que nos hielan las ideas. Es curioso, abrigamos nuestro cuerpo y nos olvidamos
de nuestra cabeza, quizás pensando que el pelo es suficiente aislante. En otro
rincón me probé frescos sombreros de rafia, de otras fibras que no conocía, de
telas coloristas que batallarían con el abrasador sol del mediterráneo, con las
flechas hirientes de los rayos UVA y me llevó a recordar la blanca piel de las
señoras del siglo XIX frente al furor de
la piel bronceada del siglo XXI.
La mayoría de ellos me venía
grande, por no decir prácticamente todos. No tengo una cabeza estándar, más bien
pequeña, el contorno de mi cráneo es peculiar y es difícil encontrar mi medida
en gorras y sombreros. Bien pensado podría ser una razón por la que la gente ha
dejado de usar sombrero, ya que o tienes una medida estándar o no te acopla por
exceso o por defecto y desistes. Pero esta tienda es especial, es casi
artesanal, te los pueden hacer a la medida.
Esto me llevó a la memoria el día
que fui a firmar el contrato de compra de mi moto y a la hora de elegir el casco tuvieron que encargarlo
al proveedor porque en la tienda no tenían de mi talla. El más pequeño que
había me bailaba y pensé en voz alta, algún rito jíbaro de algún enemigo me ha debido
de encoger la cabeza y las risas de todos no me importaron. Mi sentido común no
había disminuido y prefería que mi casco encajara como un guante, bien ajustado para que
no saliera despedido ante un golpe. El inconveniente: me paso un largo rato
poniendo espuma y productos para dar volumen a mi fino pelo y cuando lo consigo,
el casco se encarga de arruinar mi trabajo.
Podría ser otra razón para no usar
también el sombrero. Igual podría ocurrir con el casco en la bicicleta por la
ciudad, no es obligatorio y si no usamos sombrero, ¿vamos a usar el casco?
Parece que la velocidad de nuestra bici en la ciudad no nos da la sensación de que
está en riesgo nuestra cabeza.
Bien, pues parece que el problema tiene solución.
Disfrutaremos de nuestra melena al viento, de nuestro inamovible pelo
esculpido, de nuestros rizos definidos mientras pedaleamos, sin preocuparnos de
nuestra cabeza si por desgracia besara el suelo.
El modelo de este sombrero es de
un claro estilo futurista. Podría considerar usarlo cuando hiciera frío,
conjunta con mi blanco anorak de plumas.
¿Os atreverías a usarlo?
Antes de dar una respuesta, no dejéis de verlo en acción.
Las Gemelas del Sur.
Que buena idea.
ResponderEliminarMe parece genial.
Besos.
Práctico, Toro, muy práctico. A ver a qué precio sale al mercado.
ResponderEliminarBesos.
Muy interesante, Chapeau ante vuestros vídeos formativos!!!!!
ResponderEliminarUn abrazo Gemelas
Si te hemos convencido, Latour, damos el siguiente paso, marquemos tendencia ¡a usar sombrero!
ResponderEliminarBesos mágicos de mi chistera.
Hola, Gemelas.
ResponderEliminarYo creo que este sombrero es el más precioso de cuantos chapeaus hayamos podido ver. No es bonito, desde luego, pero a la vista está que es el más funcional. Un “salvavidas” de excepción, que sin duda habrá que llevar a la última.:)
Un par de besos muy fuertes.
Eso es llevar un as en el sombrero, para hacer trampas y burlar a cierta señora y al destino fatal. Y es verdad, como solo será para las ocasiones, no importa su estilo o glamour, pero ¿Quién sabe? quizás algún diseñador nos sorprenda
ResponderEliminarBesos y besos, Luisa.