Salieron del portal justo antes de que yo llegara a su altura, así que les cedí el paso. Salieron las dos cansadamente, su perro tranquilo y dócil las seguía resignado pero feliz al final de la correa. Comenzaron a pasear a su mascota. Andaba entre las dos mirando a una y otra alternativamente. A escasos metros me esforzaba yo por mantener el paso y la discreción mientras hacía la foto sin perder la distancia y equilibrando las formas. Ellas no cruzaban palabra. Baja la cabeza y hondos sus pensamientos, podría decirse que era el perro quien tiraba de ellas... El sol en contra de la tarde perfilaba perfectamente sus figuras en la acera desierta.
Cuando las adelanté, el perro me ladró y ellas se asustaron. Pero nadie cruzó una palabra. Volví a casa pensando que había presenciado el momento más luminoso del día de aquellas dos ancianas y su perrito. Y hasta contento de haberlo fotografiado.
Buen fín de semana Calados!
Emilio