lunes, 3 de marzo de 2014

LA GATA SOBRE EL TECLADO. Tiempo entre mentiras


Hubo un tiempo, ya casi perdido entre las rendijas de la memoria, en el que creí que Dios era un ojo atrapado en un triángulo equilátero. En ese tiempo esfumado pensaba que el ratoncito Pérez vendría, con nocturnidad, a llevarse mi recién caído diente de leche. Llegaron después los años de catecismo diario durante los que pensé que había un cielo en flor para los buenos y un infierno en llamas para los malos. Durante la infancia feliz estaba convencida de que unos magos de Oriente traían regalos por Navidad, y de que los bebés los dejaban caer las cigüeñas que volaban desde París. Luego alguien, en un recreo bajo un tilo, me dijo que si besabas a un chico te quedabas preñada y que si entrabas a misa sin cubrir tu cabeza cometías un pecado venial. 
Más tarde, recién salida de la dictadura, hubo un tiempo el que creí que la democracia sería la cura de todos los males. Pensaba entonces que a la OTAN había que decirle "De entrada, no" y que siempre - como rezaba la canción- nos quedaría la palabra aunque lo hubiésemos perdido todo. Ese fue también el tiempo en el que opinaba que la justicia era ciega, que Hacienda éramos todos e incluso que el hombre era bueno por naturaleza, aunque en desgraciadas ocasiones presentía que el hombre acaba siendo un lobo para el hombre, con permiso de mis queridos lobos. 
Y el tiempo ha pasado con pasos de gigante y me ha abierto los ojos de un inesperado guantazo. He descubierto que Dios no está atrapado en una figura geométrica sino que está en el bosque, en los campos dorados de trigo, en el mar. Soy consciente de que el cielo prometido es estar cerca de los que amamos y el infierno es no volver a verlos nunca más. Descubrí que al ratón Pérez se lo había comido el gato con botas y que los magos de Oriente eran unos padres buenos que hacían lo posible y lo imposible para que tuviéramos regalos en Navidad. Supe, a tiempo, que los besos sólo transmitían amor, que los bebés salían del útero materno, que Hacienda, por desgracia, no éramos todos y que la Justicia tenía los ojos abiertos cual ensaladera y más vista que un joven lince. 
Hubo un tiempo en el que me dí cuenta de que la democracia no era la panacea, pues si bien era el mejor sistema, los hombres sólo sabían abusar de ella. Al final, y contra todo pronóstico, dijimos "OTAN, de entrada sí", y entramos de cabeza en todas las guerras habidas y por haber. 
Ahora, cuando las rendijas de la memoria se van haciendo más estrechas, se de sobra que ni el hombre es siempre un lobo para el bueno ni tampoco es bueno por naturaleza. Sin embargo, he visto demasiado para saber, a estas alturas de la vida, que no se puede crecer entre tantas mentiras sin que la inocencia muera en el intento. 

23 comentarios:

  1. Me descubro ante ti por plasmar en esta entrada lo que he sentido tantas veces (menos lo del velo).
    A tantos kms de distancia,me imagino, ¿cómo has podido saber lo que pienso al respecto? el milagro de la blogosfera...
    Gracias por ahorrarme el trabajo de escribirlo.

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    1. Ja, ja, Tracy, transmisiones de pensamiento que siempre las hay. Lo del velo pasó pronto y si no lo llevabas, te quedabas en la última fila de la Iglesia. Pero no estoy traumatizada, ja. Un abrazo.

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  2. ¡Qué bien lo has dicho!
    Me veo reflejado en muchas de las ideas que expones.
    La lucidez del desencantado.
    Salu2.

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    1. Muy desencantada a estas alturas de la vida. Si creces entre mentiras sólo ansías la verdad. Evidentemente, en lo del velo no te verás reflejado pero en estos tiempos en que se critica tanto el velo de las mujeres musulmanas, deberíamos mirar un poco hacia atrás en nuestra historia. Gracias por tu comentario.

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  3. A inocencia muerta, inocencia puesta... ¿que no?
    ¡Leches, qué manera de empezar el lunes!

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    1. La primavera me revuelve la sangre y empiezo a toda pastilla. Cuando la inocencia se pierde, no vuelve, al menos eso creo yo. Pero no hay marcha atrás en esa cadena de desencantos.

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  4. Me temo que el paso del tiempo es implacable con la inocencia o la inocencia incompatible con la realidad que el tiempo se encarga de desenmascarar. Me he sentido muy identificada con tus reflexiones y me ha encantado tu forma de contárnoslas.

    Besos

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    1. Gracias Jara. Hay que ver la de mentiras que nos han contado y que nos siguen contando.Y, desde luego, el paso del tiempo es implacable con todo, pero, por ahora, no hay quien lo remedie. Gracias por tu comentario.

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  5. Pues yo no voy a ser menos, y te digo que me he paseado por esos recuerdos y les he puesto fecha tirando de archivo histórico. Puede que la inocencia muera, creo que debe ser así, pero a pesar de toda la realidad del desencanto, seguirá existiendo la utopía y yo no renuncio a ella.

    Chapeau! Amparo.

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    1. Ay Marinela, a mí eso de la utopía ya me cuesta y eso que yo siempre he sido muy utópica, pero ahora la realidad del día a día me abre los ojos como platos y me impide soñar. En fin, que no quiero más mentiras en mi vida. Un abrazo.

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  6. Me he sentido identificada en todo lo que expnes paso a paso.
    Feliz semana

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    1. Me alegro maría Pilar. Creo que no hacían falta tantas mentiras ni en la infancia ni luego. Pero está claro que nos han comido el coco de mala manera. Gracias por tu comentario.

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  7. Certeras y categóricas reflexiones.¡ Aplausos! Un abrazo

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    1. Gracias por tus aplausos. No te había visto por aquí. Paso a verte.

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  8. ¡Qué sabios son los que van andando de espaldas!

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    1. Pues si. DE esa forma no se ve lo que está por venir, incluidas futuras mentiras.

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  9. Me parece que las reflexiones que haces son comunes a los que tenemos cierta edad y lo peor, a mi entender, es las mentiras que todavía nos quedan por descubrir.

    Un abrazo
    Gracias por visitar mi blog y comentar.

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    1. Hola Chelo. No progresamos y nos escondemos en mentiras sociales. De pequeña, adolescente y joven yo creí en todo lo que me decían. Mis hijos me han enseñado a pensar por mí misma, a desafiar lo que nos enseñaron nuestros padres y lo que aprendimos en el colegio. Y atravesar esa delgada línea del librepensador te confieso que a veces me da pánico. La mentira a veces nos da seguridad y la verdad, miedo. Gracias por tu visita.

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  10. Un aplauso, Amparo. Que exposición nos dejas! No tengo nada que añadir, solo que suscribo todas y cada una de tus palabras.

    Bss.

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    1. ¿No me digas que no hemos vivido entre mentiras, y eso que aún me he dejado algunas en el tintero y algunas otras que ni me atrevo a pensar si son mentiras o verdades. LO cierto es que hasta cierto punto la mentira reconforta.

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  11. Uff Apasionado texto y me parece más que acertado recomendable. El camino a la madurez, la pérdida de la inocencia, la dura realidad. Esperemos que no se acaben los hombres buenos, no se si es que cada vez hay menos, o que se va descubriendo la realidad. Un abrazo.

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    1. Hola Roland. La madurez nos va abriendo los ojos aunque nos disguste. Y la dura realidad del día a día nos obliga a asomarnos al precipicio de la irracionalidad humana. Claro que quedan hombres buenos pero esos no salen en los telediarios y deberían salir. La bondad nunca es noticia, la maldad. sí.

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  12. Verdad, verdadera, Amparo, esa es la evolución que hemos sufrido todos. ¿Será por el proceso de envejecimiento que aniquila la ingenuidad? La siguiente etapa es dudar de todo, por que al fin y al cabo la verdad es siempre relativa.

    Si tuviera que ponerle música, sonaría un tango donde bailan verdad y mentira con un cuchillo escondido en la liga.

    Besos y besos.

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