Las gemelas, Medea y Olimpia, volcanes en plena erupción, preocupación constante de su madre, han pasado la noche con fiebre alta. Medio sonámbula todavía, su madre, coge el teléfono y reserva cita para el pediatra. Ha tenido suerte, le dan cita para las 10 h.
Entre idas y venidas, preparativos propios y filiales, su marido se entera de la cita.
- Marta, no voy a poder llevaros al pediatra. Tengo que salir al trabajo ya, me están esperando. Te dejo las llaves del coche.
- ¿Qué es eso tan urgente? Le dice María con el rostro desmejorado.
- Marta, cariño, puedes llevarlas perfectamente tu sola. No me mires con esos ojillos, no superarás nunca el miedo al coche, si no lo coges. Le dice su marido casi como un susurro, para transmitirle calma y autoconfianza. Piensa que nada mejor que ser el Pepito Grillo de su conciencia con este asunto.
Ricardo coge sus carpetas, le da un beso de despedida y antes de que pueda replicarle, desaparece de su vista y sale de casa. Durante el viaje, en el ascensor, evalúa su estrategia, forzar la situación puede haber sido un poco drástico, pero si no la provoca, Marta no da el paso y esta ansiedad le está limitando. Está convencido que Marta sostiene la bandera de la "movilidad sostenible" por su aversión a conducir el coche. Por otro lado, le preocupa subirla en su particular montaña rusa y ese estallido de adrenalina le ponga en mayor riesgo del debido, pero le tranquiliza el saber que siempre resuelve bien esas situaciones.
Marta mira el reloj con el sentimiento de haber sido abandonada a su suerte. Mientras recoge y prepara el bolso , repasa su situación. Quiere ser lo más objetiva posible y prepara su alegato en voz alta delante de sus gemelas que le atienden calladas como si de un cuenta-cuentos se tratara.
Mamá no tiene más remedio que llevaros en el coche, será una aventura (en su fuero interno piensa que era un jodienda) buscar un hueco para aparcar en ese barrio, misión imposible; dejarlo en doble fila, jugar a la lotería. Jugaremos a las adivinanzas, ya que los intermitentes para algunos son de adorno, dejaremos pasar a los que desde pequeños dicen "soy el primer" o "tonto el último" y siguen aún en ello a la vista del semáforo, pero lo que a mamá no le gusta es jugar al trenecito con los que se pegan al culete de nuestro coche sin dejar la distancia mínima (silencia su pensamiento: ya me dió por.....un hijo de su madre). Anima irónicamente su plan con palmas que las pequeñas imitan con ingenua alegría.
Ni aún así, puede evitar el movimiento involuntario de sus tripas, presagiando la salida inminente que le lleva a repasar sus más intimas consignas: si es que te falta seguridad en ti misma, llegado el momento lo resolverás como cualquiera o mejor, no debes anticiparte a los posible acontecimientos que quizás no surjan, no adelantes preocupaciones innecesarias, abandona ese afán perfeccionista. Finalmente concluye, si he sido valiente para parir a mis hijas, no lo voy a ser menos para conducir.
Sienta a sus gemelas en el maxi-carro de doble asiento, pensando que es una pena que no quepa en el autobús público, pero...¡¡¡un momentoooo!!! Puedo coger el amplio tranvía que me deja solo a 15 minutos del consultorio.
Siente un alivio inmenso. ¡Chicas, nos vamos de excursión!
A la hora de comer llega Ricardo con una sorpresa, se ha roto la muñeca en una caída.
- Marta, mañana me tienes que llevar en el coche al polígono.
Vuelta a empezar. ¿Será esta la definitiva? ... ¿Al polígono llega el tranvía?
Las Gemelas del Sur.
Las Gemelas del Sur.
Interesante la escena descrita en torno a este "miedo a conducir".
ResponderEliminarEl vídeo me ha gustado, corto e intenso.
Que os vaya bien Gemelas. Abrazos.
Ramón
Escenas similares se producen más de lo que parece, Ramón. Pueden ser un problema en el tráfico para todos.
EliminarVídeo intenso como las fobias a las que no vemos la salida.
Besos.
Espero que no haya miedos. Nos esclavizan.
ResponderEliminarSalu2 sin mie2.
Una pequeña dosis de miedo nos acerca a la prudencia y nos aleja de la osadía irresponsable.
EliminarBesos valientes.
¡Que familiar me resulta tu historia, jejeje!
ResponderEliminarHe sucumbido a ese miedo. No sé si una muñeca rota sería suficiente.
Besos
Ni necesaria, ni suficiente. No se puede forzar las situaciones desde fuera, sino desde el convencimiento propio, una terapia mucho más difícil.
EliminarA mucha gente le resultará familiar, pero poca gente confiesa que sufre de amaxofobia, sobre todo si es un hombre. El caso es que hay tratamiento y se soluciona.
Besos y besos.
Conozco a varias personas que tienen el mismo problema que Marta: no les gusta conducir; hasta tal punto que no van a los sitios sino llega el transporte público o las lleva alguien. Personalmente creo que es una fobia a la conducción cuyo origen desconozco.
ResponderEliminarBss.
Yo misma me he sorprendido al conocer las cifras de personas que tienen miedo a conducir, el 54%!!! No es lo mismo que la amaxofobia mucho más intenso y grave que sufren el 5% solo. El caso es que mucha gente oculta ese miedo por condicionamiento social. El origen debe estar en lo más profundo del inconsciente, el desencadenante puede ser un accidente sufrido, la poca práctica, otro problema psicológico; la mente es tan enigmática.
EliminarBesos terapéuticos.
¡Qué excitante, conductora de tranvía!
ResponderEliminarBesos.
Es un placer viajar en tranvía!! Y conducirlo sin salirse de las vías!!!!
ResponderEliminarBesos.
No cono cía la palabra pero si conozco gente que tiene miedo de conducir. Bonita historia. Ccon lo bueno que es andar
ResponderEliminarLa verdad es que andando se va a todas partes, pero cuando el tiempo apremia y la distancia es muy respetable para nuestras piernas, se impone coger el coche. C´est la vie!!!
EliminarMe alegra que tu pierna esté mejor y ya te lleve a tu destino.
Besotes
Conozco algún caso y no es el femenino de la pareja, él por no tener no tiene ni el carnet...
ResponderEliminarBesos
En este caso no hay distinción de sexos, nos afecta por igual y realmente se ha blindado bien a ese miedo, no tendrá ocasión de ser obligado a conducir; el que evita la ocasión, evita el peligro.
EliminarBesos y besos.
Conozco gente a la que no le gusta conducir y prefieren que les lleven. Lo curioso es que saben y conducen a menudo, pero... El caso es que no sé si será por eso, pero prefieren ir de copiloto..., ¿será amaxofobia o simplemente una cara muy dura?
ResponderEliminarMuy buena esa disyuntiva. Habría que pasarle un test para analizarle y averiguarlo.
EliminarPobrecillo si tiene miedo a conducir, porque pasará un calvario cada viaje y será un alivio cuando se pueda escapar de manejar su coche, si no es así, pensemos que se deja querer y se convierte en un apoyo incondicional de su chófer. ;)
Besos.
Eso es.
ResponderEliminarEl que evita la ocasuón evita el peligro.
Besos.
Verdad que sí! Hombre prevenido vale por dos.
EliminarBesos y besos.