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martes, 16 de diciembre de 2014

PASABA POR AQUÍ: AL RESCATE DE OTRA NAVIDAD



Estamos a las puertas de esa visita tan familiar, muy deseada por unos y no tanto por otros. Porque estas fechas son celebradas y cuando celebramos queremos hacerlo junto a los nuestros. Pero la Navidad también tiene sabor a nostalgia, nostalgia de una época en la que era diferente, más sentida, mágica, duradera, saboreada un mes antes preparando los trabajos manuales para conmemorarla y luego llevarlos a  casa con orgullo. Ahora, la vivimos de otra manera, también anticipadamente, pero de otra manera. 

A principios de noviembre,  El Corte Ingles se encarga de colocarnos el chip del consumo para esos días, presentando, regalos envueltos en papel dorado y brillante, luces, burbujas, toda una planta de adornos navideños, cada vez más sofisticados. ¿Dónde ha quedado el árbol modesto, hecho con una rama de pino, a veces poco armoniosa y de proporciones diversas?, con sus bolas de colores, figuras de piñas, cajitas de regalos, el bambi, ese árbol coronado,  por la estrella, por esa estrella anunciadora, con su estela adosada a modo de cola,  el árbol que terminaba rodeado de espumillón, el que nunca llegaba a darle la vuelta completa y había que empalmar estratégicamente. La Navidad de nuestra infancia, lejana, añorada y única.

Es verdad que para algunos, la Navidad ha perdido su significado, si alguna vez lo tuvo, o tal vez  lo perdiera a medida que nos han ido dejando personas queridas que ya no están para compartirla.....

Pero volvamos a la primera Navidad, la que desean los más pequeños de la casa, abrigada, con exceso de comida, dulces, regalos.... y sin ánimo de crear mala conciencia en ningun@ de vosotr@s,  por querer disfrutarla de esta manera con ellos, quiero mirar un momento a todos los que por  circunstancias que no se merecen, no pueden tener Navidad. Sabéis de lo que os hablo, seguro que conocéis muchos de éstos, o los veis  por la calle, en los albergues o en los Medios.

Estoy convencida que hay mil formas de acercarles un poco nuestra Navidad.

Yo me pongo deberes para la semana festiva, y quizá me de una vuelta por la ciudad para colgar alguna estrella, allá donde haga falta......y sí,  ¡ me quedo con mi Navidad! y sigo manteniendo ese deseo, un deseo sanador que alimenta mi energía.

Que  disfrutéis de  una  Navidad hecha a vuestra medida.

Me despido hasta el año que viene, con esta versión de uno de los villancicos más clásicos, (con un final....que hay que oir)



Nuestros mejores deseos para el próximo año, amigos Calados y Lectores.

Marinela

viernes, 20 de diciembre de 2013

FOTO POR TÍ_¡Venga María, haz carantoñas al niño...!

navidad.
(Del lat. nativĭtas, -ātis).
1. f. Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.
2. f. Día en que se celebra.
3. f. Tiempo inmediato a este día, hasta la festividad de Reyes.

No sabría explicar la navidad, así que he copiado la definición del diccionario. Aséptica, concisa y sin adornos. Sin embargo este tiempo está cuajadito de significados tópicos e icónicos que, al mencionarlos, parecen obligarnos a pensar "en navideño": Paz, amor, alegría, ilusión, ternura, caridad, buenos deseos para todos. Para todos todos, incluso para esos en los que no pensaremos nunca más hasta el próximo diciembre. Curioso...
Así, el niño Jesús recién nacido nos transporta en el tiempo y en el espacio, a velocidad asombrosa, al establo de un humilde pueblecito cisjordano, en mitad de una noche que imaginamos fría y oscura, alumbrada no obstante de manera singular por un prodigioso lucero. Una noche que no fue la noche "cero", pero que marca el inicio de nuestra era y el principio de nuestro actual calendario. Tiene su gracia la cosa. Y da que pensar.

Navidad es... ¿Demasiadas cosas o tan sólo una idea? Como dije, demasiados tópicos, enormes y sobados hasta aburrir que no mencionaré. Llega siempre cargada de positivismo. Un positivismo gratuito y ufano. Me pregunto: ¿Hace falta que llegue para tener noches de paz? ¿Es necesario montar el belén para pensar en los pastores? ¿Hemos de hacer regalos porque ellos llevan corderos a la espalda y tinajas de leche como ofrenda al recién nacido? ¿De verdad necesitamos hacer nacer al niño para atender al necesitado? ¿Encender hogueritas de pega para aportar luz a nuestras vidas? ¿Para esforzarnos en repartir sonrisas, abrazos y buenos deseos a manos llenas? ¿No sería más humano y gratificante repartirlas a lo largo de todos los meses, de todos los días del año?

Tengo mi propia percepción de la navidad. No ahondaré en exponerla. De alguna manera, creo que se intuye. Mi opinión es como todas subjetiva, personal e intransferible. Cualquier otra es tan válida como la mía, sean cuales sean ambas. En una cosa y pese a todo estoy seguro en que coinciden: en los buenos deseos. Tal vez sea esa y no otra la verdadera grandeza de la navidad, conseguir que todos deseemos lo mismo, ni más ni menos que lo mejor para los demás y para nosotros. Casi siempre además, por ese orden. Ciertamente no es poca cosa, no.

Mis cámaras y yo os deseamos unas felices fiestas navideñas y un próximo año que os sea propicio y colme vuestras necesidades más urgentes. Os vemos de vuelta todos los que por aquí andamos, el próximo día de la Epifanía, o sea, el seis de enero del año dos mil catorce, d.C. Hasta entonces y como regalo adelantado no olvidéis pasaros por aquí el próximo lunes día 23. Habrá sorpresa.
¡Felíz Navidad y un abrazo calado!