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viernes, 20 de marzo de 2015

FOTO POR TÍ_Selfiando, que es gerundio. O acabará siéndolo...

Salí a pasear un rato con Valencia rebosante de gente por los cuatro costados. La ciudad no es muy grande, y el casco antiguo era un auténtico hervidero. Las fallas en las calles, y las calles llenas de personas. Y las personas llenas de móviles. Y los móviles se han convertido en una auténtica necesidad para calmar los narcisismos. Para satisfacer al propio ego. Para anunciar a todos que estamos, y que estamos ahí, o allá o aquí.

Esta buena mujer, solitaria ella, llegó sin demasiados ambages móvil en mano, levantándolo mientras lo miraba en una postura cercana a la luxación cervical. Su interés se centraba en buscar su propia cara dentro de la dichosa pantallita, y en enmarcarla contra un fondo adecuado, vaya usted a saber cuál. Movía de modo bisoño su brazo y rebuscaba el ángulo concreto, convertida la pantalla del teléfono en retrovisor de la realidad que compartíamos, y que por otra parte, ignoraba con desvergüenza y despreocupación apabullante. Trataba a todas luces de aderezar la composición con la consabida guinda que, cómo no, había de ser ella misma.

Ocupaba yo un rincón de la acera, pegado a la pared y sin molestar a nadie, a la espera de las  sorpresas que sin duda me aguardaban entre la muchedumbre, y justo entonces fue que esta señora se posó, cual mosca en dionaea, a escasos tres palmos de mi cara. 
Invisible no soy ni transparente, y ante la insolente amenaza de su brazo cercano a mi parietal, me defendí encarando mi cámara y apuntándole directamente entre ceja y ceja. A decir verdad, no traté de disuadirla ni de impedir que culminase en su empeño, y como en efecto no desistió de culminar su tarea, sólo me dejó la opción de defenderme..., y disparar.
Darle, le di.

¿Gané?

Buen fín de semana Calados!

viernes, 20 de febrero de 2015

FOTO POR TÍ_Marginal

A veces estamos en el momento justo pero en el sitio inadecuado.
A veces nos colocamos ahí donde es difícil vernos, donde parece que queramos ocupar nuestro espacio. Pero no lo conseguimos.
Quisiéramos llenar la vida de alguien, o al menos ocupar un lugar importante. Pero estamos en los bordes, al margen. Pedimos nuestra oportunidad, pero lo único que encontramos es una señal que impide el paso. Y nosotros nos quedamos ahí, en los márgenes, nos sentimos marginados.
No es sólo el color de la piel, es cualquier otra cosa que nos haga simplemente permanecer en esa zona periférica, extraña y anodina. Un "ahora no", un "no me interesa", o peor, un "cállate ya" o más aún, la indiferencia absoluta y la ausencia total de respuestas. No hace falta ser un marginado social para sentirse al margen. 
Pero ellos, desde luego, lo tiene peor que yo. 
 
 
Buen fin de semana!

viernes, 21 de noviembre de 2014

FOTO POR TÍ_Mundos paralelos

Parado en el centro de la plazuela en la rotonda donde los trenes cambian de sentido, espero el momento. Ahí viene, lo suficientemente lento como para que seguirlo no sea un problema. Lo suficientemente rápido como para que quien sufra el disparo, no sienta apenas el "impacto". Busco una imagen que voy construyendo en mi cabeza.
A medida que se acerca acelero el paso y me voy aproximando hasta alcanzar una distancia acecuada al encuadre que busco, con el objetivo que uso. Cámara al ojo, encaro el tren y comienzo a recorrerlo en el sentido opuesto a su marcha, convencido de que alguna mirada acabará cruzándose con la mía. Enseguida y antes de lo esperado, localizo esa mirada y hago la foto.

Son mundos paralelos. 

La máquina de hierro chirría sobre sus raíles mientras da la vuelta en Pont de Fusta. Los rostros tras las ventanas viven en su particular universo. Viajan en el tren, pero realmente van dentro de su propio mundo. Inclinada la cabeza sobre su teléfono. O dormitando algunos. Unos pocos conversan con quien tienen al lado o enfrente. Algunos van escuchando música con los auriculares conectados a sus móviles (de nuevo). 
Sólo unos pocos viajan oteando otro mundo, el que queda tras el cristal de la ventana. Uno en el que un tipo, extrañamente, les apunta justo entonces con una cámara de fotos. 
Por un instante los mundos paralelos dejan de serlo y un hálito apenas perceptible sella en la imagen el encuentro.
Buen fin de semana Calados!



viernes, 25 de julio de 2014

FOTO POR TÍ_Los calores del verano

Afuera en el callejón las sombras ocultan pasiones. El calor insoportable enciende la noche y el deseo se esparce como esporas en las corrientes profundas del océano. Una pareja se abraza sin reservas, invisibles entre los claroscuros de la estrecha callejuela. Sus labios recorren su piel entre sudor, lápiz de labios y colonia barata. Tras el cristal sin embargo otros ojos les observan. Ellos dos sonríen nerviosos. Para ellos la batalla se desarrolla en mitad del restaurante, pero por debajo de la mesa en la que aún reposan los platos de su cena inacabada. En ese submundo oculto a las miradas son sus manos las que buscan premios escondidos.
Otro día acaba y el calor no amaina al caer la noche, los más terrenales instintos corren sin freno en todas direcciones. Las llamas incontrolables e incontenidas de sus desbocados sentidos consumirán seguro sus pasiones en esta madrugada.
La oscuridad arropa a los amantes y las sábanas blancas se tenderán mañana, al aire de un verano como tantos, borrando entre el sol y la brisa las huellas de otras tantas orgías...

Felíz verano, no sé si tan "tórrido" será, pero caluroso, seguro...
Nos vemos para cuando las mochilas de los peques paseen de nuevo por las calles.
Besos Calados!

viernes, 27 de junio de 2014

FOTO POR TÍ_Ocaso urbano

Cuando el sol cae y vuelvo a casa en el ocaso la luz es dorada y el día se despide con sus últimos fulgores. Las farolas se prestan a brillar y algunas palomas buscan su nocturno aposento en balcones estrechos y lúgubres.
Las sombras son densas y alargadas, el sol se acuesta tarde en verano, y otra noche nos espera entre las tórridas tinieblas de finales de junio.
Hoy sólo os dejo una imagen y muy pocas palabras.
Prefiero iniciar la andadura veraniega sosegadamente, a ritmo de crepúsculo y soledades.
Pronto, un día de estos, los grillos negros y alegres me recordarán otros momentos felices. Mientras tan sólo esta paloma en vuelo ascendente y un rayo de sol que inunda el cristal sucio y polvoriento de la elegante farola, en la sobria fachada del IVAM.
Un caluroso abrazo de principios de verano.
Emilio

viernes, 16 de mayo de 2014

FOTO POR TÍ_¿Empujas o arrastras?



Persigo la luz entre callejuelas del centro. A esa hora de la mañana todavía no se ha inundado el cielo del reflejo solar, y la luz es dura, cae abrupta y bruscamente cincelando edificios y fachadas sobre la ciudad, cruda y despiadada, desbocada y sin demasiados miramientos. Esculpe de un martillazo todo lo que golpea, incluyendo el rostro de este hombre al que seguí y esperé con mi objetivo en su camino hacia la mancha de luz sobre el enlosado.
Al pasar frente a esta calle envuelta aún en la profunda sombra le vi, empujando su carrito de la compra. Para mí que lo empujaba más como quien sujeta un bastón, que como quien va o viene de la compra. Estaba claro que el hombre no era un chaval, pero lo peor no eran sus años, tenía importantes problemas en su aparato locomotor. Se impulsaba dando pequeñas y compulsivas sacudidas a su inoperante tren posterior, a cada una de las cuales aprovechaba para en un corto pero decidido movimiento, empujar unos cuantos centímetros su carrito de la compra, vacío diría yo. Lo suficiente como para hacer avanzar su cuerpo al instante siguiente, esos poquitos y necesarios centímetros de más.

El hombre y su cadencia casi robótica, su movimiento de mecanismo dañado, de juguete a punto de romperse, de pobre lisiado que se las apañaba para continuar con una vida lo más normal posible, me ha hecho reflexionar esta mañana, mientras buscaba un rayo de luz y perseguía su huella mirando las baldosas, mientras dejaba que trazara las diagonales de esta foto.

¿Empujar o arrastrar?
Empujar implica pensar en avanzar siempre hacia adelante, al paso de la vida, al ritmo del camino que tenemos siempre por recorrer… Arrastrar, o aún peor, arrastrarse, suena a esfuerzo a contracorriente, a intento vano en mover lo inamovible…

Quien empuja manifiesta una actitud resolutiva, decidida, un trayecto de signo positivo y declarado, ejerciendo una fuerza a favor de las cosas. Quien arrastra tira de ellas, se empeña en dotar a algo de un movimiento que, lo que sea que se arrastre, parece no querer seguir y que por tanto resulta contrario a nuestro propio paso. La cosa arrastrada se podría decir que le sigue, pero en todo caso, no le acompaña…

Es una metáfora quizá compleja de imaginar, y por supuesto que son movimientos semejantes, parecidos sin duda, no sé si opuestos, tampoco creo que sean antagónicos… Pero según cómo se imagine la situación, la cosa da que pensar si empujamos o arrastramos, si dejamos que nos empujen o nos dejamos arrastrar, si vamos delante, ajenos a lo que se acumula a nuestra espalda, o mantenemos la mirada puesta en el rumbo de avance, ojo avizor y pendientes de la carga que transportamos sin perderla nunca de vista…
Sí, tal vez es algo que se puede enfocar de distintas formas, pero la pregunta es una y es clara, formúlatela como te apetezca y sobre todo, plantea tu respuesta tan sólo para ti mismo…: ¿Empujar o arrastrar?

Un saludo Calado!


viernes, 8 de noviembre de 2013

FOTO POR TÍ_Canasta de 2

Parada en la esquina, la mujer que viene de la compra con una generosa cesta de la idem, ni imagina que llegará a casa con algo más en su interior. Concretamente una pelota de intenso color magenta que un extraño ser, avituallado cual buzo galáctico, y oriundo del planeta Grafiti, está lanzando para encestar...

Al ver este excelente trabajo en la pared de la calle Na Jordana, pensé que sería bueno quedarme a decubrir a dónde lanzaba el personaje aquella pelota. A mi entender, el pelotazo debería de recibirlo cualquiera que asomase por la esquina. Pero antes de que eso ocurriera, y por suerte para el que no pasó, al poco rato, una amable transeunte, mientras departia con el vecindario, tuvo la ocurrencia de permanecer unos instantes a tiro del lanzador. O eso me pareció a mí. 

Aqui os dejo el momento. Juzgad vosotros.
Un saludo calado, con algo más ligero para esta semana.

viernes, 1 de noviembre de 2013

FOTO POR TÍ_Mausoleos urbanos



Cualquier ciudad de nuestros días se ve salpicada, más de lo deseable, de lo que yo llamaría: “pequeños mausoleos urbanos”. Cuando vemos esos ramos atados a farolas, vallas, dejados sin más en un mojón de un camino, pegados a una pared, atados a un árbol, sabemos, iconografía moderna mediante, que ahí, justo ahí, alguien tuvo esa última cita que todos tenemos concertada desde el mismo día en que nacemos.
Ignoro quién inició esa costumbre. Sin duda, quien lo hizo echó mano sin saberlo de lo más primario de sus instintos, y en un impulso que brotaba de lo hondo de un cariño roto, la impotencia, la amargura y la pena, obró el sortilegio de mutar el dolor en vida al depositar unas flores allá donde el alma querida dejara de respirar en un mal día.
Nunca entenderé porqué ofrecemos flores en memoria de los ausentes. Nada más sobrio, silencioso y oscuro que el ángel negro. Sin embargo, tras su paso, recordamos al que amamos dejando unas flores en un lugar señalado: una tumba o un recuerdo de ella. Unas flores, todo color, aroma y fragancia, promesa de vida futura.
Se me ocurre que es una metáfora de eso en lo que algunos confían gracias a la fe que confiesan, y que muchos, creyentes o no y pese a todo, esperan: la resurrección y la vuelta a la vida. Puede ser. En cualquier caso me llama la atención esa extraña asociación que hacemos al final de los días entre la pena de la ausencia infinita y la alegría del color de las flores.

A mí en cambio, cada vez que pienso en los que se fueron, me da por alzar la vista al cielo, mirar las nubes, y buscar en cada jirón desgarrado el guiño de un ser querido. Me gusta imaginarlo en algún celeste lugar, buscándome entre las gentes, cabalgando su espíritu en el viento, arremolinada su esencia entre las ramas de árboles añejos y entre la espuma de las rompientes de la mar. Mientras, casi sin querer, una sonrisa aflora a mis labios y un pensamiento fugaz me trae sin yo llamarlo el destello de su mirada a la memoria.

Vaya mi entrada de hoy, triste sin tapujos, por todos los ausentes. En especial por aquellos que un día cualquiera y sin motivo, sin enfermar ni arriesgar nada más que su cotidiano empeño por vivir la vida, fueron visitados por esa que no nombro y con la que, queramos o no, habremos de partir de la mano hacia un rumbo desconocido. 
Y con ellos todos los demás, los propios y los ajenos, los que conozco y los anónimos, los que gastaron ya ese billete sin retorno y los siguientes en taquillas. Por todos ellos me agaché en una acera y para todos ellos va hoy mi sincero y respetuoso recuerdo, en un gemido callado que ahogo mientras trago.

viernes, 25 de octubre de 2013

FOTO POR TÍ_Juntos, pero ni mucho menos revueltos

Juntos, pero separados por la distancia que mediaba entre sus alejados pensamientos. Sin cruzar palabra, pidieron sus cortados y los tomaron cada uno a su manera y a su ritmo, sin compartir más que la tabla que aguantaba sus cansadas humanidades, además de la nota que les trajo el camarero. Cada cual perdido en los recovecos de sus sueños perdidos, de sus frustraciones, del recuerdo lejano de aquellas dormidas pasiones, de los deseos no realizados, o simplemente de sus proyectos sobre cómo apoyar la cabeza en su sofá favorito a la hora de la siesta. Sin pensar en si el café de su pareja estaba bueno o qué pasaba por la mente de ese otro con quien compartían el momento.
Cada uno dejaba vagar su mirada a su manera. Ella en el infinito de una oscura pared al fondo del bar. Él en la nimia inmensidad de la tacita, mientras revolvía y mezclaba los restos de la crema con los del azúcar, allá abajo, en el fondo del cristal. Era quizá lo único revuelto en aquella mesa.
Tan cerca y tan separados. Tan juntos y tan solos. Una manera más de llegar a cumplir muchos años de matrimonio.

Como dice un afamado mentalista: Todo es fruto de su (mi) imaginación. No le den más vueltas, no tiene sentido..., ¿o sí?

sábado, 13 de julio de 2013

FOTO POR TÍ_Pinus Cañeriensis




Especie de despropósito arquitectónico-constructivo, uno más de los muchos que acompañan los asentamientos del Homo Sapiens, mezcla de vulgaridad, mal gusto, desorganización, desorden y ausencia absoluta de pudor, decoro y del más mínimo respeto por la estética.

Su hábitat son las fachadas más ruinosas y miserables de los hogares de la especie a la que se asocia, el hombre. Se caracteriza por surgir adosado a las fachadas, generalmente traseras y ocultas a la propia vista del morador de la vivienda.
Presenta variadas ramificaciones de toda índole, material, calibre y naturaleza, incluso algunas que de manera espontánea surgen a su cobijo, de tipo vegetal, como se aprecia por los brotes verdes que surgen a derecha e izquierda y las humildes florecillas que contra todo pronóstico desafían al inhóspito paraje en el que brotan, y que demuestran que pese a todo, la naturaleza y la vida sólo saben de supervivencia. Sin duda, sustrato, abono y agua no les faltan a las plantas para arraigar y prosperar en este microsistema soez y caótico, como la propia naturaleza de su obrador.

Y es que al mirar hacia arriba mientras paseaba por las callejuelas, me sorprendió encontrar aquel curioso “árbol” de tuberías de uralita, tubos de PVC y cables de todo tipo dibujarse sobre la destartalada y maltrecha pared de viejos ladrillos y sus grandes desconchones.

Me pregunto si serán estos los únicos “árboles” que dejemos a los tataranietos de los nietos de nuestros nietos…

sábado, 18 de mayo de 2013

FOTO POR TÍ_Des...




Lo que pienso de la banca de este país, y a la vez, lo que ellos han hecho con la confianza que les damos.

"Y eso es todo lo que tengo para decir sobre eso"
Forrest Gump

sábado, 20 de abril de 2013

FOTO POR TÍ_Pasos




Pasos.
Dan pasos. Todos van o vienen. Nadie permanece quieto. Nadie posa para mí. Es la fotografía en la calle, la fotografía callejera. Andas, cámara en mano, atento a lo que pasa delante de tus ojos, tratando de ver en cada banalidad, en cada cotidiano e insignificante gesto de todo cuanto te rodea, un motivo para capturar un pedazo de tu propia historia, de tu propio paso por el mundo, porque aunque tú no salgas en la foto, tú eres quien la hace.
El perro entrando por la izquierda del encuadre, con la mirada perdida en su ensoñación perruna. Saliendo por la derecha el transeúnte que, en el plano medio, parece descubrir que una cámara le mira pero la ignora, apresurado e indiferente. Entre ambos y en dirección opuesta a ellos, el hombre que habla por teléfono y el amigo que camina a su lado cerca de la palmera central, ajenos los dos a perros y a corbatas.
Todos, cada uno en su personal espacio y tiempo, vienen o van. Ninguno es consciente de la presencia de otros, ninguno de ellos concede importancia al resto de los personajes que coexisten en un escenario que sólo yo construyo.
Sin embargo, la cámara acecha, atiende sus diversas trayectorias, vigila sus gestos, prevé sus posiciones relativas y absolutas. Modifico a cada instante el encuadre, cambio sutilmente el ángulo de la cámara, me desplazo unos centímetros, izquierda y derecha, hacia un sentido o el otro… En un brevísimo lapso de tiempo, parecen coincidir todas sus inercias para colocarse de la única manera en la que me resultan un todo armónico y  único, pero un todo efímero que nace para desaparecer tras el cientoveinticincoavo de segundo que dura el disparo.
Luego cada uno de ellos seguirá su particular ruta y darán otros pasos, pero esos ya no coincidirán nunca más delante de mi cámara.