En la convulsa oscuridad veo muertos. Me cruzo con ellos en esta tibia caída de tarde de sol anaranjado. Algunos caminan ausentes, enredados en sus propios afanes; otros se deslizan sobre la acera con la mirada perdida en el más allá. No hace mucho tiempo que los veo, pero me perturba. Lo cierto es que comencé a verlos aquel día cuando tomé la decisión.
Todos intentaron disuadirme, los más allegados y los que poco tenían que ver conmigo. Pero yo seguí adelante con mi idea. Cuando no se alcanzan los sueños es posible que sea el momento de perseguir las pesadillas. Pero entonces no sabía cuáles iban a ser las consecuencias.
Es la primera vez que lo cuento y no quiero que nadie me lo reproche. Los veo. En ocasiones es el color blanquecino de su piel el que habla; otras, son las ojeras como negras lagunas que se extienden bajo sus ojos. No sé si podré acostumbrarme a esto, a ver muertos no sólo entre la oscuridad de esta tarde que cae en picado, sino a plena luz, cuando el sol del mediodía ilumina cada surco de piel.
Es terrible y vergonzoso, lo acepto. Ya no veo personas, sólo clientes. Y todo desde aquel día, el día en que superé todas mis aprensiones e inauguré la funeraria.
Ese es el primer paso para que el negocio funcione.
ResponderEliminarBueno, a ver si tengo suerte y algún día pongo una librería; en ese caso supongo que veré lectores.
EliminarUn relato fresco y morboso..., qué extraña combinación! Pero qué bien servida... Me ha encantado la concisión y tu inconfundible sello: el giro final que aclara y desvela de qué estabas hablando.
ResponderEliminarEs un negocio quenunca falla porque la muerte no estará nunca en crisis. Gracias, Emilio, por tu comentario.
EliminarMOrbidamente sorprendente. El oficio nos hace suyos...UN abrazo. Carlos
ResponderEliminarUn oficio, Carlos, que no conoce la crisis. Habrá que pensárselo.
EliminarLos clientes como muertos, que gran asociacion!
ResponderEliminarbesos
Cada uno de nosotros es cliente de una funeraria. No podría haber negocio más seguro.
EliminarYa estaba pensando en pedirte una sesión para contactar con el más allá y me encuentro que todavía están en el más acá, calladitos y sin protestar.
ResponderEliminarMe ha sorprendido tu agilidad narrativa y el rápido desenlace, fenomenal ese estilo.
Besitos.
Es mejor pensar en el más acá porque el más allá lo veo muy turbio. En fin, disfrutemos de la vida mientras ésta nos lo permita. Un abrazo.
EliminarTrabajar para tan silenciosa clientela, requiere su esfuerzo. pero todo es acostumbrarse y despejar cualquier atisbo de emoción. Como dice Emilio, tiene tu marca registrada. Sorprende el final, aunque siempre espero un giro inesperado.....ya te voy conociendo.....
ResponderEliminarUn abrazo
Pues tendré que cambiar de estilo para que no os sorprendáis cuando esperáis sorprenderos. Habrá que dejar de lado esos giros inesperados y sorprenderos con no-giros esperados.
EliminarMe pregunto si las funerarias del Más Allá sabrán que el muerto acaba de nacer...
ResponderEliminarUn beso
Eso espero. Interesante reflexión y un poco inquietante. Porque si no lo saben... otra vez al cajón.
EliminarHola Amparo. Llego un poco tarde, como casi siempre (aprovecho huecos en el trabajo para visitar los blog amigos y al vuestro nunca me deja acceder, me bloquea vuestra página).
ResponderEliminarPero no quiero perderme estos textos tuyos en los que me deleito esperando ese desenlace que me sorprenderá, me hará reír o me conmoverá, y que disfruto desde la primera palabra.
Besos
Dios! Creo que no merezco tus palabras. pero me encanta leer esos halagos. La verdad es que últimamente estoy poco inspirada, pero no me alejo de las teclas. Gracias por tu comentario.
EliminarEs un trabajo sucio... pero alguien tiene que hacerlo
ResponderEliminarUn abrazo!
Al menos los clientes no protestan si te pasas un poco con el maquillaje. Gracias por tu comentario.
EliminarHola, Amparo.
ResponderEliminarMe ha encantado el relato. Muy ágil y visual.
Buen juego hasta el final. ;)
Me temo que ni muertos dejamos de ser clientes.
Un abrazo.
Y ni muertos dejamos de ser destinatarios. Hoy ha llegado una carta publicitaria a nombre de mi padre que falleció hace doce años. Me alegro de que te haya gustado. Gracias por cvomentar.
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