Valentín ha llegado de su viaje de Holanda y nos ha contado su reveladora aventura y le hemos prestado este espacio para que comparta su experiencia con nosotros.
Estuve a punto de sacar la bicicleta de mi monovolumen para disfrutar del camino hasta llegar a Makkinga, pero amaneció el día con una fina lluvia que me hizo desistir. Contemplaría el verde paisaje salpicado de mantos de flores a través del lento vaivén de mis limpiaparabrisas.
Al llegar a la pequeña ciudad, la lluvia empezó a desaparecer y me recibió una señal a la entrada del municipio, al parecer la única que me iba a encontrar en adelante, ya que rezaba así: Welkom, Werkeersbordvrij!! (Bienvenido, libre de señales de tráfico!!)
Continué el camino con cierta cautela. Yo era el forastero ¿Me adentraba en territorio vaquero, espacio natural libre dominado por los oriundos del lugar bajo unas normas que desconocía, si es que existían?
Con los cinco sentidos alertas, empecé a recorrer sus calles y llegué a una plaza que irremediablemente tenía que cruzar. La plaza no tenía ni rotonda, ni aceras, por supuesto sin señales ni semáforos que ordenaran nada, todo era un mismo espacio con un uniforme suelo rojo, salpicado de árboles y mobiliario urbano. Se encendió en alguna parte de mi cerebro la luz roja, quizás reflejo del asfalto o en respuesta a mi sexto sentido, alertando del peligro y empezó a sonar en mi consciencia auditiva esta banda sonora....
Estuve a punto de sacar la bicicleta de mi monovolumen para disfrutar del camino hasta llegar a Makkinga, pero amaneció el día con una fina lluvia que me hizo desistir. Contemplaría el verde paisaje salpicado de mantos de flores a través del lento vaivén de mis limpiaparabrisas.
Al llegar a la pequeña ciudad, la lluvia empezó a desaparecer y me recibió una señal a la entrada del municipio, al parecer la única que me iba a encontrar en adelante, ya que rezaba así: Welkom, Werkeersbordvrij!! (Bienvenido, libre de señales de tráfico!!)
Continué el camino con cierta cautela. Yo era el forastero ¿Me adentraba en territorio vaquero, espacio natural libre dominado por los oriundos del lugar bajo unas normas que desconocía, si es que existían?
Con los cinco sentidos alertas, empecé a recorrer sus calles y llegué a una plaza que irremediablemente tenía que cruzar. La plaza no tenía ni rotonda, ni aceras, por supuesto sin señales ni semáforos que ordenaran nada, todo era un mismo espacio con un uniforme suelo rojo, salpicado de árboles y mobiliario urbano. Se encendió en alguna parte de mi cerebro la luz roja, quizás reflejo del asfalto o en respuesta a mi sexto sentido, alertando del peligro y empezó a sonar en mi consciencia auditiva esta banda sonora....
¿Con quién tengo que batirme en duelo para cruzar al otro lado?
Comencé a moverme muy despacio, el aire húmedo entraba por la ventanilla refrescando mi rostro, máscaba nervioso mi chicle, mi pie estaba a punto de apretar el embrague, mientras mis manos acariciaban con cautela el volante y mi trayectoria empezó a cruzarse con las miradas de cuatro automovilistas, tres ciclistas y tres peatones. Lo recuerdo con precisión numérica, porque era como ir saludando a mis vecinos, a la vez que tomaba mis decisiones en base a la actitud que mostraban al circular conmigo, eran ellos mi punto de atención.
Una vez atravesada la plaza, una grata sensación me invadió el alma que hizo concluyera que aquí todo el mundo es bueno. He descubierto el secreto, la única norma que impera es el respeto por el otro, puesto en práctica por medio de la negociación visual, la amabilidad, la cortesía y la confianza. Poco menos que nos adivinábamos nuestras intenciones, sin prisas, negociando sin palabras. En perfecta concordancia se resolvía como compartir el espacio con justicia.
Creo que me he enamorado de las gentes de esta pequeña ciudad, sobre todo de la última ciclista que se me cruzó con su elegante pedaleo, a la que cedí el paso y que al girar su cabeza y mover graciosamente sus trenzas rubias me guiñó un ojo y me lanzó una amplia sonrisa. ¿Sería la recompensa a este extranjero por sincronizarme con ellos o puedo albergar otras esperanzas...?
Ella ha cambiado mis prioridades y me dirijo a compartir su camino con la misión de poder establecer alguna entente, eje o tratado político-emocional. Lástima, me dije, no haber elegido la bicicleta para aproximarnos mejor, pero pensándolo mejor, hubiera sido otra historia y el final de esta ha sido inmejorable, creedme.
Comencé a moverme muy despacio, el aire húmedo entraba por la ventanilla refrescando mi rostro, máscaba nervioso mi chicle, mi pie estaba a punto de apretar el embrague, mientras mis manos acariciaban con cautela el volante y mi trayectoria empezó a cruzarse con las miradas de cuatro automovilistas, tres ciclistas y tres peatones. Lo recuerdo con precisión numérica, porque era como ir saludando a mis vecinos, a la vez que tomaba mis decisiones en base a la actitud que mostraban al circular conmigo, eran ellos mi punto de atención.
Una vez atravesada la plaza, una grata sensación me invadió el alma que hizo concluyera que aquí todo el mundo es bueno. He descubierto el secreto, la única norma que impera es el respeto por el otro, puesto en práctica por medio de la negociación visual, la amabilidad, la cortesía y la confianza. Poco menos que nos adivinábamos nuestras intenciones, sin prisas, negociando sin palabras. En perfecta concordancia se resolvía como compartir el espacio con justicia.
Creo que me he enamorado de las gentes de esta pequeña ciudad, sobre todo de la última ciclista que se me cruzó con su elegante pedaleo, a la que cedí el paso y que al girar su cabeza y mover graciosamente sus trenzas rubias me guiñó un ojo y me lanzó una amplia sonrisa. ¿Sería la recompensa a este extranjero por sincronizarme con ellos o puedo albergar otras esperanzas...?
Ella ha cambiado mis prioridades y me dirijo a compartir su camino con la misión de poder establecer alguna entente, eje o tratado político-emocional. Lástima, me dije, no haber elegido la bicicleta para aproximarnos mejor, pero pensándolo mejor, hubiera sido otra historia y el final de esta ha sido inmejorable, creedme.
Besos compartidos por partida triple.
Las Gemelas del Sur.
Eso será posible allí... aquí habría sangre y cuchilladas.
ResponderEliminarSaludos.
Yo me hubiera bajado del coche, hubiera sacado la bici y me habría mezclado con las gentes de ese lugar y con la lluvia en una experiencia única.
ResponderEliminarBss y bss.
Valentín tenía la misma sensación que tu, Toro,pensaba que sería un duelo al más puro estilo película vaquera, pero seamos optimistas. Llevamos casi 50 años de retraso educativo respecto a Europa y con el tiempo aprenderemos. Las próximas generaciones quizás sean capaces o tal vez, antes.
ResponderEliminarNuestros respetos,Toro. Besos.
Bonito lugar... lleno de respeto. Todo un texto perfecto para reflexionar como siempre.
ResponderEliminarBesos abisales
Y tanto que nos llevan ventaja en respeto y conciliación. Un dato: España es el país donde más bicicletas se roban de toda Europa. Estadísticamente hablando es así.
ResponderEliminarGran relato. Saludos.
Cierto, Mar. Estamos seguras que Valentín, después de haber establecido la aproximación con "ella", ya usaría únicamente la bicicleta y a disfrutar de esa convivencia vial. Nosotras habríamos hecho lo mismo que tú y empaparnos de ese lugar y sus gentes.
ResponderEliminarAbismo, que verdad, el lugar es precioso porque funcionan con los "valores" que fuerzan a ser social, ganando en flexibilidad y huyendo de la rigidez impuesta de las normas. En este caso, ganan en fluidez, pasa todo el mundo sin estar esperando la luz verde.
Besos a pares.
Sorprende el dato que aportais, porque el uso de la bicicleta aquí no está tan extendido como en el resto de Europa.La tasa de amigos de lo ajeno también debe ser alta. En esta clase de amistad-confianza no nos llevan ventaja.
ResponderEliminarConciliadores cruces de saludos, Logan y Lory, compartiendo este espacio.
Bueno, bueno...Gemelas...pedazo de historia la que nos dejáis hoy...esperemos que en otra vuelta este buen hombre se encuentre con la joven rubia de las trenzas... ;) y creedme si os digo que he disfrutado con "el bueno, el feo y el malo"...¡que grande!!!... :D
ResponderEliminarBesos pedaleando!!
Arwen
Mucho mangui para este país faltarían celdas y bicis....ya lo creo..jajaja.Fredysaludos.
ResponderEliminarNos vino a la cabeza de inmediato la banda sonora, para ilustrar la tensión del momento, a la vez que nos divertimos mucho.
ResponderEliminarTe podemos confirmar que entre la gente del lugar se encontraban el bueno, el feo y el malo, pero eso si, muy educados.
Arwen, desenfundamos nosotras primero para dispararte besos a pares.
Fredy, tenemos negocio a la vista, patentar un buen antirrobo y no estaría mal que pudieramos registrar la bici en el ayuntamiento, para ayudar a localizarla.
ResponderEliminarSaludos previsores.
Me han entrado muchas ganas de montar en bici...
ResponderEliminardirty saludos¡¡¡¡¡¡¡
La verdad es que verlos como circulan, da una sensación de libertad de movimientos envidiable.
ResponderEliminarBesos a pares.
Compañeras de fatigas pillo mi bici y tiro millas con vosotras y voy a ver si le pego un silbido a la rubia de las trenzas muahahahhaha,,...
ResponderEliminarAbrazos pa tossssssssssssss
Sombra, vamos a guardar el secreto para que Valentín no se mosquee, ya que tú también quieres tirarle los tejos a la rubia de las trenzas y tu tienes ventaja al ir en bici.
ResponderEliminarBesos y silbidos, pedaleando entre la lluvia y el aire.
Vaya niñas como se ve que no es Uruguay,besos dobles,triples y más.
ResponderEliminarChicas... si no lo veo, no lo creo!! Y más cuando esta tarde, saliendo de trabajar y con señales, rotondas y todos los complementos viales que os podáis imaginar, he visto como una chavalilla se cxxxxx en toa la familia de un camionero!!!
ResponderEliminarEn fin, se queda una con muy buen cuerpo viendo lo civilizados que podemos llegar a ser.
Os envío 2 besos: uno entusiasmado y otro esperanzado :)) ya os quedáis cada una con el que más os guste!! muacks... jejeje....
Fiaris, es un buen ejemplo a seguir ¿verdad?
ResponderEliminarCompartimos contigo besos múltiples. :))
Cierto, Málaga, hay gente que no tiene RESPETO ni a las señales y ni a los ciudadanos, no saben lo que significa este valor ni otros muchos.
Esta sorprendente forma de circular en sus inicios necesitó un periodo de al menos 2 meses para acostumbrarse y aprender, según nos cuentan los expertos, ya que es un proyecto novedoso pero efectivo e incluso está subvencionado por la Comunidad Europea. Algo parecido hay en alguna población española, por ejemplo el centro de Salamanca.
Todo llegará.
Nos tienes esperanzadas y entusiasmadas, corazón, después de repartirnos esos besos. Nosotras te enviamos vibraciones positivas de alta frecuencia. :-*
que envidia que existan lugares como ese. desde luego no en España. estamos a años luz de esa mentalidad, abierta, despierta, humilde y sociable. me encanta!!!!!
ResponderEliminarbesos y abrazos a todos/as
Y amis queridas, Arwen y las gemelas del sur, por supuesto!
Moderato, ventaja nos llevan, pero quisieramos pensar que no tanta. Preparemos a niños y jóvenes y eduquémosles en valores como el respeto, responsabilidad, empatía,....e irán surgiendo convivencias como estas.
ResponderEliminarEnamoradas nos tienen esa forma de ser. Iremos aprendiendo.
Compartimos contigo también sociables besos y abrazos múltiples.