lunes, 6 de enero de 2014

LA GATA SOBRE EL TECLADO. Teresa y las trenzas de colores.


Estoy alucinando. Esta mañana de Reyes, cuando me he levantado, he corrido en pijama hacia el árbol de Navidad a ver qué me habían traído sus majestades. Esperaba una colonia, como siempre, y algún libro, pero, además de eso, me he encontrado una caja envuelta con un precioso lazo. ¿Qué será? -me he preguntado loca de curiosidad-, y al abrirla me he encontrado con este cuento, un precioso regalo que comparto con vosotros,. sobre todo con aquellos que tenéis hijos o nietos. Yo creo que hasta podréis sacar de él alguna moraleja. Espero que hayáis pasado una feliz Navidad y que el nuevo año sea, al menos, mejor que el que dejamos atrás. 

Había una vez una niña llamada Teresa que vivía en una pequeña casa en el bosque, junto a una laguna de aguas cristalinas en el Reino de Villargordo. Era éste un reino pequeño como un garbanzo y tan precioso como una gota de rocío. En ese feudo de ensueño había un príncipe que un buen día decidió que quería conocer una joven para compartir con ella el resto de su vida.
Así que el paje del príncipe, que era un hombre gordinflón y de anchas mejillas coloradas, hizo un bando en el que daba a conocer la voluntad del príncipe de encontrar una bella joven que pudiera convertirse en su esposa.
Teresa era una doncella preciosa, con dulces ojos claros y el cabello del color de una puesta de sol o de una hoja en otoño. Cuando se enteró de que el joven y apuesto príncipe buscaba novia, le dijo a su madre:
- Yo quiero ir al palacio, mamá. Probablemente, no me escogerá a mí, pero quiero conocer al príncipe. 

 Teresa, además de guapa, era hacendosa, risueña y feliz. Por las mañanas ayudaba a su madre en las tareas de la casa, y por las tardes acudía a la escuela para aprender geografía, matemáticas e historia.

- ¿Y para que quieres convertirte en princesa? - le dijo su madre-. Nosotros somos gente sencilla que no está acostumbrada a vivir entre lujos.
Pero la joven Teresa estaba tan ilusionada que al final su madre cedió y se pasó toda una noche entera cosiéndole un vaporoso vestido de raso y de tul.
Al día siguiente, nada mas amanecer,  Teresa se dirigió al castillo de las seis torres, que era donde vivía el joven príncipe. Cuando llegó, se dio cuenta de que no había sido la única en responder al llamamiento del paje, porque más de veinte muchachas con preciosos vestidos y delicados tocados hacían cola ante las puertas del castillo.
Cuando Teresa llegó a la presencia del príncipe, éste le dijo:
- Eres una joven muy hermosa, Teresa. pero tu cabello... Me gustaría que lo llevases recogido en tres trenzas, y que cada una de ellas fuera de un color; una la tintarás de azul, la otra de rosa y la otra de verde.
Teresa le prometió que así lo haría y volvió a su casa, paseando por el bosque, un poco confundida. 
Así que durante los meses siguientes, Teresa se dejo el cabello muy largo y lo recogió en tres trenzas, que pintó, una de azul, la otra de rosa y la otra de verde. 
Pasado un tiempo, Teresa volvió  a visitar al príncipe. Para la ocasión, se había puesto un delicado vestido de color azul purpura y una diadema que su madre había elaborado con margaritas, amapolas y lirios del bosque. Cuando llegó a la presencia del príncipe, éste le dijo: 
- Eres una joven muy hermosa, Teresa, pero tu cabello...
- Llevo tres largas trenzas de colores- replicó Teresa- como vos me dijisteis. 
- Ya lo se - le contestó el príncipe-, pero pensándolo bien, me gustaría que fuesen seis las trenzas, una rosa, una azul, una roja, una verde, una amarilla y una gsduemvfu. Teresa no entendió la última palabra pero a pesar de eso, le volvió a decir que así lo haría, y regreso a su casa atravesando el bosque y totalmente desconcertada. ¿Cuál sería el color gsduemvfu?-, se preguntó- 
Su madre la esperaba junto a la puerta bordando un precioso vestido de color malva. 
- ¿Qué te ha dicho esta vez el príncipe, hija mía?- le preguntó al verla llegar-
- Que me haga seis trenzas, una azul, una rosa, una roja, una verde y una amarilla y una... gsduemvfu
-Gesdu... qué - pregunto extrañada su madre? ¿Pero cuál es ese color?
- No te preocupes -dijo Teresa-. Ya lo averiguaré. 
Pasó apenas unas semana y Teresa se fue al bosque para que su madre pudiera hacerle la más hermosa de las diademas, Y cuando ya estaba de regreso a casa, escuchó una vocecilla que le llamaba desde detrás de un grueso árbol. 
- ¿Quién eres?- preguntó Teresa-. ¿Dónde estás? 
- Aquí abajo - respondió la voz. 
Se trataba de un gnomo del bosque, seres tan pequeños como inteligentes y audaces. Llevaba un gorro extremadamente grande para su diminuta cabeza y Teresa no pudo evitar echarse a reír. 
-¿De qué te ríes?- dijo el gnomo un poco indignado- Anda que tu con esas trenzas de colores...
-¿No te gustan?- preguntó Teresa. 
-Pues no ¿y a ti?
la pregunta cogió tan de sorpresa a la joven que no supo qué responder.
La  doncella regresó a su casa pensando en lo que le había dicho el gnomo del bosque. En realidad, a ella tampoco  le gustaban nada las trenzas de colores, pero es lo que el príncipe le había pedido.
Después de cenar se sentó en el porche de su sencilla casa a seguir cosiendo la diadema de amapolas y margaritas silvestres, Estaba comenzando a pensar que el gnomo tenía razón.  Además, nunca lo iba a conseguir porque estaba convencida de que el color gsduemvfu ni siquiera existía. Sin pensárselo dos veces, se cortó las trenzas de colores, y dejó sus hermosos cabellos a la altura de sus mejillas.
Cuando llegó el día en el que la joven Teresa tenía que presentarse ante el príncipe, se puso un sencillo vestido de color verde esmeralda y los zapatos que siempre usaba para ir a la escuela.
Delante del palacio real se congregaban una gran cantidad de muchachas. Todas llevaban el cabello recogido en extraños tocados y vestían preciosos vestidos confeccionados con sedas multicolores y finisimos rasos.
Cuando llegó el turno de Teresa, el príncipe le dijo:
- ¿Donde están las trenzas de colores que te pedí que llevases?¿Y la que te dije que pintases de color...
- Ese color no existe, alteza - contestó Teresa alzando la barbilla con donaire. 
-¿Y ese pelo tan corto?- volvió a preguntar el príncipe- 
- No me gustaban las trenzas y las corté. 
- ¿Y ese vestido tan sencillo?
- Es el que me pongo para ir a la escuela.
El príncipe, al principio, se quedó muy pensativo, pero luego sonrió abiertamente. 
-Seras tú, Teresa -le dijo- la reina de mi Reino, la estrella de mi cielo, la luz de mi corazón, porque sólo tu has sido lo suficientemente sensata para no ceder a todos mis tontos caprichos.
Una semana después, el príncipe y Teresa unían sus vidas para siempre en el palacio real. Y cuenta la leyenda que todos los gnomos del bosque acudieron a la boda. 

19 comentarios:

  1. Encantador y sencillo cuento. Sin lugar a dudas sirve como "autoestima".
    Cordiales saludos.
    Ramón

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  2. Gracias Anrafera. No suelo escribir para niños, pero el Día de reyes... Tenemos que ser nosotros mismos, sí y sobre todo, "autoestimarnos", como bien dices. Un abrazo.

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  3. Me gustó mucho el cuento, ideal para estas fechas.
    Un beso, y ¡felices reyes!

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    1. Hola Eva. Esta vez un cuento que pueden leer los niños en estos días de fiesta. Feliz año y felices Reyes.

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  4. Me encanta tu cuento. Los mejores regalos siempre están entre las letras de un libro, para soñar, para divertirse y para aprender.
    ¡Feliz día y feliz año!

    Besos

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    1. Hola Jara. Es verdad que los libros contienen sueños ¿y qué mejor que un sueño? Ìgualmente feliz año y feliz día. he estado trabajando todas las fiestas y tengo mucho que leer en vuestros blogs, pero me pondré al día. Mañana vuelve la rutina, por fin.

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  5. La moraleja que le saco es que no hay que dejarse modelar por quienes dicen que te quieren.
    Salu2,

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    1. Exactamente Dyhego, hay que ser uno mismo, porque si se intenta ser el que los demás quieren, es posible que, como en el cuento, llegue un momento que te pidan algo imposible.

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  6. Un cuento muy bonito y es que " lo esencial es invisible a los ojos".
    Un saludo.

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    1. Lo esencial es invisible a los ojos y los primeros ojos que deben admirarnos son los nuestros. Grac ias por tu comentario.

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  7. Pues mira sin saberlo hemos coincidido en algo y el miércoles hablaremos de nuevo de príncipes de cuento....y sin saberlo hemos hilvanado historias....

    Saludos Amparo, de nuevo en la pista...

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    1. De nuevo en la pista Marinela, haciendo equilibrios con el poco tiempo del que disponemos. Ya ya estoy esperando a tu príncipe.

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  8. Hay que ver lo condescendientes que pueden llegar a ser las madres porque sea su hija feliz, pero como tu cuento nos muestra, hay personas fuera del ámbito familiar que nos hacen ver las cosas más objetivamente y desde otro punto de vista que nos abren los ojos. Bravo por Teresa, por activar su conciencia crítica.
    Un aplauso por este cuento reflexivo para los niños/as.

    Besos reveladores.

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    1. Hay personas fuera del ámbito familiar... ja, ja. Me recuerda una anécdota que me ha pasado hace poco y que no es éste lugar para contarla. Fomentemos la conciencia crítica y, sobre todo, la autoestima.

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  9. Maravillosa historia Amparo. Tierna, sensible y al mismo tiempo reinvidicativa... Que nadie decida por vosotras!!!
    Un abrazo calado para el nuevo año!!!!

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    1. Te echamos de menos latour en el misterioso café de las Horas. Que nadie decida por nadie, tampoco por vosotros. UN abrazo.

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  10. Un cuento que me habla de la autoafirmación y del apostar por uno mismo, por encima de los convencionalismos y de los designios que no nos son propios. Rebeldía y confianza en uno mismo.
    Me parecen buenas intenciones de cara a afrontar el nuevo año.
    Un saludo Amparo!

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    1. Rebeldía porque sólo tenemos una vida, Emilio, y debemos seguir nuestro propio camino aunque no sea fácil. Saludos.

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  11. Amparo que cuento más bonito con un mensaje y moraleja incluidos. Hay que ser uno mismo y no cambiar para complacer a las personas que nos rodean, porque de ser así, nos estaríamos engañando primero a nosotros mismos y despues a los demás. Además, debemos encajar en la sociedad por como somos y no por lo que representamos ser.

    Bss.

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