Colgaba de un techo encalado, en la
cambra enlucida de una casa de pueblo. Lo habían pintado de
rosa fucsia, con detalles en rojo y en negro. Sus hélices apuntando
hacia la pequeña ventana que dejaba ver, a través
de unos viejos cristales sucios, el cielo límpido y azul de la
serranía.
Era un cuarto atiborrado con herramientas viejas de mangos carcomidos y hojas oxidadas. Por aquí y por allá, trabajos manuales de diversa índole, muchos inacabados. Habían allí y entre otros: un vagón de tranvía, un
gusano hecho de
grandes bolas de poliespan, una casa sin paredes que dejaba ver los
entresijos de complicados mecanismos a modo de antiguo
molino, una "torrifel" más alta que una persona, y también aquel
avión.
Quien allí dedicó su tiempo a construir todas aquellas cosas debió de pasarlo bien. Entre serretas, serruchos, papel de lija, clavos, martillos, gubias y berbiquíes... Pegamentos, pinceles y pinturas, e infinidad de restos y pedazos de variada naturaleza: papeles, cartulinas, telas, chapas, cartones, planchas y materiales todos recogidos quizá de la basura o de solares y que, en algún rincón de la pequeña estancia, reposaban a la espera de encontrar una segunda vida entre sus manos.
Quien allí dedicó su tiempo a construir todas aquellas cosas debió de pasarlo bien. Entre serretas, serruchos, papel de lija, clavos, martillos, gubias y berbiquíes... Pegamentos, pinceles y pinturas, e infinidad de restos y pedazos de variada naturaleza: papeles, cartulinas, telas, chapas, cartones, planchas y materiales todos recogidos quizá de la basura o de solares y que, en algún rincón de la pequeña estancia, reposaban a la espera de encontrar una segunda vida entre sus manos.
No
conocí a Paco. Es más, se podría decir sin tapujos que ni siquiera supe
de él mientras vivía. Ni falta que me hizo. Aunque digo yo a la vista
de aquel humilde pero sincero trabajo, creo que perdí más que él de
esa ignorancia. Me contaron que aquel hombre había muerto hacía poco.
Era joven, pero la maldita enfermedad se había llevado su
tiempo y sus creaciones por delante, antes de hora y para siempre.
Un hombre que pasaba a sabiendas sus últimos días en aquella casa de pueblo, entre proyectos y juguetes, entre maquetas y modelos que desde su rica y creativa mente llegaban a existir como Ave Fénix, surgiendo desde el escombro y tornándose entre sus manos en curiosos y cuidados trabajos cargados de ilusión y cariño, abandonados ahora al tiempo y al olvido.
Como aquel avión rosa recortado contra un techo encalado.
Un hombre que pasaba a sabiendas sus últimos días en aquella casa de pueblo, entre proyectos y juguetes, entre maquetas y modelos que desde su rica y creativa mente llegaban a existir como Ave Fénix, surgiendo desde el escombro y tornándose entre sus manos en curiosos y cuidados trabajos cargados de ilusión y cariño, abandonados ahora al tiempo y al olvido.
Como aquel avión rosa recortado contra un techo encalado.
Me
agaché y desaparecieron trastos y herramientas, y allí quedó, sólo, el avión.
Parecía volar con todos los sueños de Paco escapando rumbo a la luz de la ventana, a reunirse con sus ilusiones, allá a donde él estuviera, qué sé yo si entre aquellas nubes y montañas.
Parecía volar con todos los sueños de Paco escapando rumbo a la luz de la ventana, a reunirse con sus ilusiones, allá a donde él estuviera, qué sé yo si entre aquellas nubes y montañas.
Tomé la foto y sin saber por qué, sentí un nudo en la garganta pensando en un hombre al que ni tan siquiera conocí.
Un abrazo Calados.
Emilio
Allí se ha quedado colgado en el aire, sin ultimar su destino. La vida proyectada con una meta final lejana y lamentablemente, a veces, solo se llega a alguna meta volante. Seguramente su vida tuvo muchos sprints a través de sus trabajos para llegar a la meta que se proponía, podrían haber habido muchas más, pero disfrutó de las alcanzadas.
ResponderEliminarUn avión rosa, curioso y perfecto para ese techo blanco.
Besos y un suspiro.
Así es. Tantas veces las vidas acaban antes de hora. Muchas veces por que un suceso extraño y desgraciado que se empeña en que así sea. Otras, es la enfermedad...Mira que hay colores y sí, curiosamente, eligió un fucsia. Sin duda la nota más alegre de la historia.
EliminarSuspiros y besos de vuelta.
Es un don ser capaces de escuchar en nuestro interior, lo que nos provoca las imágenes que miramos, los objetos. No deja de ser un privilegio `poder interpretar y darle voz a lo que nos rodea, que aunque inanimado, empatizamos con ello hasta el punto de crear una historia,.que verdadera o no, tiene todo el sentido del mundo, máxime si el escenario creado y el ojo de una cámara nos lo muestra con tanta pulcritud.
ResponderEliminarUn abrazo
Cierto eso que dices. Qué misterios encierra la mente... llegar a empatizar con objetos inanimados... Así es en verdad... Grande la complejidad de la mente humana.
EliminarQué más quisiera yo que lograr siempre dar voz, a través de fotos, a sentimientos. Solo unas pocas veces, puede ser... Gracias Marinela por tus piropos.
Abrazo para tí.
Como siempre tu comentario vale tanto como la foto. Bueno, me explico. En la foto está el arte, la creatividad y el oportunismo. En el comentario está tu corazón, tus sentimientos...esa visión de ver más allá del objetivo, de mirar no con los ojos, si no con los ojos del corazón. Paco, de seguro se ha enterado. El ya salió por esa ventana y vuela libre de su enfermedad. Esa buhardilla, esas herramientas, esos trabajos inacabados pero comenzados con ilusión, me recuerda la vida misma. Hay muchas buhardillas abarrotadas de trastos. Pero hay que ser positivos, de esos lugares, hubo un día que salieron cosas bonitas. Cosas que seguramente tu cámara incansable y certera reproducirá. Animo y a seguir fotografiando lo que sea, que tu ya le darás sentido. Besos.
ResponderEliminarEso quisiera, lograr que en mis fotos se encontraran pedacitos de mí mismo. Ellas sería serían mis aviones colgados. Gracias siempre por tus palabras Chelo. Muchos besos para tí.
EliminarOpino lo mismo que Chelo. La foto es preciosa, expresiva, casi "naif", pero el texto es espléndido. Y no sabes cuánta pena me produce todos esos sueños que se quedarán ahí, esperando a que Paco los acabe. Me encantan las buhardillas y ésta me ha encogido el corazón.
ResponderEliminarLa historia es triste sin duda. La foto minimalista. El mensaje es claro: nuestra huella, lo que dejamos a nuestro paso. A veces acabado, otras por acabar. En buhardillas, en trastos, en escritos, en fotos, en palabras o en gestos.
EliminarUn saludo Amparo.
Lo que cuentas para llevarnos al contexto de esta fotografía es muy emotivo.
ResponderEliminarSiempre me llega un vacío extraño cuando me acerco a la quieta intimidad de los objetos que fueron de alguien..
La imagen del avión es en sí misma fresca, con todo ese color, toda movimiento; y sin embargo al saber parte de su historia me transmite soledad. Y me da por pensar que está bien entender que siempre nos quedarán cosas por hacer.....
Un texto precioso.
Un abrazo Emilio.
Varios lo mencionáis. Yo mismo me apoyo en ello. ¿Qué tienen los objetos que nos traen recuerdos de otros que los tuvieron? ¿Qué tenemos nosotros que así lo sentimos? La irracionalidad del racional ser humano... Buena apreciación la tuya: siempre nos quedarán cosas por hacer, aunque acaso las acaben otros.
EliminarMuchas gracias Nepalí.
Wow, que historia... mis felicitaciones a Emilio, hiciste que mi cabeza creara imagenes y que me dieran ganas de participar y escribir algo sobre una fotillo que tengo entre mis cosas. Saludos Calados-
ResponderEliminarSi la historia o la foto o ambas trabajando juntas consiguen hacer que tú hagas, yo encantado.
EliminarBienvenido y saludos!
Sentido y sensibilidad, Emilio. Eso encierran tus palabras, un maravilloso y honesto homenaje a una existencia y a la evocación de unos recuerdos que todos compartimos.
ResponderEliminarTe felicito sinceramente, me has emocionado.
Un abrazo, amigo!
Yo que me alegro amigo. Homenaje y honesto, lo es, no te quepa ni la más mínima duda.
EliminarUn abrazo igualmente para tí!
Ese avión nos puede llevar muy lejos, incluso hasta Paco.
ResponderEliminarSalu2 volantes.
Excelente manera de definir un corolario de lujo.
EliminarSaludo Dyhego.