lunes, 16 de septiembre de 2013

LA GATA SOBRE EL TECLADO. La gata sobre el teclado.

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Esta es la mía. Mi ama se ha escogurciado la pata delantera derecha (ella la llama brazo), así que ahora no puede escribir ni subirse bien las bragas. No penséis que soy vulgar. Es que, en algún momento, fui una gata de la calle y la calle enseña mucho, mucho más de lo quieres saber.
Mientras ella - mi ama- está con el brazo en cervatillo o en cabritillo o algo así, yo voy a continuar escribiendo sus cosas. Es para que no la echéis de menos, porque ella - pobrecilla- se cree que cuando no escribe pensáis que le ha pasado algo. Pues sí, esta vez le ha pasado algo, y yo, sin que se de cuenta, voy a contaros mis historias. Este será nuestro secreto. ¿De acuerdo?
Yo vivía en una casa con jardín en un pueblo pequeño. Allí, sobre el césped, jugaba con mis hermanos y con mi madre. Pero un día pasó algo raro. Vino gente extraña con carpetas y papeles. Mi dueña por aquel entonces lloraba mucho y decía que no podía ser, no podía ser, o algo así. El caso es que tuvo que dejar la casa rápidamente y sus gatos nos quedamos en la puta calle de un día para otro. Y no penséis que soy vulgar por decir palabrotas. Soy una simple gata, no Cervantes, que por cierto no sé quien es, pero donde vivo ahora hablan a veces de él y de un amigo suyo que se llama Platón o algo así. 
 Salí de la casa muy asustada, corriendo como una liebre- sí, he visto liebres-, porque no quería que me llevaran a un reformatorio de gatos, que se que existen. Yo era muy pequeña y muy mona- aún lo soy-, y sólo quería tener un nuevo hogar. Confiaba en que mi dulzura y mis preciosos ojos verdes me ayudarían a encontrarlo. Pero pasó todo lo contrario. De repente me hallé en un oscuro callejón con una manada de niños que corrían tras de mí. Luego, uno de ellos me cogió y me estampó contra el suelo. Y allí me quedé, como una alfombra felina, hasta que me vio la hija de mi ama y que, al verme, salió despavorida. Creía morir cuando comprobé que volvía acompañada de una señora un poco entrada en carnes. Ella me recogió del suelo, me llevó a su casa y me quitó la sangre de la cara mientras decía sin parar: hijos de puta, hijos de puta. Creo que se refería a la manada de niños salvajes que me había acosado. Luego me enrolló en una toalla que olía muy bien y me dio leche, pero yo tenía la boca un poco desencajada y no pude tomar ni una gota. 
Me quedé dormida en un sillón, arropada con una pequeña manta de cachorro humano. No fue muy reconfortante escuchar como la que después sería mi ama, exclamaba al día siguiente: 
-¡Está viva, esta viva! 
Lo cual, además de aterrarme, me hizo pensar que estaba mucho peor de lo que yo creía. Pero en cierta ocasión, allá en la casa con jardín donde nací, había oído decir que los gatos teníamos siete vidas. Supuse entonces que aquello era verdad y que yo ya había gastado una. 
Se me olvidaba deciros que soy una gata tricolor, y por si no entendéis de gatos os diré que sólo las hembras podemos tenemos el pelo de tres colores, los machos no. Y hablando de machos, mi pareja se llama Tito. Es un gato de color naranja que también vive en la casa. Me tiene loca aunque reconozco que es un poco poregueta y a veces no sabe defender bien su territorio. En fin, nadie es perfecto. 
Atención, se acerca mi ama dispuesta a escribir con la pata izquierda. Lo que me voy a reír cuando empiece a hacer faltas. Y recordad, es nuestro secreto. Yo soy la única gata sobre el teclado. 

14 comentarios:

  1. Tranquila, que te mantengo el secreto, y eso que tu ama es mi amiga y estoy tentado de descubrirte, más que nada, para que sepa que puede confiar en tí, al fin y al cabo, le estás sacando las castañas del fuego, que viene a querer decir que estás haciendo su trabajo, y eso, aunque no lo creas, igual te lo agradece y todo, no creo que se enfade... Has tenido suerte de caer en manos de "la otra" gata sobre el teclado.

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    1. Hola Emilio. Tú lo has dicho: le estoy sacando las castañas del fuego. Y sí, creo que he tenido suerte de caer en esta casa, es un caos pero nos quieren mucho.

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  2. Lo que me he reído contigo, pobrecita, pero has tenido mucha suerte con tu familia. Yo soy Bolo y sólo quiero estar jugando, me encanta sentarme en las ventanas y calcular los saltos que tendría que dar hasta la calle, pero eso puede doler y soy un gato muy listo, prefiero esconderme por los rincones y cazar a mi amiga porque es más divertido, sobre todo cuando se enfada, porque chilla contenta ... yo creo que es de alegría !!!

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    1. Ja, ja. Trimbolera, qué nombre más chulo. Hola Bolo, pareces divertido y feliz. Esto de escribir es nuevo para mí pero no para mi ama que lleva media vida escribiendo, y ya ves, todo se pega. Creo que ya tengo más visitas que ella. Pobrecita.

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  3. Una gata agradecida como pocas, un tesoro que ha cuidado de su ama y de su rincón literario.
    Entre gatas andan las letras, Uy!! perdón entre teclas.

    Esperamos que siga paseandose por este Territorio Calado, la consideramos ya una Calada.

    Besos y besos.

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    1. Hola Gemelas. La verdad es que mi gata- habéis visto qué guapa es?- escribe bien, aunque tiene sus limitaciones gatunas. Seguro que sigue paseándose por este territorio. Dice que tiene mucho que contar. Ya veremos.

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  4. Si no nos lo llegas a decir, nadie hubiera imaginado que se trataba de una suplantación, ¡pero qué bien escribes y que guapa eres!
    Como esto es un secreto no puedes decirle a tu ama que siento lo de su brazo y que espero que se recupere pronto, aunque tampoco hace falta que se agobie porque tu estás cuidando muy requetebién de sus deberes.
    Por cierto, me ha encantado conocer la historia de tu vida, espero más capítulos.

    Besos

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    1. Jara, mi ama ya está casi bien, pero yo le he cogido el gusto a esto de escribir. ¿A qué salgo guapa en la foto? Pues además soy muy buena y juguetona. No podrán quejarse de mí.

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  5. Qué bonita eres, gata tricolor. Pareces tener una interesante relación con Amparo.. Prefiero no llamarla "tu ama" pq sería engañoso: nadie tiene gato, el gato le tiene, si quiere.
    Delicioso leerte.
    Un abrazo.

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    1. Nepalí. Tienes razón, La tengo dominada y me adora. Todo el mundo dice "qué suerte ha tenido esta gatita", y yo pienso "qué suerte ha tenido Amparo de poderme salvar". Seguiré escribiendo si me dejan. Un abrazo.

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  6. Pues sí, tu duela tiene razón, qué hijos de puta los niños que te hicieron aquello... Menos mal que al final tuviste suerte y saliste adelante. Por cierto, maúllale a tu dueña que se recupere también rápido de lo suyo...

    Un abrazo!

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  7. Se ve que soy una gatita inexperta. Ehse, porque pongo la zarpa en responder y no me hace caso. Pero esta respuesta es para tí. Sí, los niños a veces son malvados con los animales, pero son sus padres los que deben decirles que a los gatos no nos gusta que nos tiren piedras ni nos aplasten contra el suelo. menos mal que tenemos siete vidas.

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  8. Amparo, no sé si será cierta la historia, pero al menos es bonita. Y no digas palabrotas, porque las gatas no las dicen, las pones tú en su boca. (Je je je).

    Espero que te encuentres mejor de la "pata".

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    1. Mi gata ha contado, efectivamente cómo la encontramos, media muerta, aplastada contra el suelo, sangrando hasta por los ojos. Pero la sacamos a flote y ahora es preciosa. Era una gata callejera y dice palabrotas, yo no respondo por ella, ja, ja. La "pata" ya está bien, gracias.

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