Esta vez, os queremos hacer llegar una historia de la más próxima y cotidiana realidad, con la cual nos hemos topado, circulando a todo gas por la red. Dejamos por un momento la creatividad y copiamos el sentir de una mujer en vivo y en directo en su interacción con un cuerpo de seguridad muy conocido, la Guardia Civil de Tráfico. El fragmento está publicado en elimportuno.com.
Mi historia es la siguiente: Eran apenas las 9 de la mañana de un viernes caluroso, cuando salí de mi oficina de Pontevedra (soy comercial de profesión) en dirección a Santiago de Compostela. Aquel día tenía el estómago un poco revuelto debido a que la noche anterior había salido de fiesta con mis amigas. Fue con el segundo retortijón cuando, agarrándome con firmeza al volante, se me escapó aquella enorme ventosidad. Me entró tal alivio en las tripas que ipso facto empezaron a salir una tras otras aquellas flatulencias, provocando que emanase un hedor embriagador. Justo en el climax de aquel olor, me dió el alto una pareja de la Benemérita. Bajé la ventanilla y el guardia más joven se me acercó diciendo: "Buenos días, esto es un control rutinario de alcoholemia". Justo cuando pronunciaba la palabra alcoholemia, la nariz del agente estaba pegada a la ventanilla. Se quedó paralizado, sin dar crédito a lo que su olfato estaba oliendo. Entonces agregó: "Puede usted continuar. No es necesario que lo realice". Subí la ventanilla y me marché muy indignada de allí, porque " Sí, las mujeres también nos tiramos pedos".
No podemos dejar de imaginar a aquel joven guardia, enfundado en su verde uniforme, garante de los principios de legalidad y seguridad estudiados y jurados defender desde la reciente salida de la academia, encontrarse con la cotidiana, natural y variopinta realidad. Esas experiencias que matizan, perfilan, relativizan y dibujan con claridad meridiana la más abstracta y utópica ley, norma o axioma. Esas variables que le van arrojando unos valores e índices de peligrosidad nunca sospechados.
Ahora bien, después de todo, nos quedamos con la sencilla versión de la hija de nuestro joven guardia. El cómo , cuándo y en que circunstancias de peligrosidad se lo dejamos aplicar a su padre.
Mi historia es la siguiente: Eran apenas las 9 de la mañana de un viernes caluroso, cuando salí de mi oficina de Pontevedra (soy comercial de profesión) en dirección a Santiago de Compostela. Aquel día tenía el estómago un poco revuelto debido a que la noche anterior había salido de fiesta con mis amigas. Fue con el segundo retortijón cuando, agarrándome con firmeza al volante, se me escapó aquella enorme ventosidad. Me entró tal alivio en las tripas que ipso facto empezaron a salir una tras otras aquellas flatulencias, provocando que emanase un hedor embriagador. Justo en el climax de aquel olor, me dió el alto una pareja de la Benemérita. Bajé la ventanilla y el guardia más joven se me acercó diciendo: "Buenos días, esto es un control rutinario de alcoholemia". Justo cuando pronunciaba la palabra alcoholemia, la nariz del agente estaba pegada a la ventanilla. Se quedó paralizado, sin dar crédito a lo que su olfato estaba oliendo. Entonces agregó: "Puede usted continuar. No es necesario que lo realice". Subí la ventanilla y me marché muy indignada de allí, porque " Sí, las mujeres también nos tiramos pedos".
No podemos dejar de imaginar a aquel joven guardia, enfundado en su verde uniforme, garante de los principios de legalidad y seguridad estudiados y jurados defender desde la reciente salida de la academia, encontrarse con la cotidiana, natural y variopinta realidad. Esas experiencias que matizan, perfilan, relativizan y dibujan con claridad meridiana la más abstracta y utópica ley, norma o axioma. Esas variables que le van arrojando unos valores e índices de peligrosidad nunca sospechados.
Ahora bien, después de todo, nos quedamos con la sencilla versión de la hija de nuestro joven guardia. El cómo , cuándo y en que circunstancias de peligrosidad se lo dejamos aplicar a su padre.
Para comerselas a besos, pero esos besos pedorretas que hacen cosquillas y nerviosas risas.
Besotes, queridos Calados y lectores.
Para que luego digan que el trabajo de la policía no es penoso...
ResponderEliminarBesos.
Hola, Gemelas.
ResponderEliminar¡Ja,ja,ja! ¡Vaya tela! No me extraña que el bueno del guardia saliera haciendo fus como el gato. Cualquiera.
Si no fuera por estos ratos…
Qué graciosas las gemelillas, je, je.
Me ha encantado comenzar el jueves riéndome. Así deberían ser todos los días.
Un par de besos muy fuertes.
Jajajajajaa Gemelas...que pasada!!!....desde luego que alguno/a se va a apuntar esto para hacerlo en caso de que la Guarida Civil les haga el alto!! xD
ResponderEliminarJaja...me he reído un montón, gracias y besos! ;D
Me aseguraré de comer judias antes de coger la carretera, ja ja ja.
ResponderEliminarUn saludo.
Real como la vida misma XD
ResponderEliminarEl caso es que como trascienda el episodio, mas de un@ pasad@ de copas, se las ingenie para "perfumar" su vehículo y así evitar soplar, jajajjaja.
Bss.
Y tanto, Toro, muy sufrido, y si a alguno se le ocurre encender un cigarro...peligro explosivo!!
ResponderEliminarBesotes.
Luisa, lo que nos hemos reído con las divertidas anécdotas de la Guardia Civil, totalmente verídicas, esta profesión tiene también su parte opuesta a la tragedia. Nos alegra que estas risas hayan recargado las pilas a tu optimismo.
Besos cosquillosos.
Muy bueno Arwen, que picaruela!!, pero se me antoja un método que a veces no depende de tu voluntad, o salen o no salen y a veces no siempre tan olorosos como para que hagan efecto.
Besos, corazón travieso.
Pero Dean!!, has dado con el secreto, comer siempre judías, pero un poco aburrido y peligro de empacho. Pensemos en un menú variadillo especialmente gasificante para patentarlo.
Besos con muchas calorías.
Jajaja Mar, inventamos el inhibidor para los radares y acabas de inventar el inhibidor para el etanol, negocio a la vista... a ver si conseguimos la patente.
Besos a pares.
Madre mia si casi me pierdo esta gasificada entrada no señor lo bueno es que el señor del tricornio le hubiese dicho sople!y a ver que pasaba jajajajajja
ResponderEliminarMuy bueno Gemelas del sur
Eso eso que soplara...jajajja...
ResponderEliminarUn beso (sin gas) xD jajaja
Tremenda observación Fredy!! el perfume se transformaría de agua de colonia a esencia de perfume duradero en el piel. jejejejje...
ResponderEliminarArwen, nos íbamos a reír de las bombas fétidas,una mascletá en todo regla. jajaja...
Besotes sonoros a ambos.
Ya se lo que llevar en el coche cuando me vaya de farra je,je,je,je,je, bombas fétidas ja,ja,ja,ja,ja lo malo es que pilles alguno resfriado entonces a tomar viento el tufillo y a soplar, lo inmportante de todo esto no es el que te paren,te hagan soplar y que piensen que eres una pedorrilla o pedorron sino lo mas importante es que no des positivo o sea que cuando conduzcas no bebas, pero hoy no...........y mañana tampoco buena anécdota y un gracioso vídeo , ya sabes si bebes que te lleven
ResponderEliminarPor cierto os dejo una pista del criptex: algunas veces hay faltas de ortografía que moviendo letras ,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,
ResponderEliminarMira Sombra, vas a llevar razón, investigando hemos sabido que a pesar de pasar un montón de horas después de la juerguecita, puedes dar positivo, aunque hayas dormido la mona, cosas del hígado que se trabaja al alcohol a su ritmo. Así que no bebas si vas a conducir, dándole gas al motor o al guardia.
ResponderEliminarEl criptex me recuerda a una canción juvenil de esas cantadas en las excursiones. G P E HAY cántese, yi pi ey, ey, ey yi pi yi eeeey .....los mejores lo demuestran con las manos plas,plas....los mejores lo demuestran con las manos y bis, bis bis... UFFF!!! como estamos a estas horas.
Besos, Sombra que iluminas el blog.