Hace ya bastante tiempo conocí a un Ángel con grandes alas de cadenas, de los que están encerrados bajo llave en celdas que no les permiten salir de su cautiverio, me conmovió tanto, que escribí hace años una novela: "Ángel con alas de cadenas", cargada de pasado cruel, de recuerdos imborrables, de castigo y hasta de un final aterrador.
No hace mucho, el destino tal vez, hizo que me encontrara con otro de ellos...
Son canallas improvisados, de carácter muy variable, que esconden tras de sí una gran inseguridad y una baja autoestima, inventores de su propia vida, en la que entrecruzan la realidad con la ficción y se convierten en grandes escritores y en grandes protagonistas de su propia mentira. Tienen el don de sacarme de quicio, pero también el de hacerme reír y hasta de conmoverme con su fondo personal e intransferible.
Seguro que vosotros también conocéis a alguno. Ellos no lo saben, piensan que nacieron con cadenas y que jamás podrán salir de su cárcel particular, pero desconocen que tienen unas grandes alas y que sólo han de romper los eslabones para echar a volar al fin libres.
Este es mi apoyo incondicional para estos "Ángeles con alas de cadenas"...
Y sin más preámbulos, os dejo con un fragmento de mi novela "Angelical"...
[...]El suicidio se había perpretado en forma de ritual, según las declaraciones del juez forense y de algunos de los funcionarios de prisiones. Encontraron el cadáver cruzifijado encima de la cama, entre un gran charco de sangre, de desorden, de agonía , de vómito, de papeles rotos y de pinturas. En la celda, el recluso dibujó con un carboncillo, momentos antes de su muerte, una inmensa cruz cristiana, en la pared contigua a su cama y junto al cruzifijo lo que parecía ser un rectángulo y dentro de éste un cerrojo, como esos cerrojos domésticos que utilizamos a menudo en las puertas de nuestros hogares.
Lo describían con asombroso horror, sobre todo por la forma en que aquél hombre se había quitado la vida, al parecer abasteciéndose de cuatro clavos, posiblemente hurtados de algún taller de la prisión y con ellos se despidió para siempre de nosotros. Se suicidó cruzificándose con los clavos sobre la pintura de la pared y dejó de latir cuando se tragó el último hierro impregnado en veneno...
Se supo que con un estacazo brutal de su mano derecha, clavó allí fuertemente su mano izquierda, como si tuviera miedo de escaparse, como si fuera a venir alguien a liberarlo y no pudiera entonces dejarnos...pero el enigma se centraba en su mano derecha y en sus pies...¿cómo pudo clavar allí sus extremidades?...
Nadie le oyó gritar, ni gimotear, ni un quejido, ni nada de nada, por que previamente se había amputado la lengua con los mismos instrumentos, ¡los tres clavos!. Y por último, oculto en su boca, como un actor reverenciándose en el último acto, tras el telón, con los nervios a flor de piel y la alegría de haber realizado la mejor representación de su vida y esperando ansioso el aplauso eufórico del público, aguardaba maldito en su garganta el último acero envenenado y al tragárselo, Julián puso fin a su vida y así concluyó su calvario...
Se lo encontró a la mañana siguiente el funcionario de prisiones, con sus escurrido cuerpo colgando por el propio peso de su esqueleto, completamente desnudo, entre un charco que nublaba su agonía y blanco azulado por la ausencia de vida. Frío, más frío que aquellas paredes desconchadas como su ya extinguida vida y con los ojos entornados como persianas enloquecidas y junto a él, en la pared de la celda, un lema con el que se despedía de nosotros, lo escribió con la sangre que virtió de su propia lengua al mutilarla, la frase decía así:"Dios es sólo una palabra para explicar el mundo"[....]
(y si queréis más sólo tenéis que pedírmelo...)
....................................................................................
Un abrazo a todos mis amigos/as lectores y en especial a esos Angeles con alas de cadenas.
Ya sabéis que sigo sin estar, pero ahora estoy aquí, en este momento y eso es lo que cuenta...
Y os dejo hasta pronto, con un temita de Dido que suena muy pero que muy bien y que a mi personalmente me recuerda a esas playas paradisíacas y veraniegas donde perderte...."Thank You".
No hace mucho, el destino tal vez, hizo que me encontrara con otro de ellos...
Son canallas improvisados, de carácter muy variable, que esconden tras de sí una gran inseguridad y una baja autoestima, inventores de su propia vida, en la que entrecruzan la realidad con la ficción y se convierten en grandes escritores y en grandes protagonistas de su propia mentira. Tienen el don de sacarme de quicio, pero también el de hacerme reír y hasta de conmoverme con su fondo personal e intransferible.
Seguro que vosotros también conocéis a alguno. Ellos no lo saben, piensan que nacieron con cadenas y que jamás podrán salir de su cárcel particular, pero desconocen que tienen unas grandes alas y que sólo han de romper los eslabones para echar a volar al fin libres.
Este es mi apoyo incondicional para estos "Ángeles con alas de cadenas"...
Y sin más preámbulos, os dejo con un fragmento de mi novela "Angelical"...
[...]El suicidio se había perpretado en forma de ritual, según las declaraciones del juez forense y de algunos de los funcionarios de prisiones. Encontraron el cadáver cruzifijado encima de la cama, entre un gran charco de sangre, de desorden, de agonía , de vómito, de papeles rotos y de pinturas. En la celda, el recluso dibujó con un carboncillo, momentos antes de su muerte, una inmensa cruz cristiana, en la pared contigua a su cama y junto al cruzifijo lo que parecía ser un rectángulo y dentro de éste un cerrojo, como esos cerrojos domésticos que utilizamos a menudo en las puertas de nuestros hogares.
Lo describían con asombroso horror, sobre todo por la forma en que aquél hombre se había quitado la vida, al parecer abasteciéndose de cuatro clavos, posiblemente hurtados de algún taller de la prisión y con ellos se despidió para siempre de nosotros. Se suicidó cruzificándose con los clavos sobre la pintura de la pared y dejó de latir cuando se tragó el último hierro impregnado en veneno...
Se supo que con un estacazo brutal de su mano derecha, clavó allí fuertemente su mano izquierda, como si tuviera miedo de escaparse, como si fuera a venir alguien a liberarlo y no pudiera entonces dejarnos...pero el enigma se centraba en su mano derecha y en sus pies...¿cómo pudo clavar allí sus extremidades?...
Nadie le oyó gritar, ni gimotear, ni un quejido, ni nada de nada, por que previamente se había amputado la lengua con los mismos instrumentos, ¡los tres clavos!. Y por último, oculto en su boca, como un actor reverenciándose en el último acto, tras el telón, con los nervios a flor de piel y la alegría de haber realizado la mejor representación de su vida y esperando ansioso el aplauso eufórico del público, aguardaba maldito en su garganta el último acero envenenado y al tragárselo, Julián puso fin a su vida y así concluyó su calvario...
Se lo encontró a la mañana siguiente el funcionario de prisiones, con sus escurrido cuerpo colgando por el propio peso de su esqueleto, completamente desnudo, entre un charco que nublaba su agonía y blanco azulado por la ausencia de vida. Frío, más frío que aquellas paredes desconchadas como su ya extinguida vida y con los ojos entornados como persianas enloquecidas y junto a él, en la pared de la celda, un lema con el que se despedía de nosotros, lo escribió con la sangre que virtió de su propia lengua al mutilarla, la frase decía así:"Dios es sólo una palabra para explicar el mundo"[....]
(y si queréis más sólo tenéis que pedírmelo...)
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Un abrazo a todos mis amigos/as lectores y en especial a esos Angeles con alas de cadenas.
Ya sabéis que sigo sin estar, pero ahora estoy aquí, en este momento y eso es lo que cuenta...
Y os dejo hasta pronto, con un temita de Dido que suena muy pero que muy bien y que a mi personalmente me recuerda a esas playas paradisíacas y veraniegas donde perderte...."Thank You".
Hasta la vuelta amigos. Y un beso enorme "angeles"...
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