lunes, 15 de septiembre de 2014

LA GATA SOBRE EL TECLADO. Hoy traigo un invitado

Castillo de Castro, en la Sierra Espadán. (Castellón)

Hoy no voy a escribir. ¿Qué pasa? ¿A quién le molesta? Oye, que hace mucho calor y las ideas se evaporan, que la gente está harta de mis historias de gatos y, además, tengo la cena por hacer y una lavadora por tender. ¿Os parece mal? pues lo siento.
Hoy voy a dejar que escriba mi padre. Ya sé que no he perdido permiso a la administradora del blog, pero estoy segura de que sabrá perdonarme. Mi padre murió hace doce años y dejó escritas algunas cosas, muy pocas. Hoy, por casualidad he encontrado uno de esos pequeños textos. Está fechado el 15 de junio de 1987, pero la historia que cuenta se remonta al 15 de junio de 1938. A él le hubiera gustado verla publicada, así que os dejo con un retazo de unas memorias que nunca llegó a terminar.
15 de junio de 1938. Siete de la tarde. 
Estamos en la playa de Cullera, varios paisanos destinados en el batallón de ametralladoras. Esperamos, como todos los días, la llegada de las barcas de pesca que nos suministrarán de pescado fresco para la merienda cena de dicha tarde. A lo lejos distinguimos más mástiles de los habituales. No eran cuatro o cinco barcas las que llegaban como todos los días, sino diez o doce. De momento, aquello era inexplicable, algo pasaba. Tendríamos que esperar la llegada para saber a qué atenernos. Tardaron en llegar un buen rato. A medida que se acercaban a la costa pudimos ver que las barcas venían a tope de gente. Cuando estaban ya casi medio varadas en la arena, empezaron a bajar mujeres, niños, ancianos, todos ellos dando unos gritos alucinantes: ¡los nacionales han cogido Castellón de la Plana! ¡Aquello es un espectáculo dantesco, la gente huye como puede, a pie, a campo través, por mar!. ¡Han entrado en Castellón y las fuerzas republicanas ya no oponen resistencia, no los pueden contener! - gritaba una mujer completamente angustiada., Con sus bardos y sus maletas  venían hacia nosotros. ¿Vosotros qué hacéis aquí? - nos decían-. Id a contenerlos - gritaba una joven. Si más pronto lo dice un toque de corneta nos puso a todos sobre aviso. El cornetín de órdenes de nuestro batallón tocaba generala. ¡Al cuartel todos! ¡urgente! nos dijo un oficial que acompañaba al cornetín. Rápidamente nos fuimos al cuartel que estaba junto a la estación del tren. Al llegar a la explanada de la estación ya vimos un convoy de siete u ocho vagones con una locomotora que echaba humo negro y denso, no había duda que estaba haciendo presión, así como que aquel convoy venía a por nosotros. La gente acudía a la estación comentando a voces: ¡se van los soldados! ¡los nacionales han cogido Castellón ¡se van a ver si pueden pararlos! 
Diez de la noche. El convoy se pone en marcha. La gente agita los pañuelos en señal de despedida; la gente, emocionada, llora. 
Doce de la noche. El convoy está parado en las afueras de la ciudad de Valencia. Hay un silencio sepulcral. Los haces de luz buscan en el cielo a los aviones enemigos, que intentan bombardear la capital. Se oyen unas estampidas. Están bombardeando el puerto. Las bombas caen en el Grao, según comenta un empleado de ferrocarriles que está hablando con varios de nuestros compañeros...


Y hasta aquí. No he encontrado la continuación, pero me ha parecido un testimonio interesante. En el año 38, cuando suceden los hechos, mi padre tenía 18 años y luchaba en la zona que le había tocado.  Ese tren que se había detenido en Valencia, les condujo hasta los camiones que les llevaron hasta Lliria, y de ahí al frente. Primera línea. Estuvo en el frente de Espadán donde tuvieron lugar terribles combates, entre ellos la batalla del Castillo de Castro que se cobró numerosas víctimas Pero, afortunadamente, pudo contarlo y escribirlo. Así que disculpadme por haberle dejado hoy este espacio a él. Sin duda, lo que escribimos nos sobrevivirá y, de alguna forma, nos hará eternos, y no sólo a nosotros sino también a nuestros recuerdos.  

14 comentarios:

  1. Hola. Me ha encantado tu comentario. Me ha llegado. Tengo muchos recuerdos de mi padre parecidos....si hubo una guerra, una guerra que no conocimos pero que perdura a través de recuerdos y testimonios, que indudablemente ya no están vivos. Pero me alegra comprobar como si que existen las hijas que recuerdan un tiempo,y a un padre que ya no esta con nosotros pero que indudablemente, forman parte de nuestra historia. Gracias.

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    1. Gracias Chelo. es curioso que cuando mi padre quería contarnos cosas de la guerra, siempre decíamos: "ya está el papá con sus batallitas" y salíamos huyendo. No sabes cuánto me arrepiento ahora de no haberlo escuchado más. Voy rastreando y encontrando cosas que, si la administradora me lo permite, publicaré.

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  2. No se deben perder estos testimonios de una guerra que nunca debió ocurrir.
    Salu2.

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    1. Pues aquí estoy, buscándolos. Ojalá encuentre más. Gracias Dyhego.

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  3. Dices que lo lamentas... Yo lo agradezco. Agradezco la transcripción, un trozo de historia contada así, de primera mano..
    Yo conservo como tesoros hasta las más pequeñas anotaciones.. y me emociona desdoblar ese papel ya viejo y volver a leer..

    Un abrazo Amparo. .

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    1. Es como si estuviera aquí. El perteneció a la quinta del biberón. Se fue a la guerra con 17 años y volvió casi con 20. He encontrado alguna carta más. Ya os contaré.

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  4. Me ha llegado tu entrada, por lo que supone de eternidad, justo por lo que señalas en la última frase. Las palabras, las imágenes, los recuerdos que sin pertenecernos en primera persona, nos alcanzan e impactan de pleno años después de ser presentes para sus protagonistas.
    Y este que nos traes... Duro y triste testimonio de un pasado que no nos conviene olvidar para no repetirlo.
    Emocionante. Agradecido al autor, y a tí por traerlo a esta ventana.

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    1. Para no repetirlo. Qué importante es conocer la historia para no caer en los mismos errores. Mi padre vivió el resto de su vida recordando la guerra. Supongo que a esa edad le impactaría muchísimo. Pero es más curioso decir que no eran para él malos recuerdos. Es curioso.

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  5. Wow… Me encanta este testimonio, y además es único. Uno puede intentar imaginar los acontecimientos, además gracias a que conozco varios de los lugares que se indican. Me alegro de que pudiese volver y escribirlo. Besos.

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    1. Gracias Roland. he encontrado algunas cosas más e incluso cartas desde el frente. Al hacer ya tantos años que no está con nosotros, leer sus cartas es como volver a verlo. Si nes interesante para ti, imagiínate para mí.

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  6. Un testimonio interesante el que nos has traido. Los recuerdos y el recuerdo de tu padre, un testimonio vital en aquellos días de confusión y angustia, para alguien tan joven que le tocó aparcar sueños y vida por un puñado de ideas ególatras y fraticidas.

    Mi reconocimiento para él.

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    1. Qué locura la guerra civil. Además, los soldados, de uno y otro bando luchaban en el bando que les había tocado. Por algunas cartas que he leído, a mi padre sólo le interesaban los permisos y lo que comían cada día, y sobrevivir claro está.

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  7. Volver a releer sus cartas es volver a revivir su recuerdo, a seguir teniéndolo a tu lado. Tuvieron que vivir una etapa de su vida muy dura que nosotros no llegaremos a sentir, eso deseo, que la historia nos sirva de buen referente y no volvamos por ese camino sin sentido.
    En muchas ocasiones yo también me recrimino no haber tenido unas buenas charlas con mis abuelas y mi padre sobre sus vivencias en esa época y hasta ahora, después de no tenerlos conmigo, intento recordar sus historias y me falla la memoria. Hay que escribirlas, Amparo, haces muy bien.

    Besos

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    1. Cuando mi padre empezaba a hablar de la guerra, todos salíamos huyendo. Seguramente, no teníamos la edad suficiente para valorar esos recuerdos; y ahora que tenemos la edad ya no los tenemos a ellos. Voy a seguir buscando a ver si mi padre, doce años después de su partida, publica en calados.

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